Con la finalización de la etapa número once de La Vuelta a España, coronada por el colombiano Miguel Ángel López, los ciclistas están en el mejor sitio para la observaciones astronómicas en toda Europa continental: el Calar Alto, hogar de los telescopios en los que se registraron algunas de la imágenes cruciales para nuestro entendimiento del Universo en las últimas décadas.
Calar Alto es el producto de la cooperación entre los gobiernos de Alemania y España, que permitió ubicar a 2168 metros de altitud, en una meseta de la Sierra de Los Filabres, cinco telescopios para la observación de luz visible proveniente de todo el universo.
El mayor de ellos, con un diámetro de 3.5 metros, fue el mismo que captó las primeras imágenes de la colisión del cometa Shoemaker-Levy 9 contra el planeta Júpiter el 16 de Julio de 1994.
Ese día, se registró una mancha oscura tan grande como Sudamérica, producida por el impacto del primer fragmento del cometa contra la atmósfera del planeta gaseoso. Durante los siguientes días se registraron 21 impactos y se estima que el más grande de ellos, sucedido el 18 de Julio, liberó una cantidad de energía equivalente a 600 veces el arsenal nuclear de los países de la Tierra (6 millones de kilotones), produciendo una nube en forma de hongo que se extendió a más de 3 mil kilómetros de altura.
Desde Calar Alto se estudió también el impacto de la sonda Deep Impact de la NASA contra el cometa 9P/Tempel, el 4 de julio de 2005. Esa misión, diseñada para estudiar de cerca la composición del cometa, transmitió datos hasta sólo 3 segundos antes de la colisión. La composición del material liberado fue analizado desde la Tierra usando los instrumentos en el observatorio, constituyendo así una fuente fundamental de información sobre este tipo de cuerpo celestes, solamente superada por la obtenida por la sonda Rosetta y su módulo Philae que se posó en el cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko el 12 de Noviembre de 2014.
Desde Calar Alto se descubrieron los jets de gas expulsados por las estrellas en formación y también se observaron las primeras enanas marrones, estrellas fallidas que no puede mantener reacciones nucleares continuas en sus núcleos, en la constelación de las Pléyades. Pero los objetivos futuros del observatorio están puesto en los sistemas planetarios más allá del Sistema Solar y las galaxias más allá de la Vía Láctea.
Desde 2016, el instrumento CARMENES le hace seguimiento a más de 300 estrellas con el objetivo de detectar planetas en sus zonas habitables, es decir, en la región en que la radiación de la estrella permitiría la presencia de agua líquida la superficie de un planeta rocoso con condiciones atmosférica no muy distintas a las de la Tierra. También desde Calar Alto se registra la luz de las galaxias en múltiples frecuencias. Esa luz es la herramienta fundamental para determinar cómo esos conjuntos de estrellas, nubes de gas, planetas, polvo cósmico, materia oscura y energía evolucionan a lo largo de la historia del Universo.
Con estos y otros ambiciosos objetivos, Calar Alto lucha año a año para seguir en operación. Los domos blancos de sus telescopios, que serán testigos inmóviles del empeño y la tenacidad de los hombres que desafían la cumbre a bordo de una bicicleta, son la prueba del esfuerzo de tantos otros que exploran nuevos horizontes en el confín del universo.
*JUAN DIEGO SOLER
Instituto Max Planck de Astronomía
(@juandiegosoler)
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