En el futuro, el teléfono no se llevará en el bolsillo. Será un brazalete con una pantalla totalmente curva y que mostrará distintos contenidos, según la orientación de la mano.
Un adelanto de cómo se verá este nuevo dispositivo es el prototipo que presentó la empresa Flexenable, fabricante de pantallas flexibles, en el último Mobile World Congress, que se celebró en Barcelona. El aparato tenía la misma funcionalidad de un teléfono inteligente, pero con una pantalla curva que además era táctil.
Fabricar dispositivos curvos, flexibles y enrollables es una proeza tecnológica. Para que esto suceda no solo las pantallas tienen que ser flexibles, sino también algunos componentes internos, como las memorias o las baterías.
La posibilidad de curvar una pantalla de televisor, por ejemplo, es posible gracias a la aparición de la tecnología OLED (diodo orgánico de emisión de luz), en la cual la luz de distintos colores se produce en cada pixel tras la estimulación eléctrica de una capa electroluminiscente. Esta puede ser “impresa” en un material plástico que le da la flexibilidad necesaria.
Una de sus aplicaciones es la creación de televisores enrollables, que se despliegan cuando el usuario quiere ver televisión pero que no ocupan un espacio fijo.
En el Instituto Fraunhofer se experimenta también con películas con materiales piezoeléctricos que no solo permiten crear pantallas que se enrollan, sino también táctiles y que reaccionan ante la presencia del calor. Este avance posibilitaría en el futuro crear un nuevo tipo de tabletas que se enrollan y guardan en el bolsillo o dispositivos médicos.
Sin embargo, la pantalla es solo uno de los componentes de un dispositivo. Otro de gran importancia es la batería, y hacer que esta se pueda doblar también es un desafío.
Científicos de la Universidad de Stanford trabajan en una batería con ánodos de iones de aluminio que es de carga rápida y tiene un ciclo de vida mayor. Además, “se puede doblar y volver a doblar, por lo que tiene un potencial uso en dispositivos flexibles”, dice Hongjie Dai, profesor de química de la Universidad de Stanford.
Un camino distinto adoptaron la Universidad Carnegie Mellon y LG, que experimentan –cada uno por su cuenta– con baterías con la forma y flexibilidad de una cuerda. Ambas emplean el litio como materia prima.
“Hay una necesidad urgente de fuentes de energía flexibles para la próxima generación de dispositivos ponibles y las telas inteligentes... este tipo de desarrollos dará paso a la era de los dispositivos verdaderamente flexibles”, señaló Venkat Viswanathan, ingeniero mecánico de la Universidad Carnegie Mellon y especialista en tecnología de baterías.
Entre tanto, el Instituto de Ciencia y Tecnología Avanzada de Corea creó una memoria RAM ultraflexible con la capacidad de leer, escribir y retener datos. Esto lo logran “imprimiendo” transistores en un sustrato plástico. Este es un paso previo para que otros componentes complejos, como los procesadores, en un futuro también puedan ser flexibles.
Pero ya existen equipos curvos en el mercado, entre ellos están los televisores. “Se logra una sensación envolvente. Además, un televisor curvo no genera reflejos molestos, como sí lo hace uno plano”, dice Danilo Muza, master trainer de Samsung Chile.
Según Javier Barrientos, especialista de marketing de Home Entertainment en LG Chile, “al estar en una posición frontal al televisor, la curvatura permite que la distancia entre los ojos y cualquier zona de la pantalla sea la misma, lo que produce menos fatiga visual”, afirma.
Lo curvo también se usa en el diseño de celulares, pero no ha tenido una gran aceptación. Esto, según Cristián Peña, analista de Consumo de dispositivos en IDC Chile, se debe a que su beneficio se aprecia mejor en pantallas de mayor formato.
ALEXIS IBARRA O.
El Mercurio, Chile