Oímos a diario de las muchas cosas que causan cáncer. Son tantas que es imposible evitarlas, por lo que tenemos que aprender a vivir con ellas y, hasta donde sea posible, a prevenirlas, tanto para nosotros como para nuestros hijos.
El cáncer de cérvix o cáncer de cuello uterino es uno de los más frecuentes en nuestro medio. Desde mediados del siglo pasado se está estudiando su relación con el virus del papiloma humano (VPH) y se ha concluido que este es uno de los principales factores de riesgo para que se desarrolle.
Esto no significa que si una persona se infecta con el virus, seguro le va a dar el cáncer. Del 70 por ciento de mujeres que adquieren la infección, la mayoría son transitorias, solo en cerca del 25 por ciento de los casos el virus se queda persistente en el tejido cervical y de estos, entre 20 y 40 por ciento progresarán a lesiones tipo cáncer.
Investigadores de la Universidad del Rosario y de la Fundación Instituto de Inmunología (Fidic) llevan varios años estudiando cómo es el comportamiento de este virus en nuestro país. Entre sus resultados muestran que de los más de 15 tipos de VPH de alto riesgo reportados en el mundo, el VPH 16 es el más frecuente.
También han mostrado que se requiere de la convergencia de más de un factor de riesgo para que se desarrolle esta enfermedad.
Entre los factores de riesgo reportados por ellos están el inicio de relaciones sexuales de manera temprana (16 años o antes), haber tenido más de tres compañeros sexuales, haber sido infectado por más de un tipo viral simultáneamente y no estar vacunado. A esto yo añadiría el no usar preservativos.
Por esto, vacunar es prevenir el cáncer. Es una responsabilidad de los padres llevar tanto a niñas como niños a vacunarse contra este virus. A ellas, por ser las de mayor riesgo, y a ellos, porque además de que también pueden sufrir de esta infección y de otros cánceres asociados con este mismo virus, se ha observado que para que una población esté protegida, se requiere que el 85 por ciento de las niñas estén vacunadas o, de lo contrario, debemos incluir también a los niños en la vacunación.
Es hora de aceptar que la vacuna contra el VPH es una excelente estrategia para disminuir el cáncer en nuestra región. Si hay temor a que desarrollen enfermedades autoinmunes tipo Guillain Barré, hay que saber que estas enfermedades van a estar rondando nuestro medio con o sin vacunas; no son problemas vacunales ni son inmunoprevenibles; son un tema que no se relaciona de manera particular con el VPH.
Papás, eviten que su hija tenga este factor de riesgo y contribuyan con disminuir los casos de cáncer en nuestra región.
MARÍA FERNANDA GUTIÉRREZ
Bacterióloga y Ph. D. en Ciencias Biológicas