La era digital ya comenzó. Ante los cambios que supone el desarrollo tecnológico tenemos dos alternativas: resistirnos o adaptarnos para continuar el curso de la evolución. Ante el inminente progreso de la inteligencia artificial, solo el conocimiento nos otorgará el poder de avanzar sin temor. El más importante de ellos, la inteligencia emocional.
Desde hace mucho tiempo hemos tratado de imaginar qué sería de los humanos si la tecnología llegara a superar nuestra capacidad cognitiva. La singularidad tecnológica es un planteamiento hipotético que asoma la invención de una súper inteligencia artificial capaz de auto-mejorarse recursivamente, lo cual desencadenaría un abrupto crecimiento tecnológico y profundas transformaciones en la civilización.
Ray Kurzweil, director de Ingeniería en Google, habla con propiedad sobre este tema. Reconoce el crecimiento acelerado de la inteligencia artificial enfocándose en sus beneficios. Según sus cálculos, este científico predice que el fenómeno de la singularidad será un hecho en el año 2045, destino en el que los humanos podríamos alcanzar la inmortalidad.
Mientras tanto en el presente surgen varias preguntas frente al inminente crecimiento de la inteligencia artificial. ¿Qué pasará con nuestros puestos de trabajo?, ¿seremos reemplazados por máquinas?, ¿qué tipo de tareas seguirán vigentes? Visualizar nuestro futuro a corto plazo es necesario para anticiparnos con soluciones efectivas a las posibles consecuencias.
En 2013, la Universidad de Oxford publicó “El futuro del empleo”. El estudio concluye que, en unos 20 años aprox., 47% de los trabajos en Estados Unidos quedarán obsoletos por la implementación de sistemas automatizados. En 2015, Martin Ford publicó su libro “Rise of the Robots” (Levantamiento de los robots), donde argumenta que los humanos serán menos necesarios en el campo laboral. Dos años después, McKinsey Global Institute estimó que el porcentaje de trabajos automatizables alcanzará el 45%.
La empresa estadounidense nuTonomy lanzó en agosto de 2016 el primer taxi autónomo del mundo en Singapur. Esta tecnología también se ha implementado en ciudades como Tempe, Pittsburgh, Toronto y San Francisco. A pesar de haberse registrado un accidente mortal, el sistema continúa siendo perfeccionado para ofrecer un servicio eficiente y seguro.
Recientemente, una fábrica china establecida en la ciudad de Dongguán sustituyó al 90% de su personal con máquinas inteligentes. Aumentó la productividad en un 250% y el margen de error se redujo en un 80%.
Es difícil argumentar contra la automatización cuando podemos apreciar casos tangibles como estos. Aunque las investigaciones mencionadas anteriormente han recibido mucha atención por parte de la opinión pública, es oportuno contrastarlas con otras visiones optimistas sobre el asunto.
Un artículo publicado en enero de 2019 por el Foro Económico Mundial sostiene que la tecnología no reemplazará muchas de las destrezas necesarias. “Simplemente actuará como un defensor e integrador, y hará que en el futuro la fluidez digital sea tan importante como la alfabetización y la capacidad de cálculo”.
Janet Foutty, CEO de la empresa Deloitte Consulting, ha resaltado dos cualidades muy valiosas que aportamos los seres humanos: “empatía” e “inclusión”. Esto constituye una de las claves más importantes para afrontar los próximos cambios. La inteligencia emocional debe ser el punto de partida para adaptarnos sabiamente al nuevo entorno laboral, en vez de resistirnos a él.
Es indispensable aprender a trabajar de la mano con las nuevas tecnologías. Muchos empleos van a desaparecer, como sucedió durante el período de la industrialización, pero también se van a generar otros cargos que exigirán un amplio manejo del lenguaje digital. Acceder a estos puestos sólo será posible si adquirimos el conocimiento necesario para sacarle provecho a la inteligencia artificial.
En cualquier caso, es recomendable desarrollar la alta competencia. Reconocer ese nicho en el que somos aptos por naturaleza nos permitirá trabajar con esfuerzo de manera consistente para dominar al máximo nuestra área de experticia y ofrecer un valor agregado en el mercado laboral. Cultivar nuestro potencial debe ser una tarea continua.
Nadie puede asegurar lo que sucederá en 10 ó 20 años, pero sí tenemos el poder de salir de nuestra zona de seguridad para entrar a nuestra zona de genialidad. Las habilidades cognitivas y emocionales del ser humano todavía no han sido superadas. Tenemos todas las herramientas en nuestras manos para dirigirnos hacia un camino que contemple la superación del ser humano como forma de vida.
La inteligencia artificial puede trabajar a nuestro favor sin convertirse en una amenaza. Ser o no ser víctimas de nuestro propio invento solo dependerá de nosotros.
Ilene Daza para EL TIEMPO
Coach y consultora empresarial
www.ilenedaza.com