Son muchos los misterios de las especies. Un cuadro amplio y lleno de matices genéticos se abre espacio en la teoría de la reproducción, dando lugar a una multiplicidad de estudios e investigaciones.
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Recientemente, un grupo de científicos de la República Checa publicó en la gaceta Evolution and Human Behavior los resultados de un análisis revelador. De acuerdo con los investigadores, los seres humanos solemos escoger parejas sexuales según un color de pelo y ojos específicos, asociado al color de ojos de nuestro padre –en el caso de las mujeres– y de la madre –en el caso de los hombres–. Para lograr este objetivo, los autores entrevistaron a 1.048 participantes.
El propósito era determinar si las personas suelen tener un “prototipo” de persona con la que se crea una preferencia sexual vinculada a características físicas o biológicas.
Ratificaron que, en efecto, los seres humanos solemos elegir de manera consistente parejas con un color de pelo y de ojos específico. Este patrón de elección emergió tanto para relaciones de largo como de corto plazo.
La literatura previa sobre el tema sostenía que las preferencias físicas que se repetían constantemente en las parejas se debían a una especie de efecto de “impresión”, donde los individuos internalizan ciertas características de su progenitor y luego las usan como un modelo para elegir pareja.
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Por otro lado, existe un proceso que se considera influyente en la elección de pareja llamado homogamía, la tendencia a buscar parejas parecidas a uno mismo, lo que implica que tendrán los mismos colores de pelo y ojos.
“Nuestros resultados de esta manera sugieren que la preferencia por el color de ojos está determinada por un efecto de impresión más que por la homogamía, y permanecen estables a lo largo del tiempo”, concluye el estudio.
Aunque estos estudios son curiosos y aportan al conocimiento sobre estas temáticas, vale la pena resaltar que una buena encamada está exenta de casi cualquiera de estos prejuicios. En este escenario las cosas son mucho más sencillas y llevaderas. Deben ser prioritarios el respeto, el placer, elementos de innovación e imaginación. Cuanto más se moldean estos espacios de disfrute, más simples son las faenas típicas del amor y la reproducción.
Las investigaciones también tienen ciertos límites y esta no es la excepción. Hasta luego.
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