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Videojuegos

Horas entrenando y líos de convivencia: la vida en una 'gaming house’

KLG está conformado por los chilenos Joaquín Pérez, conocido con el nickname de ‘Plugo’; Eduardo Garcés, cuyo apodo es ‘Slow’; Sebastian Mateluna, llamado dentro del juego como ‘Tierwulf’ y los argentinos Damián Rea (‘Nate’); y Nicolás Sayago (Fix).

KLG está conformado por los chilenos Joaquín Pérez, conocido con el nickname de ‘Plugo’; Eduardo Garcés, cuyo apodo es ‘Slow’; Sebastian Mateluna, llamado dentro del juego como ‘Tierwulf’ y los argentinos Damián Rea (‘Nate’); y Nicolás Sayago (Fix).

Foto:Tecnósfera

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Son espacios en donde viven gamers profesionales. EL TIEMPO visitó la casa del equipo KLG, en Chile.

Ana Maria Durán
En una casa amarilla de tres pisos ubicada en un rincón de la comuna de Huechuraba, en el norte de Santiago de Chile, vive una familia particular. Es una zona tranquila, que se asemeja a un barrio típico de Estados Unidos con casas, perfectamente alineadas, que cuentan con amplios jardines y garajes. Pero las rutinas en aquella vivienda se salen de todos los estándares tradicionales: es el recinto de cinco jóvenes entre los 18 y 22 años que dedican su vida entera a los videojuegos y, en concreto, al exitoso título de League of Legends (LoL), desarrollado por la compañía Riot Games. 
Allí viven los integrantes de Kaos Latin Gamers (KLG), uno de los equipos chilenos de e-sports más importantes de Latinoamérica, que fue fundado en 2013. Es el hogar de los chilenos Joaquín Pérez, conocido con el nickname de ‘Plugo’; Eduardo Garcés, cuyo apodo es ‘Slow’; y Sebastian Mateluna, llamado dentro del juego como ‘Tierwulf’ y los argentinos Damián Rea (‘Nate’); y Nicolás Sayago (Fix).
Es en este espacio donde ocurren largas jornadas de preparación y entrenamiento a las que se deben enfrentar para triunfar en los grandes torneos internacionales. Todos conviven durante temporadas que van de 4 a 5 meses; es su lugar de trabajo, su hogar y la ‘cuna’ que alberga su pasión por este videojuego para PC, que cuenta con alrededor de 100 millones de jugadores en el mundo.
En la sala de la ‘gaming house’, como son denominadas las casas donde viven los grupos de ‘gamers’, no hay sofás ni comedor. En su lugar hay una fila de computadores equipados con audífonos, teclados y sillas especiales para gamers.
En la sala están ubicados los equipos para los entrenamientos.

En la sala están ubicados los equipos para los entrenamientos.

Foto:Tecnósfera

“Acá es donde se crea la magia detrás del computador, es donde practicamos todos los días para seguirnos mostrando como equipo”, dice Eduardo Garcés, de 21 años.
Frente a cada dispositivo hay un cuadro con el apodo de cada jugador y una imagen de uno de los ‘campeones’, como son llamados los personajes de LoL. En las paredes hay fotos de los momentos de triunfo, (en septiembre se coronaron campeones de la Copa Latinoamérica Sur, enfrentaron a Infinity eSports en la gran final Latinoamericana y clasificaron al Campeonato Mundial en Corea del Sur). El lugar está ambientado con luces azules y moradas, que fortalecen esa estética gaming, caracterizada por ser llamativa y de tonalidades vibrantes.

La gente piensa que simplemente es jugar pero hay muchas cosas por detrás

La primera parte de los entrenamientos, que se realiza en esta zona, comienza a las 10 de la mañana, luego del desayuno, y va hasta la 1 de la tarde. El segundo bloque de preparación arranca a la 1 de la tarde y se extiende hasta las 8 de la noche. Son juegos de práctica contra otros equipos de diferentes partes del mundo que tienen entre sus objetivos analizar, con la ayuda de entrenadores y analistas, las tácticas de los rivales. La estrategia es la clave de League of Legends, en donde la meta principal es derrotar la estructura base del equipo enemigo (llamada nexo), por eso, la observación del contrincante es vital.
“La gente piensa que simplemente es jugar pero hay muchas cosas por detrás. Ya sea estudiar tendencias que tienen otros equipos, por ejemplo saber qué hicieron del minuto 0 al 10, o ver si tienen un estilo de juego pronunciado”, explica Nicolás Sayago, de 22 años.
Una vez terminan los entrenamientos en equipo, los jugadores tienen tiempo libre. Pero normalmente, la mayoría continúa entrenando individualmente. Algunos realizan transmisiones en vivo de sus partidas en donde interactúan con su fanaticada, así que sus jornadas normalmente finalizan alrededor de las dos de la mañana. “Es una rutina que tenemos todos los días y realmente a veces es agotador, pero si quieres ser el mejor se requiere de un gran sacrificio”, dice Sayago.
“Además, siempre hay nuevas actualizaciones dentro del juego por lo que la única forma de mantenerse al día es usar el tiempo libre para seguir jugando y practicando”, agrega Joaquín Pérez.

