El cambio climático es uno de los temas más sensibles y polémicos para Donald Trump, el nuevo presidente de Estados Unidos.
No es para menos si se tiene en cuenta que antes de ocupar el cargo más importante en la potencia estadounidense, Trump aseguró que el fenómeno de calentamiento de la Tierra por las acciones del hombre era una historia inventada por los chinos para desacelerar la economía de Estados Unidos, a pesar de una larga evidencia científica de más de cuatro décadas y de los registros de las temperaturas más altas en la historia del planeta en los últimos tres años.
La bienvenida, entonces, en el movimiento ambiental no es la más 'cálida'. De hecho, la polémica por la asignación de Scott Pruitt, un negacionista de la ciencia del clima y aliado de la industria petrolera, como director de la Agencia de Protección del Medioambiente estadounidense (EPA), agitó aún más las críticas a su futura gestión. (Lea también: 'Donald Trump ya es oficialmente el presidente de Estados Unidos')
No obstante, el liderazgo de países como China y Francia en las cumbres internacionales sobre el clima, que buscan un comprometer el cambio de la matriz energética de las fósiles a las renovables como la solar y la eólica, ponen a prueba el “nefasto” panorama que conllevaría la presidencia Trump.
Tres hechos que preocupan
1. 1. No cree en la ciencia climáticaDurante su campaña como candidato, Trump se mostró también partidario de sacar al país del Acuerdo de París y aseguró que retiraría todos los fondos de EE. UU. para las Naciones Unidas que tengan que ver con el cambio climático.
2. Scott Pruitt como nueva cabeza de la defensa ambientalOrganizaciones de defensa del ambiente y demócratas criticaron el nombramiento de Pruitt, a quien acusan de ser escéptico del cambio climático y de querer eliminar importantes regulaciones federales relacionadas con el ambiente que afectan al sector industrial.
Pruitt es un conocido amigo del sector petrolero y como fiscal general de Oklahoma, que inició nada menos que 14 acciones judiciales contra la EPA, la misma agencia que ahora presidirá, por considerar que las normas ambientales estaban frenando a las empresas.
Andrew Rosenberg, de la ONG Unión de Científicos Preocupados, aseguró que están claramente preocupados de que “el papel de los científicos que trabajan en la cuestión climática en el gobierno termine hundiéndose".
Además de Pruitt, Trump eligió para conducir el Departamento de Energía (que controla numerosos laboratorios de investigación científica), a Rick Perry, exgobernador de Texas, ácido crítico de la tesis de cambio climático y quien llegó a proponer la eliminación del departamento que ahora deberá conducir.
3. Limitar la investigación científicaEn opinión de Rush Holt, director de la Asociación Estadounidense para el Progreso de la Ciencia (que publica la prestigiosa revista 'Science'), existe "incertidumbre y angustia" entre los científicos a raíz de las contradicciones expresadas por el gobierno. Ante este escenario, 5.500 científicos (incluyendo nada menos 20 ganadores de Premios Nobel) suscribieron una carta abierta dirigida al nuevo gobierno y al Congreso para "garantizar la mayor integridad, transparencia e independencia en la utilización de la ciencia para apoyar políticas federales".
Dos hechos que no puede obviar
1. Sin salida pronta del Acuerdo de ParísAunque Trump amenazó con retirar a Estados Unidos –el segundo países de mayor emisión de gases efecto invernadero después de China– del Acuerdo de París, el primer pacto global para actuar ante el cambio climático, para varios expertos el camino jurídico para salirse de este compromiso internacional le tomaría varios años.
Melinda Pierce, de la influyente ONG ecológica Sierra Club, piensa que no será fácil desmontar rápidamente las reglamentaciones ambientales y denunciar acuerdos internacionales. "Creo que habrá una presión internacional muy fuerte para persuadir a Trump para que no se retire del Acuerdo de París", dijo.
Además, durante la Cumbre del Clima en Marrakech a finales del 2016, ningún país dio señales de seguir al presidente electo estadounidense si abandonaba el pacto tal como prometió en campaña, y muy al contrario los otros grandes emisores (Unión Europea, China, India o Brasil) se apresuraron a manifestar que la transición hacia una economía baja en carbono es "irreversible".
2. La economía lo puede persuadirAntes de que decida dejar en el papel el plan de la anterior administración para impulsar las energías renovables, el presidente Obama escribió en la prestigiosa publicación científica 'Science' un llamado de la atención a Trump para que no eche en saco roto las ventajas económicas y ambientales que tendría la transición energética para Estados Unidos.
De hecho, el investigador Michael Mann, de la Universidad de Pensilvania, señaló que un argumento económico podría convencer a Trump con relación al calentamiento global. "El resto del mundo ya no debate más el cambio climático, sino la inversión en una rápida transición hacia energías sin carbono", dijo.
Por ello, "no creo que los conservadores quieran ver al país distanciarse de la gran revolución económica del siglo XXI, que ya está en curso y que permite crear más y más empleos mientras lucha contra el calentamiento y preserva el ambiente", apuntó Mann.
Para la muestra está que la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena, por sus siglas en inglés) anunció que el 2015 marcó el récord de inversión en renovables (348.000 millones de dólares) y que tres países de América Latina encabezaron la lista de receptores de la misma: Brasil, Chile y México.
VIDA / MEDIO AMBIENTE
Con información de AFP y EFE
Comentar