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Salud

¿Qué está pasando con las pruebas de covid-19 en Colombia?

Un trabajador de la salud usa un hisopo para recolectar una muestra para la prueba de coronavirus en el mercado Central de Abastos en la Ciudad de México.

Un trabajador de la salud usa un hisopo para recolectar una muestra para la prueba de coronavirus en el mercado Central de Abastos en la Ciudad de México.

Foto:AFP

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Si bien el país ha aumentado su capacidad diagnóstica, se ve un bajonazo en la toma de muestras.

Ronny Suárez
Las autoridades nacionales de salud destacaron el 18 de agosto pasado que en poco más de cinco meses de pandemia Colombia alcanzó una capacidad máxima diaria de procesamiento de pruebas moleculares (PCR) de 54.681. Todo un hito teniendo en cuenta que 119 laboratorios han logrado adaptarse en tiempo récord a las necesidades de diagnóstico que plantea la covid-19.
En realidad, el mejor ejemplo de ese acondicionamiento han sido las 2,5 millones de pruebas moleculares que han logrado detectar 582.022 personas con el nuevo coronavirus.
Ese número de muestras sospechosas procesadas equivale a 51.401 por cada millón de habitantes, una cifra que pone a Colombia en el puesto 91 a nivel mundial en este indicador, según las estadísticas que recoge www.worldometers.info.
Así y todo, el Instituto Nacional de Salud (INS) hace algunas semanas incluyó las pruebas de antígenos (también diagnósticas) para reforzar el rastreo del virus de manera más rápida y especialmente en zonas en que las condiciones impiden la realización de las PCR. Ayer, por ejemplo, se hicieron cuatro pruebas PCR por cada una de antígeno. Esto sin contar las serológicas que si bien no son diagnósticas apoyan el rastreo del virus.
La incorporación de las de antígeno fue una buena noticia en momentos en que el país se apresta a un desescalamiento casi total de la cuarentena y las pruebas diagnósticas para el seguimiento del nuevo coronavirus se convierten en un elemento fundamental para determinar la dinámica del virus a nivel general y en cada una de las regiones.
Sin embargo, desde hace dos semanas el número de pruebas diarias diagnósticas disminuyó en pleno pico de la pandemia. De hecho, desde el 14 de agosto (día en que se alcanzó el récord de 41.434) el país no hace más de 40.000 diarias y el promedio de los últimos días ha estado cercano a las 30.000 PCR. Estos números van en contravía de los logros exaltados por las propias autoridades, le dijeron expertos a este diario.
Si se tienen en cuenta las cifras de ayer, las 30.059 pruebas PCR reportadas representaron el 54,97 por ciento de la capacidad diaria máxima instalada, lo que da un margen de 24.622 que pudieron haberse procesado.
Para Luis Jorge Hernández, doctor en salud pública, “es preocupante la reducción en el número de pruebas porque lo clave en este momento es hacer cada vez más de las moleculares para garantizar el rastreo de contactos y los aislamientos. Bajar pruebas es fatal”.
En el análisis se debe tener en cuenta que la capacidad diagnóstica del país se vio favorecida hace algunas semanas por la eliminación de las segundas pruebas para determinar la recuperación de una persona, una condición que en el comienzo de la pandemia restaba eficiencia.

¿Cómo se explica?

