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¿Quién debe resolver qué se puede publicar en las redes sociales?

Diego Santos fue director de noticias y políticas de Twitter Colombia.

Diego Santos fue director de noticias y políticas de Twitter Colombia.

Foto:Cortesía

Diego Santos, experto en redes sociales, analiza los retos en regular contenidos en redes.

Usted es un conocido experto en redes sociales. Fue director de noticias y política precisamente de Twitter. ¿Cuáles cuentas le han cancelado al expresidente Trump? El tema de qué se puede publicar o no en las redes está sobre la mesa...
A Donald Trump lo sacaron de Twitter, de Facebook, y le han cerrado algunos videos en YouTube.
Lo acusan de incitar a la insurrección, a la violencia, a las vías de hecho, a la división entre norteamericanos. Pero esa decisión en redes, ¿quién la toma? ¿Con qué autoridad? ¿Solo con la de ser dueños o directivos de unas empresas privadas? Es una polémica bien interesante...
Pues como funciona el mundo de las redes sociales, y voy a hablar de Twitter, que es de la que conozco, porque Facebook tiene otras reglas, el caso de Trump sí lo manejaron inicialmente sus directivas. Allá llegan muchas quejas, denuncias de sus trinos, de los contenidos, y al tratarse de un personaje tan importante e influyente, eso llega a oídos de las directivas y empiezan a evaluar.
A Jack Dorsey, que es el gerente general, le escribieron una carta 350 empleados de Twitter solicitándole que removiera los trinos del entonces presidente de los Estados Unidos, porque llevaba mucho tiempo violando las normas de uso de esa red social. Cuando se produce el evento del Capitolio, el 6 de enero, es cuando Jack Dorsey, desde unas islas en la Polinesia Francesa, toma la decisión de dar de baja a Trump en Twitter.
¿Cuáles son esas reglas? Pues lo que usted está diciendo: no incitar a la violencia, no decir mentiras, lo cual Donald Trump llevaba haciendo durante los últimos cuatro años. La decisión para mí fue correcta, pero llegó muy tarde y lo que hizo fue desvirtuar la credibilidad de las redes sociales.
¿Lo mismo pasó con Facebook?
Sí. Dos compañías que llevan mucho tiempo beneficiándose de la cantidad de tráfico e interacción que genera Trump en las redes sociales. Hasta que llegó un punto en el que era insostenible permitir que continuara. Aunque, repito, esa decisión la debieron haber tomado hace tres años, por lo menos.
Analistas muy serios plantean, en aras de la discusión, que en los trinos de Trump no hay, técnicamente hablando, o mejor, literalmente hablando, frases que violen la Constitución, porque él no ordena a sus simpatizantes: ‘métanse al Capitolio, tumben todo, róbense el computador de la Pelosi’. No. Él dice: ‘nos robaron las elecciones’, algo que les hemos escuchado a muchos excandidatos hasta en Colombia. Pero no hay, digamos, alguna transgresión literal. Entonces ahí existe una zona gris en la que los directivos de Twitter y de Facebook fueron, en el caso de Trump, más allá de los límites hasta ahora aplicados…
Ellos sostienen que aplicaron unas reglas, y es cierto, es una decisión que se toma subjetivamente, o sea, es la interpretación de un señor que se llama Jack Dorsey, cofundador de Twitter, y otras cinco o seis personas, que discuten si expulsan o no a un personaje como Trump. Recuerdo en Colombia una cantidad de casos en los que recibía solicitudes para expulsar a gente de la red, pero tenía que escalar eso a San Francisco y allá decidían si cerraban o no la cuenta de la persona.
El casi 100 % de los casos los decidía un pelado de 25-30 años sin ningún conocimiento político ni del mundo ni de la región que atendía. Las propias redes sociales, alrededor de las cuales se está dando este debate mundial tan importante e interesante, no deberían ser quienes determinan qué se puede publicar y qué no.
¿Y entonces quién?
Para mí, el Estado. Los gobiernos de cada país tendrían que tener unas reglas de juego claras.

