Hace un par de meses un taxista bogotano me dijo: “eso del sida ya pasó y se lo digo porque ya nadie volvió a hablar de ese tema”.
Al revisar los reportes epidemiológicos nacionales se alcanza a percibir una preocupación del Gobierno por esta problemática, que al contrario de lo que dice el amigo taxista, aún está vigente.
El virus sigue infectando y causando gran dolor y problemas a los individuos infectados, así como un gasto importante para la nación. Las Guías para el manejo del VIH/sida elaboradas por la Asociación Colombiana de Infectología dicen que su manejo “ha comprometido en los últimos años el 0,5 por ciento del gasto en salud del país y cerca del 1 por ciento del gasto en seguridad social”. Es mucho dinero, más cuando es más barato y mejor usar condones y continuar con estrategias masivas de sexo con responsabilidad.
Onusida propone para el 2020 el plan 90-90-90, que tiene tres objetivos: que el 90 por ciento de las personas que viven con el VIH lo sepan; que el 90 por ciento de los diagnosticados reciban terapia antirretroviral de forma temprana y continuada, y que el 90 por ciento que la reciben, logren la supresión viral. Si esto es así, para el 2030 el mundo ya no tendrá sida.
Insiste el informe en que la única manera de alcanzar este ambicioso plan es mediante una estrategia basada en los derechos humanos, el respeto mutuo y la inclusión. “El mundo no podrá acabar con la epidemia de sida a no ser que todas las comunidades afectadas tengan un acceso total y equitativo a un tratamiento que salva la vida”. Lastimosamente, Colombia está dentro de los países donde solo el 45 por ciento de las personas con VIH saben que lo portan.
MARÍA FERNANDA GUTIÉRREZ Bacterióloga y doctora en Ciencias Biológicas
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