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Salud

Así llega Bogotá a las semanas más duras de la pandemia

Pese a las medidas y llamados de las autoridades, en Bogotá los flujos de gente en las calles han subido preocupantemente,

Pese a las medidas y llamados de las autoridades, en Bogotá los flujos de gente en las calles han subido preocupantemente,

Foto:Milton Díaz. EL TIEMPO

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Alcaldía y Gobierno tomaron medidas para atenuar el avance. Ocupación de UCI actual preocupa.

Ronny Suárez
El viernes en la mañana, al anunciar el cierre de la ciudad por etapas y por localidades para contener el avance del nuevo coronavirus, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, dijo: “Juntos vamos a cuidarnos para pasar el pico del contagio. Ya no lo vamos a aplazar, lo vamos a enfrentar y lo vamos a lograr”.
Para ello, la alcaldesa reveló los puntos de una estrategia acordada con el Gobierno Nacional, que incluye la cuarentena estricta por localidades en un cronograma que se inicia el 13 de julio y va hasta el 23 de agosto. En la primera etapa, en ocho localidades “absolutamente todo va a estar cerrado, con suspensión de todo lo que no sea necesario y se permitirá el trabajo solo en cinco actividades indispensables”.
Estas decisiones se fundamentan en el estado de aceleración de la pandemia y el ascenso hacia un pico de contagios que algunos vaticinan puede llegar entre la última semana de julio y la primera de agosto. Esto se evidencia en que en los primeros 10 días de julio el número de nuevos casos en la ciudad aumentó en un 50 por ciento con respecto a los registros del mes anterior.
De hecho, al 30 de junio la capital registraba 30.017 infecciones y el 10 de julio esa cifra alcanzaba las 45.039, lo que permite ver que la tercera parte del total de casos acumulados se ha notificado en la última semana y media. Estos datos desmarcan a Bogotá de la evolución en el país, que en los mismos 10 días ha crecido solo el 44 por ciento, al pasar de 97.833 casos a 140.776.
Para Hernando Nieto, expresidente de la Asociación Colombiana de Salud Pública, las medidas tomadas son una nueva oportunidad para ejercer los deberes ciudadanos en normas de autocuidado, personales, familiares y comunitarias, sin dejar de lado que hay que avizorar que estos cierres podrían adoptarse periódicamente mientras no exista una vacuna contra el coronavirus.
Y aunque las pandemias hay que mirarlas de manera conjunta, las referencias regionales pueden resultar útiles para tomar decisiones específicas, de acuerdo con Pedro Cifuentes, administrador de sistemas de salud. En ese sentido, hay que decir que Bogotá aporta uno de cada tres casos registrados a la fecha en el país.
El aumento puede ser resultado de la ampliación progresiva en la elaboración de pruebas diagnósticas y además de que en los últimos días se ha desatrasado la represa que tenía la ciudad sobre el procesamiento de muestras, según explicó el secretario de Salud, Alejandro Gómez; pero también hay que reconocer que el virus circula con mayor velocidad en algunas localidades.
De ahí que Gabriel Riveros, exministro de Salud, señale que entender la pandemia en Colombia como epidemias territoriales sin que pierda su carácter global es un acierto. Eso posibilita, según el experto, hacer análisis en pequeños conglomerados cuyo seguimiento permita tomar decisiones que se puedan ir generalizando.
Sin embargo, agrega Riveros, esto no debe entenderse como la solución definitiva, sino como una aproximación para recoger información clara que incluso puede requerir información que no se pierda en los promedios y que puede necesitar medidas más agresivas.
Otras voces como la de Luis Jorge Hernández, doctor en Salud Pública y profesor de la Universidad de los Andes, dicen que se puede presumir que Bogotá va a llegar después de Barranquilla a un primer pico que antecederá a otras oleadas en las que se infectarán las personas que pasaron en limpio la primera fase.
Y en ese contexto, Hernández dice que es muy importante tomar la positividad de las muestras que según la información de la Secretaría de Salud han aumentado y se sitúan entre el 25 y el 35 por ciento, un indicador muy alto frente al promedio nacional con el agravante de que en personas asintomáticas alcanza el seis por ciento. El aumento de pruebas realizadas forma parte del paquete de medidas anunciado por la alcaldesa López, con 4.000 muestras procesadas en los laboratorios distritales.

