En muchos campos, el CES 2017, que terminó hace un par de días en Las Vegas (EE. UU.), fue acerca de los cambios: lo nuevo, lo diferente, lo alocado. Pero en materia de televisión, alegra ver que la tendencia parece ser un retorno a lo básico, un paso atrás para separarse de los ‘trucos’ que venían haciendo carrera y en favor de una verdad más simple: el mejor televisor es el que ofrece la mejor imagen.
La promesa rota del 3D no mostró su cara en esta edición, probablemente sepultada por la admisión de que ver televisión es, en la mayoría de los casos, una actividad social que no combina con personas aisladas por el uso de engorrosos lentes. Los televisores curvos, aunque todavía presentes, ya no son la novedad y ciertamente nadie cree que sean el futuro de la industria, más allá del nicho dispuesto a pagar por su innegable factor de ‘coolness’.
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En cambio, el 4K estuvo por todas partes, al punto de que puede considerársele la nueva norma, haciendo poco aconsejable que alguien que va a estrenar televisor opte hoy en día por un Full HD. Los precios otrora astronómicos del 4K han bajado suficientemente para ser competitivos y la oferta de contenidos, que antes era poco menos que inexistente, ha crecido al punto de que servicios como YouTube y Netflix ya lo incluyen.
Eso no quiere decir que falten novedades: el HDR se sigue abriendo paso, así como la tecnología QLED, que representa la evolución del concepto de Quantum Dot. Los fabricantes, salta a la vista, han dado pasos de gigante en materia de miniaturización de sus componentes, y eso se refleja en la aparición de aparatos cada vez más delgados, que se cuelgan en la pared a la manera de cuadros y serán, en poco tiempo, virtualmente indistinguibles de una ventana.
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En últimas, la decisión debe ir de la mano con las necesidades puntuales de cada caso. Nadie habla de tener que invertir millones para pasarse a una tecnología que no se va a usar. Pero lo cierto es que existen numerosas opciones y casi con seguridad usted puede obtener más valor por su dinero si se da a la tarea de leer, comparar y definir si le importan más unas cuantas pulgadas de pantalla o una mejor resolución. Si se va a subir al bus del 4K, haga la tarea. La idea es que lo inteligente aquí también sea el comprador, y no solo el televisor.
WILSON VEGA
Editor de TECNÓSFERAwilveg@eltiempo.com
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