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Salud

El debate sobre las etiquetas en la comida chatarra apenas comienza

Un ejemplo de etiquetas GDA, con porcentajes de azúcar, grasa y sodio. Red Papaz propone sellos de advertencia como los que usan en Chile.

Un ejemplo de etiquetas GDA, con porcentajes de azúcar, grasa y sodio. Red Papaz propone sellos de advertencia como los que usan en Chile.

Foto:iStock

Aunque Gobierno anunció una propuesta para incluir sellos frontales, voces médicas muestran reparos.

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Si se cumplen los tiempos de lo anunciado esta semana por el Ministerio de Salud y ratificado por el presidente Iván Duque, todos los productos ultraprocesados en paquetes, botellas y envases que se vendan en Colombia deberán llevar impresos sellos frontales de advertencia si tienen altos contenidos de azúcar añadido, grasas saturadas y sodio en el 2022.
La decisión está orientada a seguir las recomendaciones de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que resalta esta como una medida para impactar la creciente obesidad en la región. Y también sigue la tendencia de otros países de la región como Uruguay, Perú, México y Chile, que han adoptado este modelo de etiquetado.
En Chile, de hecho, la ley que incorporó esta medida y le sumó la restricción de la publicidad dirigida a niños y la prohibición de la venta de comida chatarra en los colegios acaba de ser evaluada por un estudio de la Escuela Gillings de Salud Pública Global de la Universidad de Carolina del Norte, que encontró una reducción del 24 % en la compra de bebidas con contenido excesivo de azúcar entre 2015 y 2017.
Pero lo cierto es que en el caso colombiano los representantes de la sociedad civil y fuentes médicas han guardado reservas tras lo anunciado por el Gobierno, dando a entender que al debate sobre el modelo de etiquetado le falta mucha tela por cortar.
Para empezar, el ministro de Salud encargado, Iván Darío González, resalta que este modelo de etiquetado, además de sellos, presenta otros avances como pasar de información nutricional voluntaria a obligatoria, aumentar el tamaño de la tabla nutricional para que sea más visible y mejorar las declaraciones nutricionales a partir de una reglamentación.
“Este modelo es el mejor resultado posible luego de más de 14 meses de trabajo del Ministerio para revisar la evidencia disponible en el tema del etiquetado y las experiencias de varios países. En este periodo la sociedad civil y la industria estuvieron al tanto del proceso y tuvimos en cuenta los aportes que hicieron”, aseguró González.
El ministro (e) entiende el malestar de organizaciones como Red Papaz y Dejusticia por los plazos señalados, pero explicó que por tratarse de un reglamento técnico requiere trámites como el análisis de impacto normativo y consultas nacionales e internacionales. Así y todo dejó ver que en marzo o abril del próximo año podría estar lista la resolución que daría 18 meses a la industria para adaptarse a la nueva normatividad.
“El año pasado estábamos en una lucha encarnizada por una ley que buscaba lo mismo que acabamos de hacer. Ahora Hay que sumar esfuerzos para que con este marco regulatorio avancemos en una gran campaña nacional de educación que nos permita enseñarles a los colombianos el uso de los sellos, tomar mejores decisiones e impactar en las tasas de sobrepeso y obesidad”, remató.

‘Apenas el comienzo’

No fueron pocas las voces que acompañaron su felicitación al Ministerio de Salud por el anuncio con súplicas para que este proyecto no se quede en palabras. Por ejemplo, Carolina Piñeros, directora de Red PaPaz, y quien ha liderado la batalla por información clara para los consumidores colombianos, señaló que si bien la propuesta de etiquetado frontal de advertencia es una buena intención, aún está lejos de materializarse por la ausencia, entre otras cosas, de una resolución firmada y de tiempos previstos muy largos.
Piñeros se escuda en los fracasos recientes que las leyes que buscaban implementar este modelo de etiquetado sufrieron en el Congreso y en que la industria sigue brindando información engañosa y poco clara en sus productos y piezas de publicidad, según dice. “Los plazos deben ser acordes con la situación de salud pública del país”, afirma.
En eso coincide María Isabel Uscher, de la Sociedad Colombiana de Pediatría, quien centra su preocupación en los tiempos de implementación que se extienden a casi tres años; y que en la propuesta del Gobierno no se incluyó el tema de la restricción de la publicidad dirigida a niños cuando los productos contengan estos sellos ni la prohibición de su venta en entornos escolares, como se ha hecho en otros países.
Iván Darío Escobar, endocrinólogo, autoridad en el manejo de la obesidad, tiene una posición más positiva y afirma que el etiquetado frontal será una herramienta más en la lucha contra este problema de salud pública. Y si bien señala que los tiempos son largos, confía en que el debate contribuya a una información más difundida en la población.

La posición de la industria

Las Cámaras de Alimentos y de Bebidas de la Andi, que el año pasado en las discusiones de dos proyectos de ley en el Congreso atacaron frontalmente los sellos de advertencia diciendo que carecían de evidencia y era alarmistas, entre otros argumentos, celebraron también lo anunciado por el Ministerio de Salud.
EL TIEMPO buscó su posición para entender la forma como participaron. Y señalaron, a través de Camilo Montes, uno de sus voceros, que fueron invitados por el Gobierno a mesas técnicas y conversaciones junto con academia, oenegés y sociedad civil.
“Fueron diálogos basados en argumentos técnicos y científicos, donde cada uno de los participantes pudo dar su opinión sobre hacia dónde se debía orientar el modelo de etiquetado de Colombia”, respondieron.
Preguntados por su cambio de parecer frente a los sellos de advertencia, expresaron que es importante encontrar puntos de acuerdo entre las partes para avanzar en el cumplimiento de objetivos compartidos y que siempre han estado dispuestos a revisar las propuestas soportadas en evidencias técnicas y científicas robustas.
“Como industria en distintas ocasiones expresamos una opinión más favorable hacia un tipo de etiquetado informativo; sin embargo, valoramos más que para este modelo que se presenta se tuvieron en cuenta opiniones de las partes. El etiquetado es un instrumento que está en constante evolución y hemos insistido en que este debe adaptarse siempre a las necesidades y preferencias de los colombianos”, escribieron.
Y sostiene que intentarán implementar lo más pronto posible este modelo de etiquetado, pero que será un trabajo arduo dado que hay más de 39.000 empresas dedicadas a la producción de alimentos en Colombia, la gran mayoría de ellas pequeñas.
UNIDAD DE SALUD
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