Es una suerte extraña la del iPhone 8. Despreciado por quienes esperan la (probablemente inminente) llegada del iPhone X y destrozado por reviewers de concepto que lo condenaron sin haberlo tenido en las manos, probablemente pase a la historia como un modelo de bajas ventas, aunque se trata del mejor iPhone jamás anunciado, al menos hasta que Apple informó acerca del X, veinte minutos después, en el mismo evento.
Por una semana, probé el iPhone 8 Plus y queda claro que es simplista considerarlo un iPhone 7S con otro nombre. Los cambios son más que aparentes y, si bien es cierto que muchos responden a necesidades de diseño y no a intenciones de innovación, el nuevo smartphone de la manzana hace varias cosas mucho mejor que sus antecesores.
Comencemos por el diseño. Puede que se vea exactamente como un 7 Plus, pero el iPhone 8 Plus está lleno de mejoras: cambiar el armazón de aluminio no era opcional si se quería dotar al teléfono de carga inalámbrica, por lo que en esta oportunidad la parte trasera del aparato es de vidrio. Esta sustitución elimina, de paso, las líneas de la antena, pero hace que el teléfono sea más pesado que su antecesor. Nada significativo, pero lo es.
Y, por supuesto, no son el par de gramos extras lo que preocupa sobre el uso de vidrio, sino la resistencia. El par de golpes que ha sufrido hasta ahora lograron asustarme, en especial cuando lo dejé caer de la mesa del comedor sobre un suelo de baldosa. Pero el vidrio del panel trasero sigue entero, sin la más pequeña grieta. Irónicamente, se raya con mucha más facilidad. Dotar al iPhone 8 Plus de un buen forro, me temo, tampoco es opcional.
El display es lo más extraño de este aparato: en principio, choca que un dispositivo de 3 millones de pesos no solo entregue una pantalla de 5,5 pulgadas, rodeada de biseles más gruesos que los que se han impuesto en la gama, sino que Apple insista en mantenerse en una modesta resolución Full HD.
Pero esas son las especificaciones; en el uso, es la mejor pantalla en un iPhone (de nuevo, hasta ahora), y de hecho sorprende con su funcionamiento en condiciones de luminosidad extrema, como cuando usted trata de leer un sitio web a plena luz del sol.
Un avance que se agradece es la incorporación del modo true tone, que ajusta la pantalla según la luz ambiente para optimizar el brillo y los colores. Luego está la cámara. De nuevo, Apple incorpora dos lentes y dota a uno de un zoom óptico de 2X. En óptimas condiciones de luz, las fotos son todo lo que promete Apple; y, de hecho, por primera vez un iPhone se desempeña aceptablemente bien en modo automático en condiciones de baja luminosidad.
Mención especial merece el modo retrato, que permite simular condiciones de iluminación profesional y da gran versatilidad a esta clase de fotos. Lo mejor: como iOS es el único sistema operativo que usa el formato Heif, sus fotografías ocupan menos espacio (eso sí, siempre y cuando recuerde desactivar el modo live, que tiene la molesta costumbre de encenderse continuamente).
Y, como siempre, el verdadero salto va por dentro. El procesador A11 Bionic es la verdadera joya del iPhone 8 Plus, y ni siquiera los problemas en el despliegue de iOS 11 logran opacar ese hecho. El A11 está detrás de todo lo que este teléfono hace bien: de las fotos a la vida de la batería. Es la razón por la cual el 8 Plus tiene un chance de hallar un espacio propio y no ser simplemente un hipo entre dos modelos más exitosos. El teléfono tiene protección IP 67 (menos que la competencia); y si bien prescinde, como sus hermanos mayores, del puerto para audífono, incorpora un lector de huellas que desaparece en el X.
En resumen, se trata de una buena opción para quienes tienen un iPhone 5, 6 o 7 y no desean gastarse 4 millones en un iPhone X. Claramente superior a sus antecesores en procesamiento, cámara y pantalla, es lamentable que haya quedado opacado por el lanzamiento de un modelo prémium que resuelve aspectos como el de los biseles. Pero, decíamos, el iPhone X está a la vuelta de la esquina.
WILSON VEGA
EDITOR DE TECNOLOGÍA
@wilsovega
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