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Salud

Derrames cerebrales: lo que hay que hacer y saber

El 38 por ciento de colombianos no reconocen los síntomas de un ACV, alerta la Asociación Colombiana de Neurología.

El 38 por ciento de colombianos no reconocen los síntomas de un ACV, alerta la Asociación Colombiana de Neurología.

Foto:123R

El mundo dedica el 29 de octubre a crear conciencia sobre los ACV, eventos que pueden prevenirse.

Ronny Suárez
Se calcula que más de 80 millones de personas en el mundo son sobrevivientes de accidentes cerebro-vasculares (ACV) y que al menos 50 millones de ellas han quedado con alguna discapacidad luego de esos eventos, una cifra que, en el caso nacional, asciende a un cuarto de millón, según la Asociación Colombiana de Neurología.
A los ACV se los llama también trombosis, derrames cerebrales o ictus. Todos describen el mismo evento: la pérdida de irrigación de sangre y oxígeno a una parte del cerebro por una obstrucción o trombo en una arteria o un coágulo. Es un evento súbito que lleva a una pérdida de funcionalidad de la persona, explica Hernán Bayona, neurólogo vascular, director del centro de cuidado clínico de ACV de la Fundación Santa Fe.
La pérdida de funcionalidad se traduce, en concreto, en secuelas en las capacidades del habla, el movimiento, la sensibilidad, la visión y hasta la cognición, agrega el especialista. Y su impacto depende enteramente de qué tan grave fue la trombosis.
Apunta el experto que una de las áreas que más pueden comprometer una posible discapacidad futura es el lado izquierdo del cerebro, donde se alojan los procesos del lenguaje y el movimiento. También son delicadas las áreas posteriores, en el tallo cerebral y el cerebelo, porque implica riesgo de muerte súbita o limitación de movimiento de ambos lados del cuerpo, además de una afectación directa de la parte cognoscitiva.
La preocupación es que su alcance es cada vez más común al ser consecuencia de factores de riesgo relacionados directamente con hábitos como la mala alimentación, el consumo de cigarrillo y alcohol y de enfermedades no transmisibles.
Según las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), durante el primer semestre de este año fallecieron 7.429 personas a causa de un ACV, lo que lo ubica como la segunda enfermedad más letal después de los problemas isquémicos del corazón (ver gráfico).
Pese a esto, la Asociación Colombiana de Neurología alerta que encuestas han arrojado que el 38 por ciento de los colombianos no reconocen los síntomas de un ACV y en solo el 40 por ciento de los casos acude a una línea de emergencia para su pronta atención.
Por eso no sobra recordar, en palabras del neurólogo vascular Bayona, las respuestas a las preguntas más comunes que suelen aparecer ante un ACV.
¿Hay alguna clase de signo o síntoma?
Es un evento súbito que no da aviso. La mayoría de las veces, lo que sucede es que la persona despierta sin poder levantarse de la cama, hablando enredado, o sin poder ver o sentir. La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que el síntoma más común es la pérdida de fuerza muscular en los brazos, piernas o cara de un lado del cuerpo.
¿Se puede prevenir?
La prevención está en intervenir los factores de riesgo como la hipertensión, la obesidad, el cigarrillo, la diabetes, el consumo de drogas y alcohol, así como algunas enfermedades de la sangre y problemas cardiacos. Y, si bien es más común en personas en edad avanzada, puede presentarse en cualquier momento.
¿Qué se puede hacer por alguien que está sufriendo un ACV?
Lo más importante es sospechar de los síntomas. Pedirle que muestre los dientes, levante los brazos o repita frases. Si hay alguna anormalidad, la persona debe ser llevada de inmediato a urgencias.
¿Qué pasa cuando se trata de uno mismo?
Si hay sospecha, lo mejor es llamar a urgencias de inmediato o algún familiar para pedir auxilio. Mucha gente no se da cuenta de lo que está pasando porque no todos los problemas neurológicos se manifiestan en señas visibles.
¿Por qué son claves las primeras cuatro horas y media?
Cuando ocurre un ACV, el paciente tiene menos de 4,5 horas para ser asistido e intentar reducir el impacto de este evento de cara al futuro. Si se llega en ese tiempo, se puede tratar de disolver el coágulo cerebral. Se dice que con cada media hora que pasa desde que se inicia el problema disminuye un 10 por ciento la probabilidad de quedar sin discapacidad. Después de ese tiempo, el beneficio de los tratamientos se reduce más del 50 por ciento.
¿Cuáles son las consecuencias más comunes?
Se calcula que un 35 por ciento de las personas pueden quedar con alguna discapacidad desde el punto de vista motor; 25 por ciento, tener problemas de lenguaje, y más de 40 por ciento, problemas cognoscitivos a largo plazo. Y vale decir que todo esto suele ser factor de riesgo para otros males como la depresión.
¿Logran los sobrevivientes una buena calidad de vida?
Hay personas que sufren lesiones muy pequeñas y muestran una recuperación óptima, pero otras a las que les va costar más por la dimensión del problema y el tamaño de ese infarto cerebral. En promedio, el 70 por ciento de la población que sufre un ACV logra recuperarse para tener una buena calidad de vida.
¿Cómo es la recuperación?
Todo depende del tipo de infarto y su magnitud. Una persona con un ACV menor puede durar tres días en el hospital y recibir tratamiento farmacológico para controlar el colesterol, la tensión arterial y el azúcar. Cuando se trata de eventos mayores y hay pérdida de funcionalidad, se entra en un proceso de recuperación que depende del propio cerebro de la persona y de la función de las áreas que quedaron sanas.

El método Fast

El acrónimo Fast, en inglés, designa un método por el cual se enseñan cuatro signos claves para identificar un ACV:
-Face (cara): parálisis facial.
-Arms (brazos): debilidad del brazo.
-Speech (habla): dificultades del habla.
-Time (tiempo): de respuesta para acudir a una institución de salud nivel IV para recibir la atención adecuada.
REDACCIÓN SALUD
Ronny Suárez
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