Por eso, desde un principio es mejor intercambiar ideas básicas sobre gustos y disgustos para saber a qué atenerse a la hora del sexo; esto con el fin no solo de buscar entendimiento mutuo, sino para evitar frustraciones.
Un estudio realizado por el científico social estadounidense Joseph Grenny, autor del libro ‘Conversaciones cruciales’, dice que todo lo aledaño a la intimidad sobre la cama encabeza la lista de temas cruciales que toda pareja debe abordar.
Ventilar las cosas que molestan, las inexperiencias y expectativas, los miedos y reservas puede resultar favorable para los polvos; aunque a muchos les pueda parecer insustancial.
Y, ya en plena faena, comentar sonidos, gestos o movimientos se ha demostrado que fortalece la autoestima de la contraparte y, de paso, el desempeño, sobre la base de que sentir que el otro disfruta es de lleno afrodisiaco.
Dice Grenny que las parejas prefieren conversar sobre cosas cotidianas con la idea de que eso incrementa su cercanía, pero dejan de lado charlar sobre su situación sexual, y eso sería un factor de deterioro afectivo de marca mayor.
Porque aunque no lo crean, dice el autor, todavía el sexo sigue siendo un tema tabú y al no conversarlo con plenitud, genera estrés entre las partes porque no logran un entendimiento pleno y confortable para el aquello, y consecuentemente fuera de ello.
Las fallas del departamento inferior es mandatorio discutirlas con tranquilidad y no se deben tomar medidas fuertes ni, mucho menos, abandonar al borde de la cama al cuestionado sin fórmula de juicio.
De igual forma, si hay dudas sobre la fidelidad, también es preciso buscar el tiempo oportuno para tratarlo. Porque de no hacerlo, eso se convierte en una carga de profundidad para la estabilidad en la relación.
Y recuerde siempre que cuando la rutina llega a la cama, es señal de que algo está fallando. Acabe con esos mitos sobre lo que es normal o matará la pasión en plena acción. Hablen, ese sí que es el verdadero sexo oral. Hasta luego.