Esta lluvia tiene su origen en los escombros que va dejando a su paso el asteroide 2004 TG10, los cuales, al entrar al hacer contacto con la atmósfera terrestre, generan los llamativos destellos de luz característicos de estos fenómenos.
Por otra parte, el 16 de este mes también ocurrirá la lluvia de meteoros de las Leónidas, que proviene de los fragmentos del cometa Temple-Tuttle.
Finalmente, en la madrugada del 30 de noviembre habrá un eclipse penumbral de luna, fenómeno que sucede cuando el satélite terrestre pasa parcialmente por la sombra que proyecta nuestro planeta.
De acuerdo con Germán Puerta, divulgador científico del Planetario de Bogotá, para poder apreciar mejor estos acontecimientos, siempre será mejor hacerlo desde un lugar con poca contaminación lumínica, lejos de las ciudades.
No obstante, Puerta aclara que los dos primeros acontecimientos no serán tan visibles por cuenta de la fase lunar con la que coinciden, que es la creciente. Esta, dice, genera mucha luminosidad que impide ver los bólidos.
"En el caso del eclipse, se trata de uno de los menos apreciables", añade Puerta.
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