A las 3:45 p. m. de este martes, la exploración espacial dio un nuevo salto hacia adelante cuando la firma privada SpaceX realizó el primer lanzamiento de prueba de su súper cohete Falcon Heavy, el cual, con sus 27 motores, 70 metros de largo, 64 toneladas de capacidad de carga y una potencia de más de 500 millones de libras de empuje, promete convertirse en el más poderoso de los vehículos de su tipo en la actualidad.
Los objetivos de la prueba eran testear el cohete, cuyos motores están divididos en nueve núcleos, llevándolo hacia el espacio en una órbita alrededor del Sol entre la Tierra y Marte y, además, recuperar los tres núcleos para su posterior reutilización y, de esta manera, abaratar los costos de los lanzamientos al espacio en el futuro.
El lanzamiento se llevó a cabo desde las plataformas de Cabo Cañaveral, en la Florida (Estados Unidos), el emblemático punto de partida de algunos de los cohetes más importantes en la historia de la exploración del Universo, como los del programa Apollo, que llevaron a los primeros hombres a la Luna, y del programa de transbordadores, que sirvieron para la construcción de la Estación Espacial Internacional.

Falcon Heavy realizará la prueba con la que SpaceX confía en realizar en el futuro misiones a Marte.
SpaceX
El responsable del ambicioso proyecto es Elon Musk, dueño de SpaceX y de otras marcas como Tesla, pionera en la producción de carros eléctricos. De hecho, el Falcon Heavy de este martes reemplazó el aburrido material de carga que han llevado otros cohetes en sus primeros vuelos –bloques de concreto o agua– por un Tesla modelo Roadster de color rojo que perteneció al mismo Elon Musk.
Para Julián Arenas, coordinador del programa de Ingeniería Aeroespacial de la Universidad de Antioquia, el del martes fue un acontecimiento de gran importancia desde varios puntos de vista. Principalmente, desde la ingeniería, pues era la primera vez que se enviaba al espacio un cohete de esta envergadura y poder desde que, en medio de la carrera espacial –en los años 60–, los soviéticos intentaron mandar al espacio, de forma infructuosa, un cohete con un número de motores similar: el N-1, que tenía 30.

Un automóvil eléctrico Tesla de color rojo será la carga que el Falcon Heavy dejará en una órbita cercana a Marte.
SpaceX
“El Falcon Heavy tiene 27 motores y solo es superado en capacidad por el Saturno V, del Apollo (este tenía una capacidad de 110 toneladas de carga). Y poder controlar ese número de motores es un hito de la ingeniería pues hay muchas variables que se deben tener en cuenta para maniobrarlo correctamente, como la cantidad de empuje y su dirección. Todos estos indicadores cambian constantemente, y cualquier error, como que un motor empuje más o menos, puede dañar la calibración del cohete y llevarlo al fracaso”, explica Arenas.
Según el experto, para sortear estas situaciones, los ingenieros de SpaceX contaron con sensores que hacen miles de mediciones en unas pocas milésimas de segundo. “No cabe otra palabra para describir lo que ocurrió que ‘tenaz’ ”, añade.
En opinión de Arenas, el otro desafío que SpaceX debía superar, y que finalmente logró, era la recuperación de los tres núcleos del cohete. Arenas describió el procedimiento: “Cada uno de los tres núcleos tiene nueve motores. Primero, el cohete arrancó con los 27 motores, y, cuando se acabó el vuelo de los núcleos, tras dejar atrás la atmósfera terrestre, los dos laterales se desprendieron y salieron al espacio en un vuelo suborbital, describiendo un arco antes de entrar a la Tierra. Antes de tocar la superficie, los motores accionaron un sistema de retropropulsión que les permitió hacer contacto de forma controlada. Estos dos primeros núcleos llegaron a tierra, mientras que el tercero, el central, cayó posteriormente en el mar. Al final, los tres motores serán reparados y sometidos a mantenimiento para su posterior reutilización. Todo lo anterior sucedió en pocos minutos”.

Cientos de personas esperan al despegue del Falcon Heavy en Cabo Cañaveral.
AFP
De acuerdo con Arenas, que la prueba saliera exitosa significa un giro a la industria aeroespacial, la cual, hoy en día, tiene como principal obstáculo para su desarrollo los grandes costos de producción de motores. “Lo que busca SpaceX al recuperar las etapas de los cohetes es abaratar los precios en hasta un 70 por ciento. El gran problema de ir a Marte o la Luna en estos momentos es que es muy costoso porque se necesitan naves grandes que, de poder hacerlas con precios moderados, se convertirán en los responsables de que los viajes tripulados al espacio, lanzados desde Estados Unidos, vuelvan a ser comunes”, señala.
Cabe recordar que, desde que la Nasa jubiló su programa de transbordadores, en 2011, Estados Unidos depende de Rusia para enviar hombres y mujeres al espacio; desde hace unos años, SpaceX se encarga también de llevar suministros y equipos a la Estación Espacial Internacional.
“SpaceX demostró una capacidad impresionante, no solo para el mercado de los satélites y cargas grandes. Los competidores europeos y americanos del mercado comercial deben de estar temblando. Se vendrán muchos contratos para satélites, y la confianza que SpaceX generó ayer les dará una parte aún mayor en el mercado”, considera Arenas. Y puntualiza: la capacidad del Falcon Heavy y su costo menor abrirán la exploración espacial, tal vez, a un pronto regreso a la Luna y, eventualmente, a las misiones a Marte.
NICOLÁS BUSTAMANTE
Vida EL TIEMPO
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