Las propias redes sociales, alrededor de las cuales se está dando este debate mundial tan importante, no deberían ser quienes determinan qué se puede publicar y qué no

Eso sí me parece peligrosísimo…
Acepto que lo es, pero alguien le tiene que poner un tatequieto, que no sean los dueños de casa, Facebook y Twitter. Si usted quiere estar en mi red social, pues usted se acoge a mis reglas, y se tiene que someter a mi criterio…
Pues es un invitado, porque son empresas privadas, ¿no?
Así funciona.
Ni el señor Dorsey ni el señor Zuckerberg han sido jamás elegidos popularmente como para que diga uno que tienen una representación popular. Ni técnicamente son responsables de sus contenidos como lo son las empresas editoriales. Total, las redes no son demandables...
Hasta hoy, las decisiones tomadas para censurar a Trump por parte de Jack Dorsey y de Mark Zuckerberg son legales a todas luces. Viene un debate muy fuerte sobre hacia dónde vamos. O sea, qué es lo que se puede decir y quién es el que va decidir qué se puede decir o no en una red social.
Pero está de acuerdo en que no deben ser Dorsey ni Zuckerberg…
Completamente de acuerdo con usted. Eso no lo deberían decidir dos personas que viven en otra realidad.
Imagínese, decidiendo desde unas islas en la Polinesia... ¿Qué tan actualizado está uno en ese paraíso? (Risas)
Y si ve la última foto de Jack Dorsey, parece uno de los simpatizantes de Trump que se metió al Capitolio. De verdad que lo que pasó el 6 de enero parecía un capítulo de la serie de Netflix Black Mirror.
Una cosa de locos, sí. Pero usted propone una cosa también muy peligrosa, que sea una instancia del Estado la que resuelva. Es como instalar un tribunal de censura. Al Estado lo manejan los gobiernos de turno que tienen una determinada tendencia política, y es muy arriesgado que terminen ensañándose con la expresión de la oposición…
Pero el tema entonces es ¿qué solución hay? Quizás crear un tercer organismo, completamente independiente, que, financiado tanto por Estado como por las redes sociales, fuese el que tomase esas decisiones. Pero si Facebook y Twitter hubieran aplicado sus términos y condiciones desde el comienzo, ahí no estaría Trump, no estaría Uribe, ahí no estaría Petro.
Diego Santos es consultor digital y se desempeñó como director de noticias y políticas en Twitter Colombia.

Diego Santos es consultor digital y se desempeñó como director de noticias y políticas en Twitter Colombia.

Foto:Mauricio Moreno. EL TIEMPO

Ni las Farc, amenazando y llamando a la violencia y a la insurrección. Pero la discusión está abierta. Se supone que las redes son libres, que la gente es libre de expresarse como quiera en ellas. Ahí está buena parte de su encanto, pero también de su maldición...
Por lo menos están entrando nuevas redes, y la competencia es buena y sana. Ahí está Parler, a la que empezaron es a cerrarle los caminos, ya no se puede descargar desde Google ni desde la App Store. Lo cual es otra forma de censura. Aunque se supone que son imparciales, es ampliamente conocido que en EE. UU. las redes sociales tienen inclinaciones demócratas, ha habido importantes donaciones de los accionistas hacia ese partido. Entonces lo que estamos viendo es que la libertad de expresión está siendo controlada por unos grupos que tienen unas inclinaciones que van en contra de todo lo que representa Trump, o esa derecha radical que no es del gusto de los demás. Y eso es peligrosísimo. Debe ser el Estado el que empiece a poner frenos y controles al descontrol de las redes sociales.
Sí, pero es que en un momento dado, una opinión política puede ser interpretada como una opinión inconveniente. Es una línea muy débil, muy tenue, la que se puede traspasar hacia el campo de la censura…
Ahí es donde tenemos que empezar a dar esas discusiones en el mundo entero, país por país, a ver cómo se va a trabajar con las redes sociales, para que todo el mundo pueda tener una voz, pero que al mismo tiempo se respete una libertad de expresión que no mienta. Pero Twitter, por ejemplo, lanza más de 50 millones de trinos al día. No hay compañía ni hay plata que pueda supervisar qué es lo que se está diciendo en todos esos grupos. QAnon, que es este grupo extremista que tiene como filosofía que los demócratas son unos pedófilos... Y que Biden no existe, sino que todo es como un montaje, una realidad de mentiras… Pues ellos, durante dos años y medio, tuvieron libertad plena en las redes sociales.
Hoy está prohibido lo de QAnon, ¿no?
Completamente. Y perdieron mucha fuerza, después de la posesión de Biden, que supuestamente iba a representar un día clave en la historia de QAnon, porque la iban a detener. Y no sucedió. ¿Cuál es el problema aquí? Que estas redes sociales se han beneficiado de estos grupos extremistas que generan mucha interacción, y la cantidad de plata que han movido es descomunal hacia estas redes sociales, hasta que se les salió de las manos con lo del Capitolio el 6 de enero. Hubo mucha presión política para que le cerraran la cuenta a Trump.

