¿Cómo cuantificar la furia de estas enormes tormentas giratorias con su carga de vientos, lluvias, y marejadas, que son los huracanes?
No hay una forma única de medir sus efectos. La clasificación más popularmente utilizada fue desarrollada en 1971 por el ingeniero civil Herbert Saffir y el meteorólogo Robert Simpson, entonces director del Centro Nacional de Huracanes en Estados Unidos.
Saffir era especialista en estructuras y había realizado investigaciones para las Naciones Unidas buscando soluciones económicas de vivienda para regiones propensas al impacto de huracanes. Inspirado por la escala de Richter, usada para medir la intensidad de los sismos, Saffir introdujo una escala discreta que va de 1 a 5, dependiendo la velocidad de los vientos del huracán.
La versión moderna de esta escala –denominada Saffir-Simpson– aún excluye el efecto de las inundaciones costeras, la cantidad de lluvia y la topografía del terreno, por eso no es una descripción completa de los efectos del huracán aunque da una referencia del daño estructural que pueden causar sus vientos sostenidos.
El viento de un huracán de categoría 3, como Beta –que asoló a San Andrés y Providencia en octubre del 2005–, puede causar daño estructural a las viviendas de madera y destruir estructuras sin cimientos.
Solamente estructuras de concreto reforzado o acero se mantienen en pie ante la sacudida de los vientos de un huracán de categoría 5, como Irma durante su paso por las islas del Caribe. Por eso esa categoría corresponde a daño catastrófico.
No existe una categoría 6 para medir huracanes, ni hay planes de establecerla, simplemente porque la categoría 5 ya contempla la mayor escala de daños que pueden producir los vientos durante una tormenta. La mayoría de los edificios no pueden resistir vientos sostenidos de 250 kilómetros por hora, el límite inferior en la categoría 5, y las zonas afectadas por huracanes de tal intensidad quedan inhabitables por semanas y hasta meses.
El aumento de nivel y la temperatura de los océanos por efecto del calentamiento global garantizan que en el futuro tengamos tormentas más destructivas. Pero no necesitamos añadir otra categoría cuando el nivel del daño no puede ser mayor.
JUAN DIEGO SOLER
Astrofísico investigador del Instituto Max Planck de Astronomía
(@juandiegosoler)
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