1. Tener una vida social. Múltiples estudios han concluido que la amistad es clave para la felicidad, también se ha descubierto que entre más amigos cercanos tengamos, más estable será nuestra felicidad. El número ideal de amigos es 10, pero entre más amigos tengamos, más fácil será crear una red de solidaridad, así tendremos gente que nos quiere, nos valora y enriquece nuestras vidas.
2. Ser altruista. Martín Seligman, profesor de Psicología en la Universidad de Pensilvania, diseñó un experimento en donde la mitad de las personas del estudio se dedicaron a ir al cine, a bailar y a divertirse, y la otra mitad se dedicó a ser voluntario en diferentes fundaciones. El grupo de voluntarios reportó una sensación de bienestar mucho mayor.
3. Tener un sistema de creencias espirituales. El Dr. Mark Holden de la Universidad British Columbia concluyó que tener algún sistema de creencia interno o espiritual tenía impacto positivo en la felicidad de las personas. La espiritualidad, dice él, le permite a las personas entender mejor su vida y le da sentido a las vivencias. La religión ayudaba solo a los adultos, a los niños la religión no les afecta por su nivel de abstracción, pero más adelante sí necesitan de la espiritualidad para ser más felices.
4. Tener objetivos y/o ambiciones. El estudio de Harvard sobre el desarrollo de los adultos sugiere que tener objetivos claros y específicos contribuye a la felicidad. Si estos objetivos son altruistas,
elevan a una mejor salud en la vejez. Estas ambiciones u objetivos deben incluir a la felicidad como parte de ellos, pero no como resultado único, porque lo importante es la manera como llegamos a estos objetivos.
5. Tener riqueza moderada. El Dr. Daniel Kahneman de la Universidad de Princeton, sugiere que sí hay una relación entre el dinero y la felicidad. Sus resultados indican que una seguridad económica, que sea moderada y no excesiva, contribuye a un sentido de seguridad y por lo tanto de felicidad. Es más, la gente muy rica pierde bienestar, pues debe preocuparse constantemente por manejar y no malgastar el patrimonio. Estas personas pierden la capacidad de disfrutar de las cosas pequeñas pero amables de la vida.
6. Escuchar música. Valorie Salimpoor, de la Universidad McGill, Canadá, encontró que la música puede causar un efecto parecido a la euforia en algunas personas. Parece ser que el ritmo de la música nos recuerda el latido del corazón de nuestras madres cuando nos cargaban en su vientre. La música también estimula la región del cerebro que responde a la comida y al bienestar que se siente con ella. La música nos hace evocar momentos alegres, cuyo recuerdo es todavía lo suficientemente poderoso para sentirse bien otra vez.
7. Planear vacaciones. Un estudio de más de 1.500 personas en la Universidad Dutch Breda concluyó que el placer está más en la planeación del evento o la experiencia, que en las vacaciones en sí. Los sujetos del estudio estuvieron significativamente más felices las 8 semanas previas a las vacaciones que en las mismas vacaciones, y al volver del paseo, su estado de ánimo bajó notablemente. Esto tiene que ver con lo difícil que es viajar hoy en día, las largas esperas, la seguridad en los puertos de salida, los retrasos, etcétera, todo esto afecta negativamente. Mientras se descansa no se es tan feliz como cuando todavía se está en estado de fantasía, ilusión y esperanza.
8. Estar totalmente comprometido con una pasión. El psicólogo de vanguardia Mihaly Csikszentmihalyi, de la Universidad de Clare- mont, llama a la felicidad “un estado de fluidez”, que es lo que sucede mientras estamos tan embebidos cocinando, leyendo, o tejiendo lo que nos apasiona, que el tiempo pasa y ni cuenta nos damos. Todo se olvida y solo se disfruta de ese momento especial. Para cada quien es algo diferente, lo importante es tener un hobby o una pasión para así disfrutar al máximo cuando lo practicamos.
ANNIE DE ACEVEDO
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