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Ciencia

Represas, ¿una opción para ralentizar el deshielo de los glaciares?

En un buque de la Armada, de 1.800 toneladas de peso y 75 metros de largo, científicos estuvieron 83 días en la Antártida.

En un buque de la Armada, de 1.800 toneladas de peso y 75 metros de largo, científicos estuvieron 83 días en la Antártida.

Foto:Catalina Echeverry

El objetivo es detener el aumento del nivel del mar en ciertas zonas.

Nicolás Bustamante
¿Son las represas una opción para ralentizar el deshielo de los casquetes glaciares? Ante la intensificación del cambio climático, algunos científicos sugieren crear grandes infraestructuras, como muros submarinos ante los casquetes glaciares, para frenar el deshielo y, a la vez, el aumento del nivel del mar.
En medio de la profusión de investigaciones sobre el clima, un infrecuente estudio propone dicha solución, un remedio que supone ‘un plan de rescate’ y no evita que haya que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, recuerdan los investigadores.
Según estos trabajos, publicados en la revista The Cry-osphere, “proyectos de ingeniería focalizados, para contener el deshielo de los glaciares, podrían ralentizar la ruptura de los casquetes”.
El debilitamiento de los casquetes de Groenlandia, y en especial de la Antártida occidental, es una cuestión que preocupa mucho a los expertos. Los glaciares retienen inmensas extensiones de agua dulce que, si se liberaran, podrían hacer que el nivel del mar aumentara varios metros.
Para algunos investigadores, el calentamiento del océano ya puso en marcha un proceso de desestabilización en torno al mar de Amundsen (Antártida occidental), sobre todo por los glaciares de Pine Island y Thwaites, lo que se considera la principal fuente potencial de elevación de los mares en el futuro.

Los glaciares retienen inmensas extensiones de agua dulce que, si se liberaran, podrían hacer que el nivel del mar aumentara varios metros.

“Thwaites podría provocar fácilmente una enorme ruptura del casquete de la Antártida occidental que haría aumentar en unos tres metros el nivel mundial del mar”, explica uno de los autores de este nuevo estudio, Michael Wolovick, de la Universidad de Princeton.
El desastre ocurre cuando el agua más caliente araña la base submarina del glaciar. Los investigadores imaginaron varios tipos de obras para contener este proceso, que probaron con modelos en Thwaites.
Por ejemplo, la edificación de cuatro columnas submarinas de 300 metros de alto para retener el glaciar, opción con una tasa de éxito del 30 por ciento, según el estudio. Pero una obra de mayores dimensiones, como un muro de entre 50 y 100 metros de alto y de 80 a 120 km de largo, sería “más eficaz” por ser capaz de bloquear en parte el agua más caliente que se encuentra en el fondo del mar.


Material para pensar

“La conclusión principal es que una intervención eficaz en los casquetes polares cabe dentro de lo posible”, explicó Wolovick. “Con algunos decenios de investigación, o algo más, parece posible que la comunidad científica pueda proponer un plan eficaz y realizable, pues, aunque reducir las emisiones sigue siendo prioritario a corto plazo para minimizar los efectos del cambio climático, a largo plazo la humanidad podría necesitar planes de emergencia para enfrentar la ruptura de un casquete glaciar”, señalan los investigadores.
La cuestión de los “planes de emergencia” ya genera debate respecto a la lucha contra el calentamiento, sobre todo con proyectos, a menudo controvertidos, de “geoingeniería” que proponen manipular el clima más o menos a gran escala (por ejemplo, manipulación de los rayos solares con la proyección de aerosoles). Pero aquí no hay nada de esto, dicen los investigadores.

En lugar de intentar modificar el clima, la humanidad podría elegir una intervención dirigida en lugares específicos.

“Hacer geoingeniería significa a menudo imaginar lo inimaginable”, subraya John Moore, de la Beijing Normal University. Así que “en lugar de intentar modificar el clima, la humanidad podría elegir una intervención dirigida en lugares específicos con un fuerte efecto palanca”.
Construir tales infraestructuras no sería algo inmediato, subrayan, y menos en un lugar tan inhóspito como la Antártida. “Redactamos este informe no porque pensemos que deban realizarse estos proyectos concretos, sino porque queremos que la comunidad científica piense en ello y trabaje en ello”, concluye el estudioso de Princeton.
AFP
Nicolás Bustamante
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