Julián Gallo Cubillos es hoy, oficialmente, un senador de la República –producto del acuerdo de paz con el gobierno Santos– y, además, el dueño de un discreto expendio de comidas, abierto en enero pasado, con dos empleados a su cargo.
Pero en 1995 era alias Carlos Lozada, un escurridizo guerrillero que era el líder de la red urbana Antonio Nariño (Ruan), de las Farc, con más de una veintena de milicianos a su cargo.
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Julián Gallo Cubillos, alias Carlos Antonio Lozada, hoy es senador de la República.
Carlos Ortega / EL TIEMPO
Solo unas pocas personas en Palmira, Valle, sabían que Gallo había decidido enlistarse en las Farc y que estaba detrás de las escaladas terroristas en Bogotá, ataques a estaciones de policía, secuestros en Cundinamarca y entrenamiento de milicias en Ciudad Bolívar.
Por eso, luego de que el sábado pasado las Farc admitieron la autoría del magnicidio del líder conservador Álvaro Gómez Hurtado (2 de noviembre de 1995), los focos se centraron en la Ruan y en sus miembros.

Según el exFar, la orden de matar a Álvaro Gómez llegó a través del ‘Mono Jojoy’
Rodrigo Arangua / AFP
De hecho, autoridades desempolvaron una declaración de un desmovilizado de las Farc que había hablado del tema en el pasado, cuyo testimonio EL TIEMPO conoció en primicia.
Es claro que las autoridades –en cabeza de la Jurisdicción Especial de Paz (JEP)– tendrán que exigirle a la Farc la evidencia de que realmente ordenaron y ejecutaron un crimen –declarado de lesa humanidad– que siempre apuntó a agentes del Estado, paramilitares y miembros del cartel del norte del Valle.
La versión del ex-Farc, conocida por este diario, señala que la orden de matar al líder conservador llegó directamente del bloque Oriental, la facción militar más grande de la exguerrilla, comandado por Jorge Briceño, Suárez alias el Mono Jojoy.
Y agrega que la instrucción fue recibida por ‘Carlos Lozada’, líder de la red urbana. Incluso identificó al gatillero: alias el Profe que, dice, aún está vivo.
Alrespecto, Lozada le admitió el martes en la noche a El Espectador esta versión, pero aseguró que todos los que participaron, están muertos.
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Fuentes cercanas a esa exguerrilla le dijeron el sábado a EL TIEMPO que había un odio de alias ‘Tirofijo’ a Gómez Hurtado, por haber sido él quien animó los bombardeos y la persecución militar a las Farc.
Además, que el ala disidente de Iván Márquez y de ‘Jesús Santrich’ estaba enviándoles mensajes extorsivos a la de Rodrigo Londoño y ‘Carlos Lozada’, en el sentido de que si seguían en el proceso de paz, filtrarían la información sobre ese magnicidio.
La orden de matar a Gómez llegó del bloque Oriental, la facción militar más grande de la exguerrilla, comandado por Jorge Briceño, Suárez alias el Mono Jojoy.

Rodrigo Londoño también admitió la autoría de las Farc de magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado.
Mauricio Moreno. EL TIEMPO
Lo concreto es que, uno a uno, los líderes de esa exguerrilla han salido a confirmar la versión que le dieron a la JEP en una escueta carta que tendrán que ampliar en detalle.
Este martes el turno fue para Rodrigo Londoño, jefe del partido Farc y exmiembro del secretariado de la extinta organización subversiva: “Somos los únicos responsables de su muerte, por favor, que dejen de buscar el ahogado aguas arriba”.
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EL TIEMPO habló con altos oficiales de la Policía de la época, y aseguraron que en el organigramas de la Ruan no apareció ‘Carlos Lozada’, pero sí nombres como Fernando Ujabán Salinas, alias José Marbel Zamora (capturado en 1996 y dejado en libertad en el 2000 por vencimiento de términos) y José Milcíades Urrego, quien ingresaba el armamento por Panamá.
La Ruan era tan importante que el propio ‘Tirofijo’ metió a varios de sus miembros en la lista de canjeables por policías, durante el gobierno Pastrana.
“Esto es una cortina de humo para esconder otras responsabilidades”, le dijo a EL TIEMPO el general en retiro Luis Eduardo Martínez, quien fue comandante de la Policía Judicial de Bogotá (Sijín) desde 1999 hasta 2002.
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Sin embargo, Martínez señaló que la Ruan fue la responsable de introducir en Bogotá una clase de terrorismo con explosivos para atentar contra estaciones de policía: “Su centro de operaciones quedaba en Sibaté, donde disponían sus acciones contra la población civil”.
El reto de la justicia en este caso es monumental, así sea a las Farc a las que les corresponda entregar evidencia que respalde su autoincriminación.
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A raíz de este episodio, se revivió la llamada masacre de Mondoñedo, ocurrida en septiembre de 1996 y por la que fueron condenados 6 policías. En efecto, el Juzgado 8 especializado de Bogotá encontró culpables (en 2017) a un capitán y a cuatro sargentos de haber torturado y asesinado a universitarios a quienes señalaron de ser milicianos de las Farc.
Las familias de las víctimas aún reclaman verdad, justicia y reparación.
El TIEMPO intentó contrastar la versión del exguerrillero con el senador Julián Gallo, pero al cierre de esta edición no había respondido los mensajes.
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No obstante, otro exmiembro de las Farc que estuvo en la zona de despeje del Caguán le dijo a este diario que el magnicidio de Gómez Hurtado se expuso en ese escenario y también en La Habana (ver nota anexa).
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