Sensación de ardor más una imperiosa necesidad de cerrar los ojos, de frotarlos y humedecerlos, a tal punto que se convierte en una molestia permanente que impide cualquier tipo de actividad, son los signos y síntomas que cualifican el síndrome del ojo seco (xeroftalmía).
Si bien es cierto que las personas –la mayoría pacientes por encima de los 50 años– pueden experimentar esta condición de manera temporal, solo cuando se prolonga en el tiempo y la acompañan enrojecimiento u otras alteraciones es motivo de consulta, de acuerdo con el oftalmólogo Orlando Ustáriz.
Sin embargo, “es una molestia a la que, por lo general, no se le presta atención, pero que es importante conocer”, dice el especialista. “Se puede presentar por la rápida evaporación de las lágrimas o porque el ojo deja de producirlas”, agrega.
Según la Academia Americana de Oftalmología, hay que empezar por decir que la lubricación externa del globo ocular es un mecanismo natural y permanente que evita lesiones y apropiación de enfermedades y esencialmente sirve para garantizar la comodidad en la visión.Esta academia sostiene que ello se logra con un revestimiento lagrimal, es decir, una película compuesta por tres capas: una de grasa, una de agua y una de mucosa. En otras palabras, son tres productos elaborados por el ojo de forma separada.
Cada capa de esta película lagrimal tiene su propio objetivo. Por ejemplo, dice Ustáriz, la grasosa es producida en las glándulas de Meibomio y es la ubicada en la parte más exterior de este revestimiento. Su principal objetivo es suavizar la superficie del ojo y evitar que las lágrimas, que son esencialmente agua, se evaporen.
En el medio está lo que se conoce como lágrimas en sí. Esta es la capa acuosa, por la que responden las glándulas lagrimales ubicadas en los párpados y encargada de enjuagar el ojo y limpiarlo cuando hay partículas extrañas o agentes irritantes.
La Academia Americana de Oftalmología dice que la capa interior, es decir, la mucosa, es producida directamente por la conjuntiva, el tejido que recubre todo el ojo. Esta parte les permite a las lágrimas expandirse de manera uniforme sobre la parte más íntima del ojo para mantener todas sus partes húmedas. Es tan importante esta capa como todas, asegura Ángela María Gutiérrez, oftalmóloga de la Clínica Barraquer. Sin este moco, las lágrimas no podrían adherirse a los ojos, lo cual configuraría un problema muy serio.
Gutiérrez insiste en que el ojo es bañado las 24 horas por lágrimas, que deben producirse a un ritmo constante aunque lento, todo para mantener el ojo en condiciones de comodidad y que las personas no experimenten ningún tipo de molestia.
“Para hacerlo –explica la oftalmóloga–, el ojo utiliza dos formas diferentes de producir sus lágrimas: una normal, la lenta y constante, pero hay otra, rápida y abundante, que responde a las irritaciones, aunque también, y muy importante, a las emociones. Es el caso del lagrimeo cuando un mugre cae en el ojo o al llorar por sentimientos de tristeza o alegría”, afirma.
El problema con este síndrome, dice Ustáriz, es que al presentar irritación el ojo tiende a producir un lagrimeo excesivo, pero, al no garantizarse la humedad de manera uniforme y suficiente, se irrita más. Y eso puede producir en las primeras etapas de esta condición un estímulo al mecanismo rápido, lo cual hace que normalmente haya exceso de lágrimas, que se desbordan y se salen del ojo. Es decir, el primer síntoma sustancial del ojo seco es, paradójicamente, un lagrimeo.
Orlando Ustáriz dice que los síntomas más comunes son ardor, picazón, sensación de tener arena en el ojo, enrojecimiento, excesiva sensibilidad a la luz y visión borrosa. Esta condición es más común en mayores de 50 años, un poco más en las mujeres por cambios hormonales, pero, dependiendo de la causa, puede presentarse a cualquier edad, incluso en personas sin ninguna enfermedad. Es fácil diagnosticar un ojo seco, y más si en torno a la persona que lo padece hay causas identificables. Sin embargo, en ocasiones, se pueden requerir algunos exámenes especiales para confirmarlo; entre ellos están la medición de la agudeza visual y de la ruptura de la película lagrimal y un examen para mirar la superficie del ojo y sus anexos.
Las causasEsta condición suele aparecer con mayor frecuencia en personas de edad avanzada y, según la Academia Americana de Oftalmología, son los cambios hormonales los que promueven una disminución en la producción de las lágrimas. Hay causas más comunes; entre ellas están, de acuerdo con Ángela María Gutiérrez, un ambiente seco o con excesivo viento o brisa, el abuso del aire acondicionado, la exposición excesiva al sol, ser fumador activo o pasivo y efectos colaterales de cirugías en los ojos, principalmente las que remueven tejidos.
Capítulo especial merecen, según la Academia, algunas enfermedades como la diabetes y la acción de virus como el herpes zóster, que, al disminuir la sensibilidad en la córnea, merman la producción de lágrimas. Lo mismo que la presencia de una patología específica que causa sequedad en todo el organismo, conocida como síndrome de Sjögern. A eso se puede sumar el uso de lentes de contacto.
Ustáriz manifiesta que también debe revisarse el efecto de algunos medicamentos que pueden favorecer la aparición de esta molestia; entre ellos están algunos diuréticos, medicinas para bajar la tensión arterial, los antihistamínicos para las alergias, pastillas para dormir y para la ansiedad o calmantes.
El manejo inicial, siguiendo la lógica, es humedecer el ojo, y la primera recomendación son las lágrimas artificiales prescritas. Estas deben usarse de dos a cuatro veces al día y, según la mejoría de los síntomas, pueden aplicarse cada 12 horas.Se recomienda no usar aires acondicionados mucho tiempo, evitar el cigarrillo y, en casos específicos, utilizar humidificadores de ambiente.
Consulte si...Aparte de la molestia hay dolor permanente acompañado de secreción, descamación, lesiones en los párpados o si, no obstante los cuidados, los síntomas no ceden. Por lo general, las personas con esta condición no presentan pérdida de la visión. Sin embargo, en casos graves puede predisponer a lesiones de la cubierta transparente del ojo, sobre todo de la córnea, que, incluso, puede infectarse.
CARLOS FRANCISCO FERNÁNDEZ
Asesor médico de EL TIEMPO
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