La dirección del Instituto Nacional de Salud ha dicho que no hay pruebas represadas y que los laboratorios han procesado todo lo que les ha llegado. “Seguimos incluso creciendo en capacidad, pero están llegando pocas muestras”, dijo la directora Martha Ospina esta semana.
Carlos Álvarez, infectólogo y coordinador nacional de estudios de covid-19 para la Organización Panamericana de la Salud (OPS), explicó que la disminución puede deberse a que en algunas ciudades hay una menor transmisión y por ende un menor número de casos sospechosos. “Eso es lo esperable. Y creo que la estrategia de solo hacer una prueba por grupo familiar también contribuyó”, afirma.
A juicio de Luis Jorge Hernández, la disminución podría deberse a que la vigilancia epidemiológica “está muy centrada en casos sintomáticos y al ir disminuyendo estos pueden hacerse menos pruebas”. En todo caso, “lo clave es hacer pruebas en sintomáticos leves, moderados y asintomáticos”, pide.
“También puede deberse a que el INS y la Secretaria de Salud de Bogotá siguen en una vigilancia muy de ascenso de pandemia y hay que cambiarla por una de estabilización, descenso y posibilidad de segundo pico. Esto se llama vigilancia centinela y búsqueda activa no solo de casos sintomáticos sino casos sospechosos y probables”, argumenta.
Gustavo Morales, presidente de Acemi, gremio que integra a las EPS del régimen contributivo, responde que “el descenso en las pruebas luce dentro de lo razonable, dados los cambios en los lineamientos oficiales (eliminación de segunda prueba, presunción de contagio en familiares)”. Esto abre un espacio para utilizarse en el marco de la estrategia de Pruebas, Rastreo y Aislamiento Selectivo Sostenible (PRASS), que busca ampliar el rastreo de contactos y cortar cadenas de transmisión, asevera.
Al respecto, la salubrista Elizabeth Beltrán dice que este tipo de excusas no tienen cabida porque desperdiciar la capacidad instalada no tiene justificación y menos en el momento por el que atraviesa la pandemia, porque esto compensaría en parte el subregistro que tiene el país y daría mayores elementos ahora que el país se apresta a acabar la cuarentena. “Más pruebas dan una información valiosa que desafortunadamente hoy es muy frágil”, agrega.
Gustavo Morales insiste en que la información recogida en sus EPS es que, sin haber cambiado los lineamientos, se ha reducido el número de solicitudes de toma de muestras; lo que según algunas voces indicaría que estas se están focalizando y no haciéndose de manera masiva como debería.

¿Y entonces?

La directora del INS ha insistido en que “las EPS y los entes territoriales no deben bajar la guardia con el número de muestras diarias”.
Algo que apoya Jorge Martín Rodríguez, doctor en epidemiología, quien asegura que en un momento como este “es ideal que las pruebas se mantengan por encima de 50.000 en razón a que existen muchos conglomerados activos que solo en la medida que se sigan, rastreen y detecten contactos se podría aislar a los potenciales contagiadores y mitigar los brotes”.
Silvana Zapata Bedoya, epidemióloga, insiste en que las EPS y los entes territoriales “deben de hacer un monitoreo de las personas a través de las líneas de atención establecidas y garantizar que se toman las muestras a las personas que cumplan con los criterios del protocolo dado por el Instituto Nacional de Salud”.
Carlos Álvarez añade que lo que debe ocurrir ahora que la gente nuevamente empieza a salir y van aumentar los casos “es que haya un incremento de pruebas por búsqueda activa, pero especialmente que este aumento esté acompañado de oportunidad en la detección temprana y apoye los cercos epidemiológicos con la estrategia de aislamiento selectivo”.
Y frente a la tasa de ataque (incidencia que tiene el Sars-CoV-2 relacionando el número de casos con la población expuesta), la directora del INS adelantó que será medida con un estudio de seroprevalencia liderado por esta entidad y que inicia el 15 de septiembre en Leticia como primera ciudad.

Cobertura y financiación

En medio de todo esto, el Ministerio de Salud en la resolución 1463 acaba de establecer que las pruebas diagnósticas de covid-19 ahora formarán parte del Plan de Beneficios en Salud (PBS), lo que implica que serán cubiertas por las EPS y no requerirán del trámite a través de Mipres ni serán pagadas vía recobro.
Dichas pruebas, que incluyen las PCR, las de antígeno y las de anticuerpos, serán financiadas por el Fondo de Mitigación de Emergencias (FOME), incorporadas al Ministerio de Hacienda Pública y los dineros serán transferidos a la Adres para que reconozca los pagos a las EPS.
El documento establece, además, que las pruebas de anticuerpos tendrán un valor máximo unitario de $ 60.000, las moleculares PCR de $ 216.964 y las de antígenos $ 80.832.
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Ronny Suárez
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