En menos de 15 días, un tramo de un kilómetro de carretera, entre Calamar y Miraflores, apareció entre la selva tupida de estos dos municipios del Guaviare. A ello se le suma que en ese departamento, en el sector de El Retorno, se perdieron cerca de 500 hectáreas de bosque amazónico en tan solo tres meses.
Los puntos del avance de esta vía ilegal, y de la carretera denominada Marginal de la Selva, en otro punto de esa región, fueron detectados por el sistema de alertas tempranas de deforestación del Ideam, que este viernes dio a conocer los ocho focos de esta problemática ambiental en el país. Guaviare lidera la lista. (Lea también: Un recorrido de ensueño por las maravillas ocultas de Guaviare)
El suroccidente del Meta; el Catatumbo, en Norte de Santander; la cuenca del río Quito, en Chocó; los límites entre Guaviare y Meta; el sur del río Caquetá; el norte de Antioquia, cerca de la serranía de San Lucas, y áreas del Pacífico en Nariño son las otras siete zonas del país donde, entre octubre y diciembre del año pasado, hubo mayor tala de árboles.
Solamente Guaviare concentra el 14 por ciento de estas alertas por la devastación de las coberturas boscosas. Meta, Antioquia, Putumayo, Norte de Santander y Caquetá concentran el 65 por ciento de las acciones ilegales contra los bosques, según muestran las imágenes de satélite que procesa el Ideam.
Alerta en la AmazoniaLuis Gilberto Murillo, ministro de Ambiente, denunció que en la Amazonia hay redes criminales para generar potrerización. Y más allá del cultivo de productos ilícitos, lo que pretenden es lavar activos con la expectativa de posesión de la tierra.
“Son redes delincuenciales muy peligrosas, como se lo hemos venido informando a la Fiscalía”, dijo Murillo.
Se estima que se han construido 12 carreteras ilegales en esta zona, donde se ubican los parques nacionales naturales de La Macarena, Tinigua y Chiribiquete. Además, se han tumbado bosques para darles paso a pistas aéreas con el fin de usarlas para narcotráfico.
La ganadería no es un mal menor en la zona. De hecho, según denuncias de la comunidad, hay un área que tiene más de 30.000 cabezas de ganado en plena selva amazónica.
Luz María Mantilla, directora del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas Sinchi, destacó que es imperioso romper con la cultura de la ilegalidad en esa zona, para que los campesinos encuentren otras actividades productivas más afines con el aprovechamiento forestal.
Aunque la mayoría de las alertas se sitúan en la puerta de entrada al gran bioma amazónico, el municipio que reportó más amenazas fue Tibú, en Norte de Santander, donde el avance de los cultivos ilícitos hace peligrar los ecosistemas de la zona del Catatumbo.
La explotación ilegal de oro es el otro motor de degradación ambiental en los focos de la cuenca del río Quito, en Chocó, y en los municipios de Remedios, Segovia y El Bagre, en Antioquia; y en Santa Rosa del Sur, en Bolívar.
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