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Tranquilo, su Huawei no se va a volver un pisapapeles de dos millones

El gobierno estadounidense puso nuevas barreras comerciales para la empresa China

El gobierno estadounidense puso nuevas barreras comerciales para la empresa China

Foto:Reuters

La ruptura con Google afecta intereses de la firma, pero el golpe al usuario es moderado, por ahora.

Wilson Vega
El domingo, mientras fanáticos de todo el mundo se preguntaban quién se quedaría con el Trono de Hierro en el final de Game of Thrones, comenzó a extenderse la noticia: en virtud de una orden del Gobierno del presidente de EE. UU., Donald Trump, Google anunció que dejaría de vender sus productos a Huawei, con lo cual la tecnológica china se quedaría sin acceso a futuras actualizaciones de Android y, en sus nuevos modelos, sin apps tan populares como YouTube o Gmail.
Pero, al menos en el plano más inmediato, los usuarios que cuentan con equipos Huawei no se verán afectados. Nadie debe temer que sus aplicaciones desaparezcan de su teléfono o que servicios como el navegador de Google dejen de pronto de funcionar.
La instrucción dada por el Departamento de Comercio de EE. UU. afecta a compañías interesadas en venderle sus productos a Huawei y les exige tramitar primero un permiso para tal fin. Por añadidura, la compañía China obtuvo una extensión de 90 días, que quiere decir que nada cambia, por lo menos hasta el 19 de agosto.
Después de esa fecha, suponiendo que no haya un cambio en la posición de Washington, los usuarios de terminales Huawei se hallarían sin poder obtener actualizaciones de Android, lo cual conlleva un innegable riesgo de seguridad.
Como sea, incluso desde Google, que no ha disimulado el hecho de que está cumpliendo una instrucción del Gobierno y que quiere ver su sistema operativo en más teléfonos, no en menos, han surgido mensajes que llaman a la calma.
Pero es innegable, sin un cambio en las cosas, que los teléfonos que lance en el futuro Huawei se quedarían por fuera del despliegue de nuevas versiones del sistema operativo, como Android Q. No es exagerado ver cómo eso podría afectar las ventas de la empresa y su proyección en Occidente.

La guerra comercial

Nadie pondría en duda que Huawei es un jugador importante en el paisaje global de las telecomunicaciones. No en vano superó, con casi 60 millones de unidades vendidas y ventas del orden de los 105.000 millones de dólares el año pasado, las cifras de gigantes como IBM y Dell.
La empresa no ha ocultado su intención de ser la principal fabricante de teléfonos inteligentes en el mundo, y en su propósito ha mordido un trozo significativo del pastel que fuera alguna vez mayoritariamente de Samsung y de Apple.
Pero los teléfonos, con perdón de los afectados, son lo de menos. Antes que una empresa de celulares, Huawei fue una empresa de redes. Todavía lo es y en ese sector está fírmemente anclado su pasado... y su futuro.
De hecho, más que sus celulares, lo que preocupa a las autoridades  de EE. UU. es el dominio de Huawei, y por extensión, de China, en el naciente campo del 5G. La compañía es un referente mundial en el despliegue de esta tecnología y su fundador, Ren Zhengfei, no falta a la verdad cuando dice que en este punto su ventaja es tal que compañías rivales no les bastarán dos o tres años para alcanzarla.
El argumento de EE. UU. sugiere una cercanía de Huawei con el gobierno chino y plantea que sus equipos y redes puedan usarse para vigilar a quienes los usan. En este punto hay que decir que si bien no hay pruebas de que Washington esté en un error, tampoco las hay de que tenga razón.
Finalmente, un contexto necesario. En abril de 2018, la firma china ZTE recibió básicamente la misma sanción que hoy enfrenta Huawei: un veto total a todas las compañías estadounidenses, que se hallaron de pronto sin poder vender compornentes y materiales a la tecnológica.
Cerca de un mes después, el tema se resolvió de la noche a la mañana cuando el presidente Trump ordenó al Departamento de Comercio ayudar a ZTE a volver al negocio con rapidez, tras una conversación con el líder chino, Xi Jinping, en la cual, dijo Trump, se enteró de que el veto estaba costando “demasiados puestos de trabajo” en China.
A diferencia de ZTE, que era poco conocida en occidente, Huawei es un rehén mucho mayor en la guerra comercial de Trump, pero la jugada de este es de una apuesta riesgosa en la que todas las partes tienen mucho que perder.
Es posible que la tensión lleve a Washington y Pekín a negociar una salida al impasse que tienen ante sí, pero es difícil no pensar en que en el futuro Huawei y otros verán cada vez más atractiva la idea de un sistema operativo que no esté al alcance de las directrices comerciales de la Casa Blanca.
Wilson Vega
Editor de Tecnología 
Wilson Vega
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