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Ciencia

¿Y si la estrella de Belén no fue la conjunción de Júpiter y Saturno?

Imagen de la conjunción entre Venus y Júpiter

Imagen de la conjunción entre Venus y Júpiter

Foto:Stellarium

El divulgador Germán Puerta plantea, en cambio, que se trató de la alineación entre Júpiter y Venus.

Nicolás Bustamante
“Después de nacer Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, unos sabios llegaron de Oriente a Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarlo... Después de oír al rey, se fueron; y la estrella que habían visto en Oriente iba delante de ellos, hasta que vino a pararse encima del lugar donde estaba el niño.”
Evangelio según San Mateo 2,10.
Una de las estrellas más famosas es el astro bíblico que se cree señaló a los “sabios” la ruta hacia Belén. Lo que el texto no especifica es cuántos hombres sabios habían llegado. Tampoco ofrece ningún detalle sobre el supuesto fenómeno celeste. Si este episodio efectivamente sucedió ¿en realidad qué vieron en el cielo lo célebres reyes magos? ¿Cuál es la verdadera identidad de la Estrella de Navidad?
Durante siglos el asunto ha sido debatido por teólogos, filósofos y astrónomos, y al parecer estos últimos tienen las mejores pistas luego de la investigación sobre los posibles eventos celestes que habrían ocurrido alrededor del año 4 al año 1 a. C.
En primer lugar, no hay certeza sobre la verdadera fecha del nacimiento de Jesús; los expertos estudian los acontecimientos sucedidos desde el año 8 a. C. hasta el año 1 d. C., y mediante el minucioso análisis de la evidencia histórica disponible afirman que la fecha más probable del evento está entre los años 3 y 2 a. C.

Entre los fenómenos celestes brillantes no nos quedan más que las conjunciones planetarias, eventos muy frecuentes a lo largo de los años

En cuanto a los fenómenos celestes que podrían explicar la Estrella de Belén, es claro que no fue un evento transitorio o de corta duración, pues el texto indica que se observó durante meses. 
Eventos como bólidos y lluvias de meteoros son muy efímeros y además bastante comunes, y hay que descartarlos. Un excelente candidato sería el tránsito de algún brillante cometa, visión notable y que puede durar varias semanas, pero no hay referencias sobre cometas brillantes en tiempos bíblicos.
Otro buen candidato a Estrella de Belén sería la aparición de una estrella nova o supernova, un evento producido por una estrella en explosión que incrementa su luminosidad en grado tal que puede aparecer a los observadores como una nueva estrella en el cielo.
Los astrónomos chinos, dedicados a estudiar el cielo en detalle, registraron la explosión de una estrella nova, o tal vez una supernova, entre los años 5 y 4 a. C., fecha que también nos parece muy temprana para el evento y además, en la constelación Capricornio, pero es un lugar del cielo que no corresponde con la orientación referida en la Biblia.
Entre los fenómenos celestes brillantes no nos quedan más que las conjunciones planetarias, eventos muy frecuentes a lo largo de los años. Con el desarrollo de los modernos software de Astronomía se puede proyectar hacia el pasado o hacia el futuro la posición de los astros en cualquier momento y desde cualquier lugar, y así podemos revisar las conjunciones candidatas a Estrella de Belén.
A principios de agosto del año 3 a. C., Venus y Júpiter, los dos planetas más brillantes, se observaron muy cercanos entre sí, saliendo sobre el horizonte al Oriente, antes del amanecer. Y el 12 de agosto lograban un acercamiento aparente de solo 9 minutos de arco (0,15 grados), difícil de separarlos a simple vista, y para el observador casual, una sola y brillante estrella. Sin duda una visión impresionante y muy rara que coincide con las fechas más certeras del nacimiento de Jesús.
Este evento se convierte en un magnífico candidato a Estrella de Belén por varias razones. Primero, la conjunción de Venus y Júpiter entre el año 3 y 2 a. C. se presenta en la constelación Leo, el León, el Rey, fuente de la interpretación del nacimiento de un nuevo rey por estos sabios que sin duda eran expertos astrólogos, como correspondía a la época.
El 12 de agosto del año 3 a. C, Venus y Júpiter se encuentran en conjunción próxima sobre el horizonte oriental; los sabios deciden viajar, lo cual toma meses de preparación, tiempo suficiente para que los planetas se separen, quedándose Venus en Oriente y próximo al Sol, mientras Júpiter se va desplazando paulatinamente hacia el cenit y luego hacia el Occidente, señalando así la ruta a Belén.
Efectivamente, el 11 de febrero del año 2 a. C., seis meses después, Júpiter se encuentra sobre el horizonte occidental, en este caso sobre Belén, continúa en la constelación Leo y esa noche en conjunción cercana con la estrella Regulus “el pequeño rey”, “la estrella real”, la estrella más brillante de Leo.
El simbolismo de todo esto apoya también la historia de la interpretación que le dan los sabios, sin duda unos agudos observadores del cielo: Júpiter representa el “padre o rey de dioses”, se une con Venus “amor y fertilidad”, para tener un hijo en Leo que representaba “el Sol y la monarquía”; y al final Júpiter en conjunción con Regulus “el pequeño rey”.
Mejor dicho, algo así les indicó que había nacido el esperado Mesías.

El simbolismo de todo esto apoya también la historia de la interpretación que le dan los sabios, sin duda unos agudos observadores del cielo

Hay otras conjunciones en estas épocas que involucran la Luna y los planetas en otras constelaciones, pero la de Venus y Júpiter en Leo es una probable interpretación de la Estrella de Belén.
GERMÁN PUERTA
*Divulgador científico del Planetario de Bogotá
Nicolás Bustamante
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