No es raro que los deportistas de disciplinas de alto contacto físico estén expuestos a traumas que a nivel cerebral pueden desencadenar conmociones, como las que sufrieron este fin de semana el colombiano James Rodríguez y el alemán Christoph Kramer, en el partido del Bayern Munich contra el Borussia Borussia Mönchengladbach, y Juan Sebastián Villota (de Jaguares), en las finales de la Liga Águila.
Los tres jugadores tuvieron que ser sustituidos por sus equipos y, según se conoció, no recuerdan los detalles posteriores a los golpes.

Kramer, del Borussia Mönchengladbach, tendido en el campo de juego tras el golpe con uno de sus compañeros.
Efe
En el caso de Kramer, es la segunda vez en su carrera que recibe un impacto de esta clase. Ya le había acontecido en la final del Mundial Brasil 2014 jugando con su selección contra Argentina. El mediocampista dijo días después que no sabía con exactitud lo ocurrido en el primer tiempo ni cómo volvió al banco de suplentes.

Cristoph Kramer, de blanco, al momento de recibir el golpe en la cabeza en la final del Mundial de Brasil.
AFP / ADRIAN DENNIS
De acuerdo con el neurólogo Gustavo Castro, una conmoción es un golpe en la cabeza o en otra parte del cuerpo que hace que el cerebro se mueva violentamente hacia adelante y hacia atrás de manera repentina, al punto de que puede acarrear breves pérdidas de las funciones cerebrales.
Según Castro, aunque estas podrían considerarse lesiones menores, lo cierto es que en algunos casos no solamente pueden poner en riesgo funciones importantes como la sensibilidad y el movimiento, sino incluso la vida. De ahí que hay que clasificarlas de acuerdo a su severidad. Y algunos de ellas no desencadenan síntomas inmediatos sino que pueden manifestarse días o semanas después de la lesión.
El especialista insiste en que los síntomas pueden ser desde dolores de cabeza y de cuello, nauseas, zumbidos en los oídos, hasta mareos o cansancio, pero en algunos casos de manera inmediata pueden presentar pérdida de conocimiento, confusión, dificultad para hablar, somnolencia o incluso pérdida en la coordinación. Aunque, según Castro, depende del sitio afectado.
Lo importante de primera mano es analizar el cerebro a través de una tomografía o una resonancia para descartar traumas mayores como hematomas, fracturas o alteraciones en la anatomía, las cuales, por lo general, no forman parte de la conmoción, pues la estructura se mantiene indemne. En estos escenarios, el reposo es lo indicado porque ayuda a la recuperación del cerebro. Esto incluye limitar la actividad física, tareas que exijan concentración, manejar el dolor y hacer seguimiento.
La mayoría de las personas se recuperan completamente y si el trauma no fue mayor en un alto porcentaje no deja secuelas, concluye el experto. Por lo que se concluye que James regresará a entrenamientos con el Bayern en pocos días.
Varios estudios llegarían a demostrar una posible influencia de estos golpes en trastornos neurológicos, pero hay pocos casos que documenten una causal directa de muerte.
La más reciente investigación fue de médicos británicos que, en una de las etapas del estudio, practicaron exámenes post mortem a seis exjugadores que murieron por causas naturales en la tercera edad y se caracterizaron en sus años de profesionalismo por ser cabeceadores destacados.
Los investigadores de la Universidad Swansea y el Colegio Universitario de Londres publicaron sus avances en la revista Acta Neuropathologica en febrero de este año.
El estudio documentó que 4 de los 6 exdeportistas analizados sufrieron encefalopatía traumática crónica –un trastorno degenerativo– y presentaban la ruptura de una membrana cerebral a causa, posiblemente, de impactos repetitivos al jugar fútbol, con incidencias en ambos casos superiores a las personas del común.
La investigación se gestó en los años 80, cuando el Servicio de Psiquiatría para la Edad Avanzada en Swansea (Gales) comenzó a seguir a 14 pacientes de demencia que habían jugado fútbol. De estos, 13 llegaron a ser profesionales, y solo uno fue amateur durante 23 años.
Para Helen Ling, neuróloga y autora principal, este hallazgo demuestra un vínculo potencial –más no definitivo– entre jugar fútbol y el desarrollo de patologías degenerativas del cerebro. Aun así, aclara que el estudio incluyó a un número reducido de exdeportistas, y para establecer una relación directa con patologías neurológicas hacen falta más investigaciones.
Sepa más sobre las consecuencias de los golpes en la cabeza en el fútbol en este artículo.