Los de las cuentas cerradas buscarán otras redes que les permitan decir lo que quieran

Hay, para efecto del control de las redes, un ensayo interesante de Facebook. Un comité que conformó para que sirva de instancia de esas decisiones, una especie de suprema corte, de la cual, por cierto, forma parte la pilísima decana de Derecho de los Andes, Catalina Botero. ¿Cómo ha funcionado ese comité?
Le tengo un profundo respeto y admiración a Catalina Botero. Pero para mí, esos grupos que crea Facebook son cantos a la bandera. En realidad, sientan ahí a unas personas a que hablen, a que diserten, a que opinen, pero no tienen ninguna influencia ni injerencia en las decisiones que toma Facebook. Normalmente, la decisión la toman 10 personas que están en San Francisco, que no conocen el mundo, que intelectualmente tienen un bagaje muy pobre, aunque sean genios tecnológicos. Pero la noticia es que Facebook, el jueves pasado, convocó a ese comité para que en el caso Trump intervenga en la decisión, sus ejecutivos conscientes de que no deben ser ellos.
¿Quiénes conforman ese comité, además de la doctora Catalina?
Tiene componentes académicos, políticos y periodísticos. Por ejemplo, es miembro un ex primer ministro danés, abogados constitucionalistas de varias partes del mundo, el exeditor de The Guardian, el expresidente de la Corte de Derechos Humanos de Europa, un representante de Internet sin Fronteras, un premio nobel de la paz, un defensor de los derechos digitales de Pakistán. Se supone que Trump estará suspendido hasta que el comité decida.
Dos últimas preguntas: ¿es cierto que a las disidencias de las Farc les cerraron algunas redes?
Sí. Una vez se conoce lo que pasa con Donald Trump, desde distintos países, los gobiernos empiezan a hacer una presión muy fuerte a Twitter para que cierre ciertas cuentas, y el Gobierno colombiano se pellizcó. Otra decisión que se debió haber tomado hace muchísimo tiempo…
Y se queda uno pensando: ¿no es más conveniente saber qué piensa Trump, y qué planean las Farc, que ahora los obliguen a mantenerse callados?
Le he echado cabeza a esa pregunta en las últimas dos semanas. Eventualmente, los de las cuentas cerradas buscarán otras redes que les permitan decir lo que quieran. Trump salió de Twitter y Facebook y se fue para Parler y se han abierto campos de discusión en Telegram, por donde se coordinó parte de la toma del Capitolio. Es otra red social mucho más privada, mucho más peligrosa, porque uno no sabe qué es lo que está pasando ahí. De repente tenemos a todos estos personajes distribuidos por equis número de redes sociales y es mucho más difícil hacerles el control. La verdad es que estamos en una situación muy triste. Aunque hay mucha gente que se alegró de la salida de Trump, creo que fue un golpe a la libertad de expresión que deja a las redes sociales, a mi juicio, con poquita credibilidad.
MARÍA ISABEL RUEDA 
Especial para EL TIEMPO
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