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Ciencia

¿Desaparecerán los hombres junto con su 'débil' cromosoma Y?

De acuerdo con los expertos, el cromosoma Y ya ha desaparecido en algunos hombres.

De acuerdo con los expertos, el cromosoma Y ya ha desaparecido en algunos hombres.

Foto:iStock

Vital para la diferenciación sexual, este fenómeno puede llevar a que aparezcan especies humanoides.

Nicolás Bustamante
Dentro de 6 millones de años, en un futuro que aún parece remoto, entrar a un club nocturno o a una discoteca se parecerá más a una escena de La guerra de las galaxias o de Viaje a las estrellas que a cualquier otra experiencia de la actualidad.
En la barra y en la pista de baile convivirán diferentes y extrañas criaturas con características tanto de los humanos como de otras especies ‘humanoides’, similares a las que retratan George Lucas y Gene Roddenberry en sus ya clásicas obras de ciencia ficción.
Aunque ahora parece distópico, aquel escenario es plausible dentro de las teorías planteadas por la bióloga australiana Janet Graves, quien asegura que el cromosoma Y, el principal determinante de la diferenciación sexual entre hombres y mujeres, está camino a desaparecer para dar inicio a un nuevo proceso de especiación, similar al que propició que el Homo sapiens conviviera con especies como el neandertal y el cromañón.
Graves, quien expuso sus ideas en Colombia por invitación de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, ha encontrado en sus investigaciones que el cromosoma Y pasó de tener cerca de 1.700 genes a tan solo 45 en un periodo de 130 millones de años, razón suficiente para que la científica argumente la hipótesis de su pérdida inevitable en humanos.
El biólogo Juan Armando Sánchez, profesor titular de la Universidad de los Andes, explica que el cromosoma Y juega un papel fundamental dentro de la reproducción de humanos, pues no solo es el encargado de determinar el sexo de las personas a las pocas semanas del desarrollo embrionario, sino que cumple un rol esencial para la sobrevivencia de la humanidad como la conocemos.
Así se distribuyen los cromosomas X y Y en los humanos.

Así se distribuyen los cromosomas X y Y en los humanos.

Foto:Diseño EL TIEMPO

“Todas las células de todos los seres vivos contienen, en su núcleo, ADN, el cual guarda la información genética para el desarrollo y la permanencia de las especies. Este ADN está compuesto por cromosomas que se organizan en pares y almacenan los genes". dice Sánchez.
Y continúa: "Los perros, por ejemplo, tienen un total de 38 pares de cromosomas, mientras que una especie tan cercana a los humanos como los chimpancés cuenta con 24 pares. Los humanos tenemos 23 pares, y nuestro sexo al nacer depende de la disposición del último par, conformado por dos cromosomas X en las mujeres y por un cromosoma X y uno Y en machos”.
El problema, según Sánchez, es que el cromosoma Y es una versión degradada, atrofiada, del X: es seis veces más pequeño y solo tiene una décima parte de sus genes, siendo solo uno de estos, el SRY, el único determinante para la formación de los rasgos masculinos y de los testículos.
“Es como la fotocopia borrosa de un sistema en desaparición”, dice.
Pero hay un inconveniente adicional: los cromosomas Y, que se producen en los testículos y son los que se van a heredar, lo hacen por millones –para acompañar a cada uno de los espermatozoides que ahí se generan y persiguen la fecundación– y en ausencia de mecanismos de reparación molecular, como ocurre cuando se copian los cromosomas que tienen pares, el cromosoma

Entonces, ¿desaparecerán los hombres?

Graves ha estudiado los cromosomas que intervienen en la determinación del sexo en reptiles, aves, marsupiales y mamíferos, y ha encontrado que, contra lo que se pensaría, en los humanos, perder el cromosoma Y no significará la desaparición de los hombres, y menos la condena de la especie.
En cambio, se abriría un sin límite de posibilidades genómicas para determinar el sexo, y podrían aparecer muchas especies humanas, como las descritas en innumerables obras de ficción.
Un ejemplo clásico de este proceso de especiación es el del señor Spock, el personaje de Viaje a las estrellas recordado por sus puntiagudas orejas y por ser hijo de una mujer humana y de un hombre vulcano, una subespecie humana.
Pero no hay que ir tan lejos para entender este proceso. La pérdida del cromosoma Y ya ha ocurrido en mamíferos como el topo y las ratas espinosas del Japón.
Así queda demostrado en un estudio publicado en Scientific Reports en septiembre del 2016 por los científicos Tomofumi Otake y Asato Kuroiwa, que demostraron cómo mientras que algunas especies de este roedor de las islas Amami retienen el cromosoma, otras lo han perdido.
Asimismo, describen cómo en algunos especímenes las partes importantes del cromosoma Y se incorporaron como un ‘retazo’ a otro cromosoma y en otros un gen mutó e inició la cadena de formación de los testículos.
Antes, en el 2015, Heath Blackmon y Jeffery P. Demuth, científicos de la Universidad de Texas, ya se habían aventurado a lanzar una hipótesis para explicar este fenómeno.
La llamaron la ‘hipótesis del Y frágil’. Ellos evidenciaron pérdidas completas del cromosoma Y en humanos que respondían a alteraciones en la reproducción celular conocida como meiosis, que se da únicamente en los órganos sexuales.
La pérdida del cromosoma Y podría ser el resultado de una anomalía conocida como aneuploidía, que significa una alteración en el número de cromosomas debido a problemas durante la meiosis.
Los investigadores afirman que las aneuploidías cromosómicas sexuales son las más comunes en los nacimientos humanos y que además, ya hay una frecuencia alta de padres con dificultades para generar el cromosoma Y.
Sánchez cree que para conocer con certeza este mecanismo sería necesario examinar a todos lo humanos, aunque destaca que ya hay casos que han despertado la curiosidad de la comunidad científica, como el de Miejsce Odrzanskie, un pueblo de Polonia en donde en los últimos 10 años no ha nacido un solo bebé hombre.
“Predecir con precisión lo que pasará en el futuro es difícil, pues no sabemos siquiera si el hombre llegue a vivir 5 o 6 millones de años más. Pero, en caso de que el cromosoma Y desaparezca, es posible que la población se reduzca debido a una infertilidad generalizada y que poblaciones enteras no lleguen a dejar descendencia.
Pero lo más probable es que empiecen a aparecer nuevas formas de determinar el sexo”, asevera Sánchez.
De acuerdo con él, las primeras poblaciones donde aparezcan nuevas formas de determinar el sexo crecerán rápidamente, pero es improbable que estos nuevos mecanismos sean compatibles entre poblaciones:
“Muchas especies humanas iniciarán rumbos independientes. En algunas poblaciones, quizás, las mujeres que conciban en el verano darán a luz hombres; o quienes lo hagan durante la luna llena tendrán a mujeres. No lo sabemos, solo sabemos que ya no dependerá de la herencia del cromosoma Y”, apunta Sánchez.
NICOLÁS BUSTAMANTE HERNÁNDEZ
nicbus@eltiempo.com
@NicolasB23
Nicolás Bustamante
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