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Ciencia

El papel de la nevera en la lucha contra el cambio climático

Varias iniciativas globales impulsan el uso de refrigerantes más ecológicos y su reemplazo por sistemas y tecnologías modernas más eficientes.

Varias iniciativas globales impulsan el uso de refrigerantes más ecológicos y su reemplazo por sistemas y tecnologías modernas más eficientes.

Foto:123rf

Urge eliminar los hidrofluorocarbonos que dañan la capa de ozono. Colombia, pionera en abandonarlos.

Este mes, los signatarios del Protocolo de Montreal, relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono, se reunirán en Kigali (Ruanda) para discutir una enmienda al tratado que reduciría gradualmente, hasta eliminarlos, el uso de los hidrofluorocarbonos (HFC), uno de los seis principales gases de efecto invernadero, que suelen usarse en los sistemas de climatización y refrigeración.
La enmienda ayudaría a reforzar el desarrollo sostenible y podría evitar la emisión de entre 100.000 y 200.000 toneladas de estos gases para el año 2050. Esto es suficiente como para hacer avanzar al mundo una cuarta parte del camino necesario para mantener el nivel del calentamiento global en 2 grados centígrados por encima de los registros preindustriales, objetivo acordado en la cumbre climática de París, en diciembre pasado.
El Protocolo de Montreal –que entró en vigor en 1989– se creó para reparar la capa de ozono, que protege al planeta de los niveles letales de los rayos ultravioleta. Hasta ahora ha tenido un éxito notable: cerca de 100 sustancias químicas que la destruyen se han dejado de producir en las últimas tres décadas. La capa de ozono está mejorando y, según las últimas estimaciones, se podría recuperar para el año 2065, con lo que se ahorrarían miles de millones de dólares en atención en salud y costos agrícolas en todo el mundo.
Gran parte de esta mejora se debe a los HFC, que son una excelente alternativa a los clorofluorocarbonos (CFC), más antiguos y perjudiciales para la capa de ozono, que se han dejado de producir. Sin embargo, algunos de los HFC son 4.000 veces más potentes como gases de efecto invernadero que el dióxido de carbono, por lo que representan un desastre climático potencial, y su uso aumenta en un 10 por ciento anual.
Por ello, en medio de la lucha contra el cambio climático, tiene sentido centrarse en los HFC. Para comenzar, su reducción puede conllevar beneficios económicos, gracias a las importantes mejoras en eficiencia energética que permiten los sistemas de refrigeración y climatización más modernos. Con solo ir poniendo en funcionamiento sistemas de climatización más eficientes, se lograría una reducción de emisiones equivalente a 2.500 plantas generadoras medianas de máximo rendimiento (las que aportan energía a la red en periodos de alta demanda, como el verano).
En China, pasar al uso de refrigerantes más ecológicos e impulsar la eficiencia energética de los sistemas de climatización y refrigeración podría ahorrar el equivalente en emisiones a ocho represas hidroeléctricas como la de las Tres Gargantas. En India, equivaldría a más que duplicar la actual Misión Solar Nacional, promovida por el Gobierno para aumentar la penetración de la energía solar y la instalación de nuevas plantas solares en terrenos y techos.
Muchos países, incluidos los de la Unión Europea, Estados Unidos, Belice, Burkina Faso, Colombia, Egipto, Serbia y Yemen, ya reconocen estos importantes beneficios y están adoptando medidas unilaterales para ir abandonando el uso de los HFC. Si se logra un sólido acuerdo en Kigali, esta iniciativa ganaría impulso y se obtendría apoyo financiero para los países en desarrollo que desean hacer la transición a tecnologías más modernas pero que carecen de los recursos necesarios para ello.
En el sector privado, gigantes de la venta minorista como Walmart y Nestlé se han unido al Foro de Bienes de Consumo, una iniciativa climática cooperativa, y han acordado ir eliminando los productos con HFC. Mediante una iniciativa llamada ‘¡Refrigerantes, naturalmente!’, las Naciones Unidas y Greenpeace están trabajando con Coca-Cola, Pepsico, Redbull y Unilever con el mismo fin.
No hay duda de que en la reunión de Kigali se producirá una importante enmienda sobre los HFC. Sin embargo, a algunos países de zonas especialmente tórridas les preocupa que las alternativas más ecológicas para reemplazar los sistemas de climatización, esenciales para ellos, no funcionen tan bien. El acuerdo puede abordar estas inquietudes mediante una exención temporal para estas naciones mientras otras adoptan los sistemas más modernos y demuestran su eficacia.
El calentamiento global ya está teniendo efectos devastadores sobre algunos de los pueblos más vulnerables del planeta. En último término, todos los países tendrán que encontrar maneras de avanzar en la reducción de los HFC y del cambio climático en general, mediante los planes nacionales de acción y de reducción de emisiones contemplados en el acuerdo de París. Para lograrlo, pueden ser de ayuda los acuerdos hermanos, como el Protocolo de Montreal.
Los HFC también serán un tema central en la próxima gran conferencia de la ONU sobre el cambio climático, la COP22, que se realizará en noviembre en Marrakech (Marruecos). Confiamos en que los gobiernos que se apresten a reunirse en Kigali entiendan la necesidad de lograr un sólido acuerdo sobre los HFC que dé impulso a otros temas de la agenda en Marrakech, como los Objetivos de la ONU para el Desarrollo Sostenible.
La reducción de los HFC es un paso acertado, quizás el más acertado, para que el mundo logre reducir con rapidez las emisiones globales, evitando así que el cambio climático alcance niveles catastróficos.
PATRICIA ESPINOSA Y MARIO MOLINA*
© Project Syndicate
Nueva York.
* Patricia Espinosa es secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Mario Molina compartió en 1995 el Premio Nobel de Química por su trabajo sobre los gases que dañan la capa de ozono.
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