El español Vicente Talledo y Rivera fue un ingeniero militar, matemático y cartógrafo, que estuvo en el Nuevo Reino de Granada entre 1803 y 1818. En esos años elaboró mapas, planos y vistas levantados y dibujados por él, que constituyen una de las mejores obras cartográficas de su generación sobre el territorio de los actuales Colombia, Ecuador y Panamá.
En este trabajo y su vida por esas tierras se interesó el investigador independiente Andrés Mejía Macía. El resultado de su inquietud quedó recopilado en ‘De la ingeniería a la cartografía – Los mapas de Vicente Talledo y Rivera entre Europa y el Nuevo Reino de Granada en la era de las revoluciones’, que acaba de obtener el Premio Nacional Alejandro Ángel Escobar, en la categoría de Ciencias Sociales y Humanas.
La fundación, que hace 61 años entrega estos premios con el objetivo de difundir y fomentar la investigación de colombianos, también reconoció la investigación del físico Andrés Alejandro Plazas Malagón, que hace un posdoctorado en el Instituto de Tecnología de California (Caltech), en el Laboratorio de Propulsión a Reacción de la Nasa.
Este joven obtuvo el premio en Ciencias Exactas, Físicas y Naturales por su trabajo ‘Entendimiento de errores sistemáticos para permitir el uso de lentes gravitacionales débiles como una herramienta cosmológica’.
Así mismo, Dimas Malagón Castro y un grupo de investigadores vinculados al Instituto Geográfico Agustín Codazzi (Igac) recibieron el premio en Medioambiente y Desarrollo Sostenible por su trabajo ‘Suelos y tierras de Colombia’, que retoma las investigaciones realizadas en los últimos 74 años por la hoy subdirección de Agrología del Igac.
Este compendio aborda temas como los suelos y su caracterización y genera criterios que promueven el buen uso de estos y de los recursos naturales asociados a ellos.
En la categoría de Solidaridad, el premio fue para la Fundación Soydoy, de Bogotá, y el Proyecto Utopía en Yopal. La primera trabaja en la reducción de la malnutrición y desnutrición en comunidades vulnerables del país, y la segunda promueve la educación como alternativa para el posconflicto en zonas rurales.
EL TIEMPO