“Una cosa es tener la fecha de entrega de un producto y otra es que si no se termina ese desarrollo a tiempo, la persona que amas puede morir”. Así describe Jorge Cortell, el reto de su vida.
Este español, dueño de la firma Kanteron, dedicada a distribuir imágenes médicas, paró las ventas de su empresa y casi va a la quiebra; todo con el objetivo de ayudar a Stephanie Serino, una mujer de la que se enamoró mientras batallaba contra el cáncer de seno.
Esta motivación fue más que suficiente para afrontar el reto de inventar un grupo de programas, que ya han ayudado a cerca de 80 millones de pacientes. Todo comenzó cuando asistió, en Nueva York (EE. UU.), de donde es oriunda Serino, a las juntas de médicos. Descubrió que la mayoría de sistemas no eran digitales, que las muestras de tumores eran transportadas por mensajería, perdiendo valioso tiempo, y que los informes entre hospitales se enviaban por fax.
Investigó y creó un software que funciona bajo la plataforma Azure, de Microsoft, en donde planteó soluciones en tres áreas: patología digital, genómicos y biosensores.
La primera se enfocó en digitalizar el proceso de visualizar y compartir la información de las muestras. “El patólogo pasaría el trozo de tumor por el microscopio y haría un informe escrito. La manera de hacerlo digitalmente es escanear la muestra para obtener imágenes de forma digital y así poder hacer acercamientos y mediciones”, explica Cortell.
Así, no solo se puede acceder a las muestras desde cualquier lugar, sino que el margen de error se reduce.
“Hoy, si se quiere mandar a otro hospital, habría que hacer una solicitud para transportarla y termina tardando semanas. Con el sistema digital solo se necesita un clic”, dice.
El caso de Stephanie se complicó porque el medicamento que le estaban dando no era eficaz. Ante esto, Jorge creó una base de datos en la que se incluye información del perfil genómico de cada paciente.
“La idea es agregar datos que salen de una muestra, que suele ser de saliva, para poder encontrar las variantes más comunes, las que causan enfermedades, etcétera. Si sabemos que determinada variante interactúa con un antibiótico, no se le prescribe al paciente”, explica.
Finalmente, el sistema también permite acceso a la información de los biosensores y los dispositivos para vestir ('wearables'), que miden diferentes señales corporales. “Se hacen análisis, se visualiza la información y se comparte con otros expertos”, señala, así podrán ver desde datos que miden la actividad cerebral hasta indicadores sobre oxigenación en la sangre.
El caso de Serino sirvió como validación del sistema. Los resultados fueron los esperados. Su medicación fue cambiada y ya está curada. Hoy están casados y viven en Inglaterra.
“Estoy emocionada por el potencial que ofrece a las personas que sufren cualquier enfermedad. Las aplicaciones de esta tecnología son enormes”, afirma Serino.
Con este sistema ya tienen presencia en 15 países y se espera que en el 2017 lleguen a 60. En Colombia, el hospital San Ignacio, de Bogotá, usa la plataforma para gestionar el área de imagen médica.
ANA MARÍA VELÁSQUEZ DURÁN
TECNÓSFERA
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