Hay un video fantásticamente divertido en YouTube que se ocupa de las posibilidades de que Elon Musk sea un supervillano. Si no lo ha visto, le dejo el link:
Es Elon Musk malvadoVideo sobre Elon Musk
Video de Elon Musk como villano.
Una de las razones que se exploran allí es su interés en desarrollar una interfaz cerebro-computador con su firma Neuralink, fundada en 2016 y de la que esta semana conocimos algunos datos interesantes.
Entre ellos, que hay razones para creer que el sistema descrito por Musk, basado en la implantación de electrodos en el cerebro, podría ser la esperanza para quienes padecen enfermedades neurológicas.
Pero, a largo plazo, lo que Musk plantea es darle una oportunidad a la humanidad para competir con el imparable avance de la inteligencia artificial (IA). Mediante una relación que describe como simbiosis, el multimillonario dibuja un vínculo de las mentes y las máquinas que impida que el intelecto del ser humano sea sobrepasado.
Es un bonito sentimiento, pero no llega desprovisto de riesgo. Es cierto que nadie quiere estar en la parte en desventaja de la brecha entre humanos y máquinas, pero ¿qué hay de la brecha entre humanos? Si, como espera Musk, el procedimiento pasa de curar defectos a producir superinteligencias, ¿qué sucederá con quienes elijan no hacérselo, o no tengan los medios para pagarlo? ¿Estaría esta clase de upgrade cubierta por la seguridad social? ¿No estaremos ante el nacimiento de una nueva clase de inequidad?
Es un bonito sentimiento, pero no llega desprovisto de riesgo. Nadie quiere estar en la parte en desventaja de la brecha entre humanos y máquinas, pero ¿qué hay de la brecha entre humanos?
Probablemente sea prematuro hacer estas preguntas, pero es preferible hacerlas cuando aún no es tarde. En un mundo en el que la desigualdad campea, la idea de que personas con recursos puedan pagar habilidades que, para todos los efectos, son superhumanas lleva a pensar en quienes se queden al otro lado, porque es posible que ese otro lado se sienta infrahumano.
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