El término técnico es LAW, sigla de Lethal Autonomous Weapon. Aunque la descripción trae a la mente imágenes de exoesqueletos andantes cargando armas de láser, como en las películas de Schwarzenegger, el concepto tiene más de realidad que de ficción.
Desde hace años, los robots militares han venido ganado eficiencia... y autonomía. Hoy ya existen sistemas capaces de seleccionar sus blancos y ejecutar ataques contra los mismos prácticamente sin necesidad de intervención de un ser humano.
Para quienes defienden su uso, las armas autónomas pueden reducir las pérdidas humanas en el campo de batalla, pero los científicos advierten que también abarataría el costo de ir a la guerra y podría provocar una nueva carrera armamentista.
Por ahora, su uso es exclusivamente defensivo, como sucede con los sistemas antimisiles que protegen zonas de Israel y Corea del Sur. El uso de sistemas ofensivos depende, en este punto, ya no de un desarrollo técnico, sino de decisiones políticas.
Por eso, un centenar de líderes del sector tecnológico de Estados Unidos, Reino Unido y varios otros países advirtieron, en una carta abierta a la Organización de Naciones Unidas sobre los peligros que tendría el uso indiscriminado de los ‘robots asesinos’.
No es una causa nueva. Voces tan respetadas como la de la premio Nobel de paz Jody Williams, que ha calificado de “aberrante” la idea de un mundo en el que las máquinas puedan tomar por sí solas decisiones sobre la vida o la muerte de las personas.
La advertencia tiene un sentido de urgencia: a diario aprendemos sobre nuevos desarrollos en materia de inteligencia artificial, que prometen revolucionar desde la manera en que se mueven los autos por nuestras carreteras hasta la exploración espacial, el mercado de valores y la lucha contra enfermedades que antes creíamos imbatibles.
Es fácil ver por qué la idea de que esas capacidades impulsen armas autónomas basta para alarmar a figuras como Elon Musk, fundador de Tesla, y cuyo nombre está entre los firmantes. En el pasado, científicos como Stephen Hawking e innovadores como el cofundador de Apple Steve Wozniak se expresaron en el mismo sentido. Regular es el camino, pero el riesgo solo puede aumentar.