En física se conoce como límite de Eddington a un principio según el cual todos los objetos con masa pueden emitir luz hasta cierto punto; sobrepasado este límite, la misma luminosidad empieza a impedir que la fuente que la genera siga funcionando, ocasionando que el objeto se empiece a desintegrar. Se trata de uno de los fundamentos del modelo de radiación (emisión de luz) de la física actual.
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Por lo menos, esto era lo que se creía hasta ahora. Científicos acaban de hacer un descubrimiento que podría replantear dicho modelo a partir de las observaciones en astrofísica, es decir, del estudio de objetos del cielo que de ninguna manera podrían ser reproducidos en laboratorios de la Tierra.
Un equipo integrado por 23 astrónomos pertenecientes a un proyecto de cooperación europea acaba de publicar, en la revista ‘Science’, el hallazgo de una estrella de neutrones –también conocida como pulsar– capaz de emitir luz mil veces por encima del límite de Eddington, lo que la convierte en uno de los cuerpos del cosmos más extremos descubiertos hasta ahora.
La estrella es la más lejana de su tipo captada a la fecha –a 50 millones de años luz– y según los investigadores es capaz de emitir tanta luz en un segundo como nuestro sol en tres años y medio, el equivalente a 300 millones de soles al mismo tiempo. Este fenómeno era algo que solo se les atribuía a los agujeros negros (objetos del universo con una masa tan concentrada que su gravedad es capaz de atrapar, incluso, a la luz).
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El bogotano Guillermo Rodríguez, astrofísico del Observatorio Astronómico de Roma y quien participó en el estudio, reconoce que la primera reacción ante el hallazgo fue de desconcierto.
Esto, debido a que el comportamiento de la estrella –que hace parte de un sistema binario dentro de la categoría de las denominadas Fuentes Ultraluminosas de Rayos X (ULX, en inglés)– anteriormente se atribuía solamente a la presencia de agujeros negros de masas intermedias, de hasta varias cientos de veces la del Sol.
Para explicar el atípico hallazgo, Rodríguez asegura que su equipo de estudio –liderado por el italiano Gian Luca Israel– centró su hipótesis en la configuración del campo magnético de la estrella, sugiriendo que puede ser multipolar; es decir, mucho más complejo que lo que se asumía hasta ahora. “Normalmente, partimos de la base de que las estrellas tienen un campo magnético de dipolo como el de la Tierra, y creemos que una de las razones para explicar la luminosidad de esta estrella es la presencia de un campo magnético multipolar extremadamente fuerte, de 10 a la 15 Gauss (un 10 seguido por 15 ceros)”, explica el investigador y aclara que el campo magnético de la Tierra es de medio Gauss, mientras que el del Sol es de uno, en promedio (aunque puede alcanzar hasta los 4.000 en las manchas solares).
De acuerdo con Rodríguez, la gran cantidad de luz emitida también tendría explicación a partir del material con el que una estrella se ‘alimenta’ de la otra, a través de su impresionante fuerza de gravedad.
La observación del pulsar –denominado NGC 5907 ULX-1– fue hecha gracias al satélite XMM Newton de la Agencia Espacial Europea. Los científicos utilizaron los datos de archivo de ese telescopio y con un programa de computador, diseñado por Rodríguez, analizaron cada estrella en las imágenes de dicha base de datos en busca de señales periódicas; en este caso, las encontraron en la emisión de rayos X de la estrella, con un periodo de 1,13 segundos, correspondientes al periodo de rotación de la estrella.
Rodríguez, experto en objetos compactos como estrellas de neutrones y agujeros negros, y también en astronomía de rayos X, recuerda que uno de los objetivos de la ciencia es encontrar la solución más simple a cualquier problema. Sin embargo, en este caso se han visto obligados a incluir campos magnéticos complejos para explicar dicho hallazgo. Y esto los llevó a plantearse la necesidad de revaluar los modelos físicos con los que se cuenta en la actualidad.
“La utilidad de este hallazgo, sin duda, será poder avanzar en el conocimiento y mejorar los modelos físicos actuales”, apuntó.
NICOLÁS BUSTAMANTE H.
Redactor de EL TIEMPO