En Colombia, las enfermedades cardiovasculares producen más de 60.000 decesos anuales, lo que representa uno de cada tres fallecimientos y la convierte en la primera causa de muerte prevenible en el país. Solo por infartos, cada año mueren en promedio 29.000 colombianos. Algo así como 80 fallecimientos cada día.
Los principales factores de riesgo para un primer infarto agudo de miocardio en el país son la obesidad (48,5 por ciento), colesterol (40,8 por ciento), tabaquismo (38,4 por ciento), hipertensión arterial (37,9 por ciento) y estrés (28,1 por ciento). Para atacar esas cifras y con el objetivo de disminuir la cantidad de infartos y lograr una reducción del 25 por ciento en la mortalidad anual, la semana pasada se presentó en Medellín el Acuerdo Colombiano por la Prevención del Infarto.
Este pacto fue firmado por la Federación Mundial del Corazón (World Heart Federation), la Sociedad Colombiana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, el Ministerio de Salud, la academia y la sociedad civil. Y, más allá de buenas intenciones, plantea acciones concretas que deben quedar implementadas a junio del 2018.
No en vano, según aseguraron voceros de esos actores, las acciones desarrolladas a nivel nacional hasta el momento han mostrado resultados poco contundentes, y el impacto social y económico sigue creciendo. Los especialistas plantean un trabajo mancomunado para intervenir en prevención, identificando y tratando factores de riesgo desde la niñez, priorizando el colesterol; todo, con un enfoque territorial.
Pero –aclaran–, todo debe estar acompañado de más recursos inyectados al sistema de salud, de la simplificación y unificación de las guías de tratamiento y unos registros de eventos cardiovasculares y factores de riesgo más robustos.
“La hoja de ruta es el Modelo Integral de Atención en Salud; cada una de las intervenciones planteadas en el manifiesto están apoyadas en él; pero en la práctica hay que garantizar que toda la población colombiana conozca su riesgo cardiovascular y metabólico”, explicó Javier Maldonado, especialista del Ministerio de Salud.
En temas de prevención secundaria –añade– hay que garantizar seguimiento y monitoreo a los pacientes que ya tuvieron un evento cardiovascular, pero también garantizarles acceso a tratamientos a personas con condiciones crónicas como hipertensión y diabetes.
“Estamos trabajando en gestión de riesgo desde hace casi una década, pero tenemos que continuar porque hay regiones donde se debe hacer mayor transmisión de conocimiento”, apuntó Fabián Medina, vicepresidente de la Asociación Colombiana de Empresas de Medicina Integral (Acemi).
VIDA
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