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Salud

Así ayuda la musicoterapia a mejorar la calidad de vida de pacientes en UCI

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La musicoterapia puede ser una herramienta  positiva en el tratamiento de un paciente. 

Néstor Gómez
La música siempre está presente en nuestras vidas, se encuentra en distintos campos del saber como la psiquiatría o la neurología. Incluso, hay investigaciones que analizan cómo procesamos la música y cómo respondemos a ella.
Las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), por lo general son sitios fríos, hostiles y poco sensibles. Con muchos aparatos altamente tecnificados que dan una sensación de un medio poco humanizadom los cuales generan un ambiente estresante para pacientes, familiares y personal médico.
Aunque existen situaciones que producen ansiedad y malestar que influyen negativamente en el proceso de recuperación, hay estudios que muestran que la musicoterapia puede ser una herramienta no farmacológica positiva, pues reduce la ansiedad, disminuye en ocasiones el dolor, ayuda a las mejoras física y emocionales.
El Hospital Universitario Nacional aplica la musicoterapia para mejorar la calidad de vida de los pacientes de la UCI. Lo anterior por iniciativa del doctor Jairo Pérez, director de la Unidad de Cuidados Intensivos, quien quiso complementar la unidad dentro del hospital involucrando a los familiares y a los pacientes en cuidado crítico con la humanización de la música.
El profesor Humberto Virgüez, psicólogo clínico y musicoterapeuta de la Universidad Nacional, inspirado en la idea del doctor Pérez, camina por los pasillos de la UCI todos los viernes con su mandolina, interpretando música barroca y otros temas que alegran la vida a los pacientes.
Él buscaba herramientas que ayudaran a reducir el estrés, la ansiedad y los síntomas depresivos y encontró en la música la unión para vincular a los pacientes, familiares y personal médico. En el 2018 iniciaron con recitales cortos en las salas de espera, posteriormente en el 2019 ingresó con la iniciativa a la UCI y el resultado fue positivo.
Con su propuesta llegaba solo y tocaba en todas las habitaciones, pero después de un tiempo se vinculó a la actividad la fonoaudióloga Alejandra Peláez y juntos realizan el recorrido. Se dieron cuenta que el resultado era más positivo al andar con un profesional de la salud, ya que la música ayudaba a reducir la frecuencia cardiaca y comenzaron a involucrarse más con los pacientes.

La musicoterapia es maravillosa, es calidad de vida para los pacientes

Los resultados eran satisfactorios. Analizaron cómo el paciente reaccionaba a la música y empezaron a cambiar de repertorio para dar mayor efectividad de acuerdo a la necesidad. Los familiares y los pacientes eran muy receptivos, les gustaba mucho la actividad. En oportunidades les han solicitado canciones y si no les gusta el género, se cambia de acuerdo a cada exigencia, dice el profesor Humberto.
Son muchos los momentos anecdóticos que Virgüez ha recopilado realizando esta actividad, como el del familiar de un paciente que al terminar le ofreció dinero, pero él le dijo que el programa es totalmente gratis y financiado por otras entidades. Solo buscan el bienestar del paciente.
Otro episodio memorable fue el caso de un hombre que era del Tolima. Estaba hospitalizado y se encontraba muy deprimido, entonces la doctora Alejandra le dijo que iban a tocar el Bunde Tolimense y al hacerlo, el paciente se transformó. Sonreía y hablaba. Era muy satisfactorio, recuerda.
Familiares como don Emilio Prieto afirma que la musicoterapia es maravillosa, alegra el corazón y es un gran beneficio para su hermano, quien se encuentra hace varios días hospitalizado. Él dice que el negro, como lo llama, es conocedor de la buena música y que tiene espíritu alegre por haber nacido en Barranquilla.
Mientras don Tito Soto, paciente de la UCI, afirma que es maravilloso escuchar música de toda clase como las rancheras, clásicas o románticas. Asegura que le producen mucha tranquilidad.
Cuando esto sucede, Virgüez y Peláez observan los aparatos que indican los signos vitales y ven cómo se normalizan: la musicoterapia está funcionando con don Tito.
La fonoaudióloga de la UCI y de la Universidad Nacional, de familia de médicos y de músicos de conservatorio, dice que la música hace parte del ser humano y del vivir de cada uno.
Ella procura conectar al paciente con la música. Inicialmente lo realizaba colocando la música desde el celular de acuerdo a la edad, pero después de la llegada del profesor Humberto era mucho mejor por tener la presencia física, pues había mayor interacción entre paciente, especialista y música.
Algunos pacientes han rechazado la musicoterapia. A algunos no les gusta, otros porque no tienen cercanía a la música o por el entorno en que ese encuentra prefieren estar solos. Otros, por el contrario, muchas veces sienten miedo, pero al escuchar las lindas melodías de la mandolina empiezan a divertirse, hablar o a reírse.
Los pacientes que reciben el tratamiento de musicoterapia no son solo los que necesitan la intervención fonoaudiológica por parte de la especialista, sino también los que sufren de delirio, depresión o bajo de ánimo.

Muchas veces sienten miedo, pero al escuchar las lindas melodías de la mandolina empiezan a divertirse, hablar o a reírse.

La idea es buscar que se diviertan y estén alegres, eso también influye en la personalidad de la persona y la actitud para colaborar. Cada paciente es un mundo diferente y entender ese ser individual ayuda a saber qué música colocar.
A nivel neurofisiológico, los estudios dicen que la música interactúa con los signos vitales, la respiración se calma y empieza a sentir el ritmo de la música, lo que ayuda a fijar un punto de referencia auditiva.
En la UCI, el profesor Virgüez y la doctora Peláez se encuentran cada 8 días con pacientes con distintos tratamientos, lo que lleva a tener momentos de mucha alegría o de pesar profundo por el fallecimiento de algunos de ellos. Interactuar con la familia o con el personal clínico lleva en ocasiones a realizar tratamientos de musicoterapia a personal con bajo estado de ánimo o depresión.

La Mandolina, fiel compañera

Para el profe Humberto la mandolina es su fiel compañera. Proviene de Italia, posee un timbre agudo y se facilita para que los pacientes la escuchen sin tocarla muy fuerte. Interpreta melodías suaves, temas barrocos y con un amplio repertorio del violín clásico. Él no canta, va solo con la mandolina moviendo las fibras en los pacientes, familiares y el personal médico.
El siguiente paso para ellos es ver que la música se una al pre y al posoperatorio de una cirugía. Con la musicoterapia también se pretende rehabilitar pacientes oncológicos, lograr disminuir los procesos de sedación, bajar los tiempos de espera en sala y llevar un mejor proceso de recuperación.
La musicoterapia es maravillosa, es calidad de vida para los pacientes. 
Néstor Gómez
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