Los ocho planetas del sistema solar tienen características únicas que los hacen diferentes entre sí: su distancia respecto del Sol, composiciones, tamaños y, por supuesto, el número de lunas.
Sin embargo, hay algo que todos comparten sin excepción: son esféricos.
¿Por qué redondos y no cúbicos o con forma de disco?
Las razones por las que tienen esta forma son fascinantes. Hace 4.600 millones de años, en el mismo lugar que hoy ocupan el Sol, los planetas, las lunas y demás objetos del sistema solar, existía una nube de gas y polvo que sería la materia prima para la formación de todos nuestros vecinos planetarios y la Tierra misma.
El polvo comenzó a aglomerarse y a chocar entre sí junto con el gas, formando así pequeños cuerpos que iban ganando masa progresivamente. Como consecuencia, el campo gravitacional de estos fragmentos iba aumentando y manteniendo junto todo el material.
La fuerza gravitacional es de hecho la responsable de la forma de los planetas. Debido a que dicha fuerza “jalona” igualmente hacia el centro todos los lados del protoplaneta –que es como se les denomina a estos planetas incipientes–, esta va moldeando esféricamente el astro, proporcionándole así su característica forma.
En ciencias planetarias nos referimos a este fenómeno como equilibrio hidrostático, el cual hace referencia al estado en el cual existe un balance entre la presión térmica que empuja desde adentro hacia afuera y el peso del material que empuja de afuera hacia adentro, otorgándole así la forma más eficiente para que no se produzca un colapso gravitacional, es decir, la forma esférica ¡Jaque mate terraplanistas!
¿Son todos los planetas perfectamente esféricos?
Los planetas del sistema solar no son perfectamente esféricos. Esto se debe a que presentan movimiento de rotación, por lo que las regiones ecuatoriales van a ser ligeramente más alargadas que aquellas ubicadas en los polos. Planetas como Mercurio y Venus tienen la menor deformación de todos los planetas; por otro lado, Júpiter y Saturno presentan una variación de su radio ecuatorial y polar bastante pronunciada debido a su alta velocidad de rotación.
Para ponerlo en contexto, Júpiter es casi 1.300 veces más grande que la Tierra y su velocidad de rotación es de tan solo diez horas, produciendo así una alta deformación en el ecuador del gigante gaseoso.
DAVID TOVAR
Grupo de Ciencias Planetarias y Astrobiología GCPA, Universidad Nacional de Colombia.
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