Vivimos en el mismo lugar que trabajamos y el convivir con la gente con la que trabajas a veces puede generar conflictos

El poco tiempo en el que no juegan intentan hacer las actividades que realiza un joven ‘normal’ de su edad: ven series de televisión o películas (tienen una minisala pequeña con un televisor), salen a un centro comercial o se ven con amigos. La cocina casi no la usan. Cuentan con un plan de alimentación gracias a un convenio con un restaurante, que les permite pedir a la carta el almuerzo y la cena.
Pero la convivencia de cinco jóvenes adolescentes dentro de una casa es tal vez uno de los mayores retos. “Este es un trabajo que tiene pros y contras. Vivimos en el mismo lugar que trabajamos y el convivir con la gente con la que trabajas a veces puede generar conflictos”, dice Sayago.
“Al final, todo depende de la madurez de cada jugador, por eso es importante que sea una persona consciente y con autocritica porque lo que pasa fuera del juego también puede influir dentro”, agrega.
Sin embargo, dicen los jóvenes, la convivencia de KLG ha sido, en su mayoría, muy positiva. “Una de las cosas que tenemos como grupo, más allá de ser dedicados, esforzados y talentosos, es que nos llevamos muy bien. Somos transparentes entre nosotros y atacamos las fallas. Suenan como cosas muy básicas pero dentro de un ambiente competitivo siempre va a haber choques de ego y siento que en nuestro equipo eso no existe”, asegura Sebastian Mateluna, de 21 años.
La casa está ubicada en la comuna de Huechuraba, en el norte de Santiago de Chile.

La casa está ubicada en la comuna de Huechuraba, en el norte de Santiago de Chile.

Foto:Tecnósfera

Para evitar cualquier afectación en su rendimiento, deben resolver los problemas hablando directamente, lo más pronto que se pueda. “Acumular una pelota de nieve, como decimos nosotros, es lo peor que podemos hacer. No solo dentro de la ‘gaming house’ sino en cualquier trabajo, lo mejor es hablar las cosas directo y eso siempre va a mejorar el ambiente”, asegura Pérez.
Es un aspecto clave teniendo en cuenta que, literalmente, conviven las 24 horas del día, los siete días de la semana. Incluso, aunque algunos de ellos tienen habitación propia, otros deben compartir.

No solo dentro de la ‘gaming house’ sino en cualquier trabajo, lo mejor es hablar las cosas directo y eso siempre va a mejorar el ambiente

Pero a pesar de los desafíos a los que se deben enfrentar, lo cierto es que los integrantes de KLG viven un sueño, uno que muchos en el mundo envidian.
“Realmente es un trabajo que mucha gente respeta y valora porque es un mercado que se está ‘comiendo’ todo, de acá a un tiempo va a llegar a ser tan importante como lo puede ser un deporte tradicional”, afirma Sayago.
Y aunque para todos fue difícil ganar la aprobación de sus padres y familiares, hoy están seguros que fue el mejor camino que pudieron elegir. “Al principio fue delicado porque cuando quería tomar la decisión de ser jugador profesional, seguía estudiando. Como se mezclaba el colegio con el hecho de que tuviera que estar en el PC jugando todo el día tenía problemas con mis padres, pero ya después cuando pude terminar el colegio se lo tomaron muy bien y ahora que saben que tengo un contrato están muy felices. Son mis fans preferidos”, dice Garcés
Para estos jóvenes, la magia del mundo de League of Legends es hoy su principal motivación e inspiración de vida.
Ana María Velásquez Durán 
Redacción Tecnología
durana@eltiempo.com
En Twitter: @anamariavd19
Ana Maria Durán
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