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Salud

Las reflexiones del colombiano que decidió quedarse en Wuhan

Julián Vélez Grisales aprendió mandarín en el colegio. Lleva varios años viviendo en Wuhan.

Julián Vélez Grisales aprendió mandarín en el colegio. Lleva varios años viviendo en Wuhan.

Foto:Archivo particular

Julián Vélez Grisales dice que la normalidad empieza a llegar al epicentro de la pandemia.

“Hubo dos semanas en que los enfermos iban para arriba, y lo que más quería era que llegara el pico y empezaran a bajar. Cuando esto se dio, la alegría era inmensa, y más al ver que cada día bajaban más”.
Así se expresa Julián Vélez Grisales, estudiante colombiano que se encuentra en Wuhan, la ciudad donde se inició la pandemia del nuevo coronavirus y que está en cuarentena rigurosa desde hace más de 60 días.
A finales de febrero,Vélez habló con EL TIEMPO. Para entonces, este virus parecía lejano por estas tierras. Hoy, cuando el país empieza la cuesta hacia una cima incierta y en plena cuarentena, este joven de 20 años, estudiante de Negocios Internacionales en Wuhan, transita en conjunto con los habitantes de la región donde habita por una vía mucho más despejada en términos de contagio y de amenazas de muerte.
Desde su cuarto universitario, recomienda que para salir de esto se necesita pensar en colectivo, colaboración y disciplina, y por encima de todo, de un Estado que entienda que la salud es una prioridad superior a cualquier otro interés. Con voz pausada que no se aparta de su acento vallecaucano, Vélez habló de nuevo con este diario.
¿Qué ha pasado desde la última vez que hablamos?
Estaba terminando febrero y desde entonces aquí continuamos con rigurosas medidas de protección, pero todo ha mejorado muchísimo. La curva de contagiados llegó al pico y comenzó a descender; cuando veíamos los números bajar cada día, era un soplo de esperanza y una emoción mezclada con el deseo de que todo esto terminara rápido. Hasta que por fin llegó la condición de hacer una vida con restricciones, pero relativamente normal, y en eso estamos.
¿Cuánto tiempo estuvo encerrado?
Aunque con más libertad, estoy en cuarentena obligatoria desde el 23 de enero. Son más de 60 días, la mayoría de ellos sin salir del cuarto.
¿Cómo sobrelleva eso?
Lo primero que hay que entender es que es una situación, aunque complicada, pasajera. Yo no soy un experto en estos temas, pero creía firmemente en los avances científicos y que esto no iba a acabar con la humanidad.
Ver que los contagiados bajaban día a día, que los recuperados eran más y que las muertes disminuían me llenaba de seguridad. Aquí hay que contar con el apoyo de la familia, mantenerse ocupado, aprovechar el tiempo, recuperar el valor de los amigos y de las personas cercanas. Eso sirve.
¿Qué evolución tuvo la epidemia en la ciudad?
Hubo unas dos o tres semanas en las que los enfermos iban para arriba; suba y suba, y lo que más quería era que se llegara al pico, hasta que un día los enfermos empezaron a bajar –uno se vuelve adicto a mirar las cifras–, pero siempre miraba las positivas; y cuando empezaron a ver que había 400 o 500 menos, la alegría fue inmensa.
Después de 50.000 contagiados en Wuhan, hoy hay menos de 2.800 y siguen bajando. Pero no se puede bajar la guardia.
¿Cómo anunciaron el fin de la cuarentena?
Lo comunicó el Gobierno hace unos días. En la ciudad es el 8 de abril. Ya las otras ciudades han levantado la cuarentena. Cuando hicieron estos anuncios me puse muy contento y estoy esperando órdenes de la universidad, porque ya pronto podremos salir. Ese día será maravilloso.
¿Continuó la protección?
Ya está funcionando el sistema de transporte, el metro comenzó a trabajar, pero es obligatorio, tanto para sanos como para enfermos, llevar tapabocas. Se ha desarrollado un sistema o un código de salud que señala en tiempo real en dónde está uno, con quién ha estado en contacto y demás.
En el metro, las estaciones, tiendas, etc. hay que escanear un código para mantener controlada la situación, también para localizar la ruta de las personas que han estado cerca, para identificar sospechosos y, esencialmente, casos aislados. Es excelente.
¿Cree que fue efectiva la cuarentena?
Aunque no se puede hablar de efectividad del 100 %, es un factor muy importante, porque permite bajar el número de contagios y hacerles seguimiento. Parece una medida extrema, pero en términos de disminuir la propagación es efectiva. Para la muestra, aquí se pudo contener la epidemia.
En Colombia apenas empieza una cuarentena, ¿qué nos recomienda?
Sí, ya sé que hace poco empezó en Colombia, aunque debió iniciarse en el primer minuto, cuando la primera contagiada llegó de Italia. Ahí se debió iniciar una cuarentena global, mínimo por dos semanas.
Esto sirve para insistirle a la gente que se quede en casa, que miren los ejemplos, y les reitero a todos que no salgan y que no le busquen males al cuerpo. No hay que bajar la guardia.
¿Cómo asumían los chinos las recomendaciones de las autoridades?
Ellos piensan en colectivo. Acá todo el mundo está dispuesto a colaborar. Me siento muy caracterizado y representado por ese pensamiento colectivo, y por eso se ha logrado una rápida contención del virus.
¿Qué le ha dejado esta experiencia?
Esto es algo que uno no se imagina vivir. Al estar solo, sin mucho contacto con personas, es un espacio donde uno aprende a conocerse y a lidiar con los demonios propios. Aprende uno a diferenciar entre ellos, lo bueno y lo malo. Aprender a tener cabeza fría. Es un crecimiento personal.
¿Cuál cree que fue el factor de éxito en Wuhan?
La rápida acción de las autoridades, la construcción de dos hospitales, la apertura de centros de salud provisionales en lugares deportivos e incluso en campus universitarios, pero lo más importante fue la colaboración disciplinada de la gente, las órdenes claras del Gobierno y la acción decidida de todo el Estado.
En Colombia hay personas que no se confinan por problemas económicos. ¿Cómo manejaron eso allá?
Colombia tiene una situación muy complicada. Entiendo a la gente que sale a tratar de conseguir un peso, porque si se quedan en casa, no tienen para comer. Acá el Gobierno generó las ayudas. El Estado hizo suspender cualquier tipo de interés bancario.
Generó ayudas, y a los campesinos que no podían vender sus cosechas, el Gobierno las compró. Nosotros tuvimos ayudas de amigos, del Gobierno.
¿Cuál es su mensaje para los compatriotas?
Mucho ánimo, mantenerse unidos y pensar en el otro. Es hora de que los colombianos pasemos del individualismo al colectivismo. Hay que dejar el egoísmo. Aquí todos tienen que acatar las normas. He visto que las personas privilegiadas no las acatan.
Lo más importante es la vida, el capital se recupera. Nosotros somos un pueblo fuerte y hemos resistido la guerra. Vamos a demostrar que somos un país grande y que las adversidades las vamos a superar.
Yo amo mucho a Colombia y espero que esto pase lo más pronto posible.
CARLOS FRANCISCO FERNÁNDEZ
Editor de Salud de EL TIEMPO
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