Según la Asociación Colombiana de Medicina Física y Rehabilitación, entre 200 y 300 personas de cada 100.000 habitantes han sufrido algún tipo de amputación; una cifra que equivaldría a llenar cuatro veces el Estadio Nemesio Camacho El Campin de Bogotá. Sin embargo, esa cifra no distingue qué parte del cuerpo es amputada y el tipo de discapacidad que eso genera en los pacientes (visual, auditiva, de movilidad, etc).
La anaplastología es la disciplina que se encarga de crear prótesis artesanales a pacientes que, por diferentes motivos, se han tenido que enfrentar a la amputación de una parte de su rostro. Se trata de un procedimiento complejo que utiliza materiales como soluciones acrílicas y siliconas para simular la textura de los ojos y la piel y brindar al paciente un reemplazo que se adecue a su morfología, singularidades y necesidades específicas.
La doctora Margarita Rosa Caicedo es optómetra de la Universidad de la Salle y una de las pocas anaplastólogas que tiene Colombia. “He conocido casos de personas que han pasado cinco o seis años invisibles, sin poder salir de sus casas, simplemente porque no conocían que existía un tratamiento para ellos”, dice Caicedo, al mismo tiempo que lamenta los tediosos trámites por los que deben pasar los pacientes para acceder a cualquiera de las prótesis. “Es increíble tener que explicarle a las EPS que no se trata de procedimientos estéticos, sino de una mejora sustancial en la calidad de vida de las personas”, asegura.
Entre 200 y 300 personas de cada 100.000 habitantes han sufrido algún tipo de amputación

Según la doctora Caicedo son pocos los médicos que se dedican a este oficio en Colombia.
Archivo particular / Alexandra García
Verse enfrentado a una amputación (pérdida total o parcial de un miembro del cuerpo) es una situación que altera las dinámicas de vida de cualquier ser humano, en especial, cuando es el rostro el que pierde una de sus partes.
El desconocimiento de técnicas como la anaplastología, y la falta de garantías por parte del Plan Obligatorio de Salud, sumerge en una bruma de incertidumbre a muchos pacientes, quienes, en ocasiones, pasan años haciendo trámites y presentando tutelas.
Las cataratas, el glaucoma, los retinoblastomas (cáncer en la retina) o las infecciones simples, como las contagiadas por el pelo de las mascotas, pueden terminar en la extracción del globo ocular. También son causantes de perdidas de órganos del cuerpo humano hechos de violencia ciudadana como las riñas y robos con arma blanca. Cerca del 50 % de pacientes que llegan a donde la doctora Caicedo, por ejemplo, vienen con traumas oculares causados por estas situaciones.
Enfermedades, infecciones, traumas y violencia ciudadana entre las causas frecuentes de pérdida del globo ocular
Según el proyecto de Ley 305 presentado ante la Cámara de Representantes para incluir este tipo de reemplazos en el POS, la cantidad de pacientes atendida en el 2008 para este tratamiento fue de 1.094 personas. Pero no sólo los ojos pueden ser amputados: nariz, labios e incluso mejillas se pueden retirar a causa de enfermedades o infecciones, generando cavidades en el rostro que no pasan desapercibidas.
Actualmente, en el laboratorio de la doctora Caicedo se encuentran siete prótesis de órbita ocular en proceso de construcción. Ella atiende alrededor de 20 pacientes semanales para prótesis oculares y unos seis casos de reemplazo de nariz al año.
Si bien son necesarios elementos como técnica, habilidad manual, arte y medicina, la doctora Caicedo recalca que no se trata de un trabajo en solitario. “Tenemos que hacer parte de un conglomerado médico para darle las mejores soluciones al paciente. Un equipo que cuente con cirujanos de cara y cuello, otorrinos, maxilofaciales, oftalmólogos, rehabilitadores, entre otros”, afirma la anaplastóloga.
Asimismo, sostiene que en Colombia son pocos los profesionales que se dedican a este oficio. Desde la Escuela de Periodismo Multimedia de EL TIEMPO intentamos buscar la cifra en el Colegio Médico Colombiano, pero, se informó que no era posible entregarla por políticas de 'habeas data'.
La falta de ofertas académicas para especializarse en el tema y la poca información que se encuentra sobre la disciplina en libros, e incluso internet, hace que en el país existan deficiencias para costear los equipos y materiales necesarios. Por ahora, la doctora Caicedo seguirá recibiendo donaciones de pestañas naturales y pegando hilos rojos que simulan los vasos sanguíneos de los ojos en la construcción de sus obras de arte.
DANIELA CARMONA
Escuela de Periodismo Multimedia EL TIEMPO