El pasado 9 de agosto, sobre las cuatro de la tarde, el economista Álvaro Torres salió de su trabajo en el Banco de la República rumbo a su hogar. Dada la hora, los preparativos para la Ciclovía Nocturna que empezaba a las 6:00 p .m. y una protesta en la Universidad Distrital, Torres utilizó la aplicación móvil Waze para obtener la ruta más rápida.
Si bien estas aplicaciones ofrecen todo tipo de datos como lo son el flujo vehicular, los accidentes en la vía, los pasos reducidos, la presencia de policías de tránsito y cámaras; hay una información de la que carece: la seguridad de las vías por las que se transita.
Lo que ocurrió fue que Torres siguió las indicaciones de la aplicación hasta el barrio la Paz, de la localidad de Santa Fe, a la altura de la carrera 1A con calle 23, abajo de la circunvalar. Allí, según informó la Policía Nacional el día del asesinato, el economista fue abordado por una banda de delincuentes que le dispararon en el pecho para robarle el carro. Por este crimen fue detenido John Ánderson Medina Camacho, un joven de 23 años.

John Ánderson Medina Camacho, sindicado por crimen de funcionario del Banco de la República, Álvaro Torres.
César Melgarejo / EL TIEMPO
El caso de Álvaro Torres no es el único. En Brasil se han registrado varios hechos en los que usuarios de aplicaciones móviles han sido asesinados cuando hacían uso de estas. El primero de ellos fue en octubre de 2015, cuando una pareja de esposos entró por error a la Favela de Caracol, en Río de Janeiro.
Regina Murmura, de 70 años, iba con su marido Francisco rumbo a San Francisco, al sur de la ciudad. La pareja necesitaba identificar la Avenida Quintino Bocaiuva, pero Waze le indicó la calle Quintino Bocaiuva, que está dentro de la Favela de Caracol. Allí la pareja fue sorprendida por ‘bandidos’ que les dispararon en reiteradas ocasiones, según informó al diario O Globo el comandante Fernando Salema.
Murmura, gravemente herida, llegó con signos vitales a un hospital gracias a que su esposo aceleró el carro y huyó de los delincuentes. Sin embargo, la mujer no resistió y murió.
En diciembre de 2016, Roberto Bardella visitó el Cristo Redentor junto a su primo Rino Polato. Estando allí, los dos tomaron sus motos y colocaron la playa como destino en su GPS, este les trazó una ruta a través de la favela Morro dos Prazeres.
Los motociclistas fueron recibidos a tiros por delincuentes, quienes los bajaron de sus motocicletas y los obligaron a montarse en un carro. Mientras estaban en movimiento, los delincuentes vieron que el casco de Bardella tenía una cámara, lo que les hizo pensar que se trataba de un policía que los estaba grabando, razón por la que le dispararon. Polato, por otra parte, fue liberado a las afueras de la Favela.
La cuarta historia se registró en el otro lado del mundo, cuando dos soldados israelíes entraron con un vehículo militar en un campo de refugiados palestinos. Lo que fue visto como una provocación, en realidad se trataba de un error, pues los militares fueron desviados hasta allí por la aplicación Waze.
El incidente degeneró rápidamente en un conflicto que se prolongó por horas y dejó un saldo de un palestino muerto y 15 heridos. Los dos soldados fueron rescatados por el ejército israelí.
NICOLÁS CORTÉS MEJÍA
ELTIEMPO.COM