La construcción de diques, desvíos y represamientos de ríos; la expansión agrícola y ganadera, la contaminación orgánica y el cambio climático son los principales males que afectan al complejo lagunar más vasto del país: la Ciénaga Grande de Santa Marta.
Todas estas situaciones han desencadenado la muerte de miles de hectáreas de manglar y de especies de peces que habitan dicho ecosistema, en el departamento del Magdalena.
Entre 2014 y 2016, según el Invemar, han muerto 1.300 hectáreas de manglar, producto de la reducción de oxígeno y el aumento de la salinidad –fenómeno causado por la disminución de los caudales de agua dulce que llegan a la ciénaga–. De hecho, entre 1956 y 1999 se perdieron unas 25.400 de las 52.000 hectáreas de bosque de manglar que tiene el complejo.
Algunos de estos problemas no son nuevos, pero sí se han agudizado con el cambio climático, especialmente, por la disminución de los caudales de agua dulce durante el último fenómeno del Niño.
Más atrás, hace 60 años, ya se había presentado una situación parecida tras la construcción de las carreteras Ciénaga-Barranquilla y Palermo-Sitionuevo-Salamina, con las cuales se interrumpió la comunicación del complejo con el mar y el flujo de las aguas del río Magdalena.
La Ciénaga Grande es la laguna costera más grande del país, con una extensión de 4.900 kilómetros cuadrados, y gracias a su riqueza en 1998 fue declarada humedal Ramsar y dos años después, reserva de la Biosfera por la Unesco.
Pero aun así han continuado los desvíos, represamientos y diques ilegales por parte de particulares para ampliar las áreas agrícolas y ganaderas, lo que ha motivado, según la Corporación Autónoma Regional del Magdalena (Corpamag), que se adelanten 42 procesos judiciales en contra de los responsables.
Ante todo este panorama, el Ministerio de Ambiente conjuntamente con las autoridades ambientales y los municipios declararon la calamidad ambiental en agosto pasado, para atender la emergencia causada por la frecuente mortandad de peces. Entre julio y agosto pasados se presentaron tres muertes masivas de estas especies.
De igual manera, se puso en marcha un plan de trabajo que contempla acciones a corto, mediano y largo plazo para recuperar la ciénaga y al mismo tiempo garantizar la seguridad alimentaria de las comunidades.
Este plan se empezó a adelantar con la orientación de una misión de expertos Ramsar, que además realizan estudios que permitirán identificar todas las actividades que se deben realizar en el complejo.
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Y, de acuerdo con la cartera de Ambiente, se vinculó también a la Universidad del Magdalena para que, con la participación de las comunidades, se genere “una propuesta de escenarios futuros de sostenibilidad, bienestar y desarrollo de la ciénaga”.
Igualmente, se han hecho convenios con los ministerios de Transporte, que apoyará las obras hidráulicas; de Vivienda, que aportarán con el saneamiento básico, y el de Agricultura, que se encargará de las actividades productivas en la zona.
A las acciones en defensa de la ciénaga se han vinculado la Fiscalía, la Procuraduría, la Unidad de Parques Nacionales, las Fuerzas Militares y la Policía, con el fin de que contribuyan con el control de las infracciones o delitos que repercuten en el ecosistema.
“Hay muchas quejas de las comunidades y de líderes acerca de concesiones de aguas que se han presentado sin autorización, al igual que taponamientos y desvíos de ríos”, advirtió el ministro Luis Gilberto Murillo durante una visita a la zona, en octubre pasado.
Muchas de las quejas a las que se refiere el funcionario han sido corroboradas en sobrevuelos a la zona realizados por Corpamag y el Agustín Codazzi. Esas pruebas hacen parte de procesos que adelanta la corporación y la Fiscalía.
Cabe aclarar que desde años anteriores las autoridades vienen trabajando en la protección del complejo lagunar y se estima que entre 1992 y 2015 se invirtieron cerca de 170.000 millones de pesos.
De hecho, según la cartera de Ambiente, en 2015 se pusieron en marcha 10 proyectos para la recuperación hidráulica por 31.000 millones de pesos y en este año fueron anunciados 19.200 millones adicionales para la restauración de rondas de caños. Incluso, algunas de las tareas adelantadas el año pasado ya arrojaron resultados, como lo es la recuperación de 12.000 hectáreas del complejo.
Para la doctora en Ecología y Medioambiente y docente de la Universidad del Magdalena Sandra Vilardy, la recuperación del agua es vital para comenzar a revivir la Ciénaga Grande de Santa Marta.
Según esta investigadora, quien hace parte del grupo de expertos Ramsar, “el agua que debería llegar está secuestrada” por particulares, por lo que hace un llamado a las entidades para que se priorice este punto en la restauración.
El primer paso, explicó, es volver a los caudales originales y mejorar la entrada de las aguas del río Magdalena, las cuales están obstruidas y no brindan la capacidad suficiente al ecosistema.
Estas acciones deben ir acompañadas de la creación de una defensa jurídica para la protección del recurso hídrico, que según ella no existe. “El Gobierno debe dar los mecanismos suficientes para que estas aguas se puedan recuperar”, aseguró Vilardy.
La experta también señaló que la Ciénaga Grande es “una víctima más del conflicto armado”, particularmente de los grupos paramilitares que sembraron el miedo en las comunidades, que ahora, con excepción de los pescadores, no se han expresado en defensa del complejo lagunar.
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