El 15 de enero, las acciones de Snap, la empresa detrás de la red social juvenil de mensajería para teléfonos inteligentes Snapchat cayeron un 8,5 por ciento. El descenso fue resultado del anuncio de la partida de su jefe financiero, Tim Stone, quien no duró ni ocho meses en el cargo. En un año, Snap ha registrado una baja del 58 por ciento de su valor.
Desde que la firma salió a la bolsa, en marzo de 2017, la compañía ha visto sus acciones pasar de 27,09 dólares por título a cifras que hubieran sido inverosímiles por entonces, por debajo de los 10 dólares.
La razón de esta situación, que pone en la encrucijada a una de las empresas más innovadoras del paisaje del Social Media, es mucho más que simple mala suerte. La red social del fantasma rompió esquemas con los stickers y las historias, que abrieron el paisaje de los denominados “contenidos efímeros”, pero no pudo hacer frente a la competencia agresiva, y en ocasiones descarada, de servicios rivales como Instagram Messenger y WhatsApp, todos propiedad de Facebook, que empezaron a copiar y mejorar cada nueva función.
Aumenta la preocupación por la ejecución de la administración, y la valoración no es convincente
Es así como Snapchat, que en algún momento se perfiló como una de las redes con mayor crecimiento de usuarios pasó, en agosto de 2018, a reportar pérdidas en esa materia por primera vez. Y no fueron unos pocos: tres millones de usuarios activos dejaron la red en menos en tres meses.
Portales como Mashable y CNET, especializados en tecnología, apuntan que la pérdida de usuarios de la aplicación es también el efecto de su impopular rediseño. Además de tener que defenderse de la dura competencia, Snapchat no ha logrado mantener contenta a su comunidad.
Hace un año, Snap introdujo un cambio en la aplicación que pretendía facilitar la navegación y diferenciar los contenidos publicitarios de los orgánicos. El inconveniente llegó cuando las publicaciones de las celebridades e influenciadores, sin duda el principal soporte vital de la afectada popularidad de la red, quedaron aparte de las de conocidos y se mezclaron contenidos de grupos, historias y fotografías en una sola página.
El rediseño, tercamente defendido por Evan Spiegel, presidente ejecutivo de Snap, causó tal rechazo que un millón de personas firmaron una petición en Change.org en la cual pedían a la red social que revirtiera la actualización. A esos llamados se unieron voces críticas de famosos que invitaron abiertamente a sus seguidores a borrar la red social. Una de ellas fue la cantante Rihanna y otra la modelo Kilye Jenner, que con una pregunta en un solo tuit causó un cierre de cuentas en masa, que expertos estiman se tradujo en pérdidas de 1.500 millones de dólares a la red social.
A pesar de las negativas iniciales, para marzo de 2018, Snapchat retrocedió y decidió agregar nuevamente la gran mayoría de características de la versión previa.
A todo esto se une lo que para algunos constituye una ‘fuga’ de empleados que debilita a la compañía y afecta aun más su imagen en el mercado.
En menos de dos años, Snap ha perdido dos directores financieros (Andrew Vollero, encargado de la salida a bolsa de Snap, y el ya mencionado Tim Stone, apenas hace unos días). También se fueron un director de Estrategia (Imran Khan), un jefe de Ventas (Jeff Lucas), un jefe de Recursos Humanos (Jason Halpert), una vicepresidenta de Comunicaciones (Mary Ritti), un subdirector general de Contenidos (Nick Bell) y un vicepresidente de Ingeniería de Monetización (Stuart Bowers).
La percepción de los analistas es que estas renuncias muestran un panorama poco alentador. En particular, la renuncia más reciente, la de Tim Stone, “aumenta la preocupación por la ejecución de la administración, y la valoración no es convincente”, opinó Mark Mahaney, analista de RBC Capital Markets, frente a preguntas de Bloomberg.
También Jonathan Kees, analista de Summit Insights Group, ha sugerido en sus declaraciones a la agencia que la salida del ejecutivo “será una gran negativa para la compañía y dificultará su ejecución y capacidad para competir en el mercado”.
Por su parte, Heath Terry, analista de Goldman Sachs, considera que la “falta de continuidad en la gestión” es una “causa de factor de riesgo incremental para Snap, particularmente teniendo en cuenta los desafíos competitivos actuales”.
Mahaney apuntó también que Snap tampoco ha revelado cifras de usuarios activos y tendencias, “lo cual nos lleva a creer que es probable que hayan seguido disminuyendo”.
Las señales, que podrían interpretarse como el abandono de un barco que se hunde, se mantienen, mientras que su capitán insiste en que Snap es, más que una red social, una empresa de tecnología en fotografía. El problema es que sus intentos en ese campo han sido igualmente infructuosos con las Spectacles, sus gafas con capacidad de video como el ejemplo más recordado, cuando la firma reconoció que hizo miles más de las que logró vender.
LINDA PATIÑO
REDACCIÓN TECNÓSFERA
En Twitter: @LinndaPC
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