El lector más conocedor excusará que confesemos que, en principio, colgado en una pared del Museo de Arte Moderno de Bogotá, el Smart TV Oled W8 de LG se nos confundió con un cuadro. Es más, nos sorprendió descubrir que el ‘marco’ de la pintura no era en realidad un marco, sino parte de la imagen.
Al W8 lo vimos en enero en Las Vegas, en el CES 2018. Su tecnología Oled, sus más de 8 millones de píxeles autoluminiscentes, su capacidad para reproducir el formato Dolby Vision y HDR Technicolor y su amplio ángulo de visión habrían bastado para considerarlo un punto destacado de la feria. Pero es que, además de eso, LG empacó todo en una pantalla de apenas 3 milímetros de grosor, lo mismo que miden tres tarjetas de crédito.
Para decirlo en términos simples: no hay derecho a que una pantalla tan delgada ofrezca una imagen de tan alta calidad.
Por supuesto, semejante grado de miniaturización no deja mucho espacio para el sonido. Por ese motivo, LG añadió al ensamble una barra con 4.2 canales y tecnología Dolby Atmos. Todas las conexiones del televisor se trasladan allí y es poco más que una cinta lo que une la barra y a la pantalla.
El cerebro de este televisor es un procesador Alpha 9 de 14 bits que integra un reductor de ruido. LG lo dotó además de su sistema webOS, uno de los sistemas operativos más amigables del mercado. A eso súmele un sistema de inteligencia artificial que permite operarlo mediante voz y sintonizar el canal que usted elija, o darle el pronóstico del clima.
Pero no es barato vivir en la avanzada del lujo tecnológico. Poner en su pared este ultraliviano le va a costar 40 millones de pesos, y eso es por la versión ‘pequeña’ de 65 pulgadas.