“Un serio problema de salud”. Eso se ha dicho del estrés en repetidas ocasiones durante las últimas décadas; de hecho, según la OMS (Organización Mundial de la Salud), el 40 por ciento de la población laboralmente activa sufría de estrés hasta 2017.
Pero esta no es una situación que depende única y exclusivamente del trabajo. Al contrario de lo que se cree, el estrés no es algo que sucede fuera del cuerpo humano. Para Alejandro Múnera, médico psiquiatra especialista en neurociencia, “el estrés es una respuesta predeterminada y normal del organismo que se desencadena por una amenaza directa a la homeostasis (la capacidad que tienen los seres vivos para mantener la estabilidad de sus parámetros vitales)”.
Estas amenazas pueden presentarse por diversas razones como heridas, infecciones o cuando el sistema se siente en peligro. Esto lleva el estrés laboral a convertirse en apenas una de muchas causas que desencadenan este tipo de respuesta en el cuerpo.
Dado que se trata de una respuesta natural en el sistema, ¿por qué se dice que es perjudicial? Según el especialista en neurociencia, existen dos tipos de estrés: “Uno que es ‘bueno’, llamado eustrés, que le permite a la persona sentirse más productiva y afrontar mejor las situaciones que se le presentan, y el estrés ‘malo’, llamado distrés, que disminuye el rendimiento de la persona”.
En ambos casos es el cerebro el encargado de enviar la orden a las glándulas suprarrenales de liberar hormonas de cortisol en el sistema para estar alerta ante cualquier eventualidad y ayudarlo a reaccionar. Por ejemplo, cuando el cuerpo se encuentra en un ambiente cálido, el cuerpo se estresa para usar recursos y mantener la temperatura entre 36 y 37 grados centígrados, rango normal para el ser humano.
Sin embargo, no siempre funciona así. “Debido a que los eventos estresantes generan un cambio en el cerebro, se genera un problema cuando esta respuesta y este cambio son duraderos o repetitivos. En este caso, el estrés deja de ser natural y se convierte en un problema para el organismo, puesto que una vez el sistema liberó suficiente cortisol no genera más hormonas que resistan una nueva razón de estrés en el cuerpo”, afirma Múnera.
“En este caso, el estrés cambia el modo de funcionar del organismo y el cerebro cambia el modo de procesar la información, favoreciendo algunos patrones de decisión inmediata, dejando de lado aquellos de elaboración y conciencia. Y modifica el nivel de secreción de algunos transmisores cerebrales. Esta alta activación del sistema de estrés puede generar inconvenientes que afectan otros órganos cómo el estómago y el corazón, entre otros”, describe el experto.
Por otro lado, Múnera advierte sobre los problemas que puede causar el estrés a largo plazo, pues “ciertas formas de estrés están vinculadas a disminuir el volumen del hipocampo; esta es la única zona del cerebro que genera neuronas durante toda la vida, y este factor es crítico dado que influye en la formación de recuerdos. Lo que significa que hay menos neuronas disponibles para almacenar y recordar”. En este sentido, el estrés puede también generar inconvenientes como demencia, alzhéimer y otras enfermedades neurodegenerativas.
Por supuesto, y como en todo lo relacionado con la salud, hay personas que son más susceptibles de sufrir estos efectos que otras. Por ejemplo, si existe predisposición genética, si se vivió un evento estresante antes del nacimiento o a edad temprana o si no se tiene un entrenamiento frente a la situación que se vive. Aun así, el experto señala: “Es necesario que las personas crean en su capacidad de afrontar los problemas; de esta forma, el sistema siempre estará dispuesto a pensar en una o varias soluciones de los inconvenientes laborales, sentimentales y económicos, entre otros”.
- Hipertensión.
- Colon irritable.
- Afectación del estado metabólico.
- Broncoespasmos.
- Alteraciones en el sistema reproductivo.
- En los menores, atrofia el crecimiento.
- Afectaciones del sistema inmune.
- Alteraciones del sueño.
- Trastornos del ánimo.
- Afectación de la memoria.
Tenga en cuenta que no es posible evitar el estrés, pero sí gestionarlo para mejorar su calidad de vida.
- Replantearse las situaciones cotidianas.
- Entrenarse frente al problema; de esta forma, su mente recordará cómo superó un inconveniente en el pasado y qué hacer cuando se presente una situación similar.
- Todo aquello que le pueda generar estrés y pueda mejorar, cambiar o evitar, hágalo. Así disminuye su exposición a los eventos de estrés innecesarios.
- Confíe en usted, en sus capacidades y en que puede superar y afrontar la situación que lo aqueja.
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