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Ciencia

Karla Peña: la colombiana que caza planetas y estrellas desde Chile

La astrofísica colombiana Karla Peña.

La astrofísica colombiana Karla Peña.

Foto:Cortesía

Peña hace parte del Centro de Astronomía de la Universidad de Antofagasta. 

La astrofísica colombiana Karla Peña fue una de las invitadas especiales del XXV Festival de Astronomía, celebrado recientemente en Villa de Ley-va. La bogotana es profesora de la Universidad de Antofagasta (Chile) y ha dedicado su vida a intentar desentrañar algunos misterios del universo, cazando lo que se conoce como planetas huérfanos y persiguiendo las estrellas de masa media y baja que le dan forma a nuestra galaxia.
En su paso por el país, la doctora Peña habló con EL TIEMPO sobre la importancia de este campo de estudio, sus proyectos en curso y la relevancia de continuar abriendo espacios para las mujeres en las ciencias en general y, en especial, en la astronomía.

¿En qué consiste cazar planetas huérfanos?

Hay cuerpos que no alcanzan a contar con la masa suficiente para tener combustión de hidrógeno en el interior y no se convierten en estrellas. Pueden tener desde masas cercanas a la de una estrella hasta más próximas a las de los planetas. Un planeta huérfano es uno que no está ligado gravitacionalmente alrededor de una estrella, sino que están orbitando, digamos, en el espacio. Por eso lo de huérfano, porque no están relacionados directamente con una estrella, sino que son objetos de masa planetaria que flotan libremente. Mi carrera comenzó haciendo cacería de esos objetos en Orión.

Si ese fue el tema al que se dedicó en sus inicios, ¿ahora qué investiga?

Ya no trabajo tanto en objetos de masa planetaria, fui aumentando en masa, digámoslo así, entrando al reino de las estrellas de baja masa y de masa intermedia en diferentes regiones de formación estelar y en diferentes cúmulos abiertos de nuestra galaxia.

¿Por qué son temas apasionantes?

Lo más apasionante es entenderlos, tratar de vincular los rasgos observacionales que encontramos con los procesos de formación y los de movimiento que este tipo de objetos tienen. Entonces, es poder entender más el grupo, bien sea de objetos de masa planetaria o de estrellas de baja masa, como un todo y ver cómo es la dinámica de todo ese grupo en su proceso de evolución.

Este campo puede resultar abstracto, ¿nos podría detallar por qué es importante?

Es muy importante porque estos grupos de estrellas o de objetos de masa planetaria, o de enanas marrones, lo que hacen es que mapean nuestra galaxia. O sea, nosotros sabemos que la Vía Láctea es espiral porque tenemos regiones identificadas a lo largo de ella y vamos viendo que hay como una sobredensidad, como un acumulamiento de este tipo de objetos en los diferentes brazos de la galaxia, así es como podemos percibir su forma. Entonces, es como saber en dónde estamos parados, cómo es la forma y la distribución de objetos en la galaxia en la que vivimos. Es conocer nuestro vecindario, el lugar donde vivimos.

En los últimos años hemos visto materializarse ambiciosos proyectos de observatorios astronómicos tanto en la Tierra como en el espacio, como el caso del telescopio espacial James Webb. ¿Cómo se han beneficiado sus investigaciones de estos desarrollos científicos?

Creo que llevamos como ocho o diez años entrando en una nueva era. Lo que pasa es que ahora ya no observamos el universo como por pequeñas ventanitas, haciendo un tipo de estudio de técnica muy específico, sino que tenemos acceso a áreas grandísimas del cielo que han sido mapeadas con diferentes técnicas observacionales y podemos combinar toda esa información. Eso tiene unas implicaciones gigantes, porque ya no es ir armando el rompecabezas a ciegas, como por trocitos, sino hacer un zoom out de la situación y poder ir viendo los procesos de formación, los procesos físicos que están ocurriendo en el universo, pero de forma más global.

En Chile están algunos de los mayores observatorios del mundo. ¿Usted con cuáles trabaja?

Con varios instrumentos. Lo que pasa es que los astrónomos hacemos estudios complementarios. Una parte de mi trabajo la hago con instrumentos que están en el cerro Paranal, en el Very Large Telescope (VLT), también con el Alma (el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array), otro tipo de estudios los hago con algunas cámaras de espectroscopia que están en el Observatorio Las Campanas. Al final se va combinando todo con datos que vienen, por ejemplo, de la sonda espacial Gaia, de la Agencia Espacial Europea. Hacemos como una combinación con datos del Hubble, al final terminas como experto en diferentes instrumentos, tanto de Tierra como de espacio, ahora tenemos acceso a demasiada información física proveniente de muchas fuentes y debemos ser expertos en combinarlas.

¿Cómo surgió su interés por la astrofísica?

Me cuesta incluso un poco reconocerlo, pero fue una especie de escape, porque yo vivía en la época de los 80 y 90 acá en Colombia y era una realidad muy dura. Era una forma de pensar en otro tipo de idioma, en cosas muy abstractas, en lenguaje matemático, en salir un poco de la cotidianidad y de la realidad y pensar en esos fenómenos que eran como tan lejanos y tan abstractos y que lograban mentalmente hacerme un poco descansar. Y luego comenzó el entrenamiento. Entré a Física en la Universidad Nacional, sede Bogotá, y después me fui a hacer la maestría y el doctorado al Instituto de Astrofísica de Canarias (España). Ya después de varias estancias posdoctorales, terminé de profesora asociada en Chile.

¿Se ve algún día regresando a Colombia?

Creo que siempre hay una nostalgia. Sí está un poco el interés siempre abierto, pero el problema es que se generen los espacios. Por ejemplo, en las universidades públicas tenemos la planta docente totalmente congelada desde 2010 en el campo de la astronomía.

Para usted, ¿cómo está el panorama de la participación de la mujer en la ciencia?

Yo soy un caso de éxito, pero si hiciéramos una estadística de las personas que fueron cambiando a otras carreras, pues obviamente sería estadísticamente muchísimo más relevante que yo. Entonces, el problema es global, incluso, y Colombia no se queda atrás. Esto se relaciona fuertemente con lo que ya mencionaba de los poquísimos espacios que hay. Todavía estamos lejos de poder lograr una estabilidad laboral femenina y también masculina.
ALEJANDRA LÓPEZ PLAZAS
REDACCIÓN CIENCIA
@TiempodeCiencia

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