UCI, en alerta roja

Si bien el número de casos es un factor que depende de manera directa de la elaboración de pruebas, hay otros componentes de la pandemia que no están relacionados con la capacidad de diagnóstico, como lo son la ocupación de las camas de UCI por pacientes con formas graves de covid-19 y el número de fallecidos.
Y sobre la base de que algo menos del 5 por ciento de los pacientes requieren de este recurso, la administración de la ciudad, de la mano con el Gobierno, emprendió una carrera para aumentar la capacidad instalada de UCI. De esa manera, se pasó el 1.º de abril de 935 unidades a 1.486, y para agosto se espera llegar a 2.000.
Sin embargo, la ocupación ha crecido de manera preocupante, al punto que el 12 de junio, hace un mes, estaba en 54,57 por ciento y hoy está en 85,4 por ciento, un nivel inquietante. Para la muestra está que de las 1.144 camas disponibles para covid-19 que hay en la ciudad, hoy se encuentran ocupadas 977, 147 de ellas con casos confirmados y 830 sospechosos en una relación que se ha mantenido desde hace algunas semanas.
Las UCI son un recurso escaso que se hace factor límite en esta fase de expansión de la pandemia, según Luis Jorge Hernández, quien, además, asegura que no se aprovechó bien la primera cuarentena para tener disponibles las 2.000 camas destinadas solo a covid-19 en la ciudad.
Y dado que el confinamiento generalizado estricto ya es un recurso agotado y las cuarentenas en localidades tan grandes como Bosa y Kennedy, con tantos habitantes como otras ciudades capitales, el experto recomienda que sería mejor aplicar cuarentenas localizadas por UPZ y con estrategias de medición más claras para poder ganar más tiempo y disminuir los índices de contagios.
Jairo Pérez Cely, jefe de la unidad de cuidados intensivos del Hospital Universitario Nacional, dice que como muchas entidades en la ciudad ampliaron su capacidad desde el inicio de la pandemia para pasar de tener 22 a 60 camas de UCI y llegaron al tope de cobertura con el talento humano específico, pues se entra en una etapa crítica en la que es necesario contratar médicos generales y especialistas no intensivistas, así como enfermeras, para poder cumplir con la demanda.
Pérez dice que estos escenarios se repiten en casi todas las instituciones similares y que si no se controla el ritmo de crecimiento de la demanda, se puede llegar a un colapso, algo que nadie quiere.
Las adaptaciones no son un tema exclusivo de los hospitales, afirma Mauricio Serra, gerente ejecutivo de Compensar. Dice que gracias a la preparación y a la articulación entre el Distrito, las EPS y las IPS domiciliarias se ha avanzado hacia un modelo de seguimiento domiciliario para detección temprana de casos de covid-19 e identificar tempranamente factores de riesgo de complicaciones, deterioros precoces y posibles pacientes de UCI.
“Es importante decir que los médicos y profesionales de la salud han aprendido mucho sobre el manejo de esta patología, lo que permite hacer abordajes más integrales en todas las etapas de la enfermedad”, afirma.

La mortalidad

Frente a los muertos nacionales, Bogotá aporta el 20,4 por ciento de los fallecidos en el país, lo que representa uno de cada cinco, superado solo por Atlántico, que tiene el 25,7 por ciento del total nacional (uno de cada cuatro muertes).
Y si bien la letalidad por fecha de reporte es de 2,24 por ciento, debajo del porcentaje nacional que se ubica en 3,49, hay que tener claro que en números absolutos, por tener mayor número de casos, Bogotá presenta unas cifras que inquietan, según Cifuentes.
De hecho, al igual que con los casos, en los primeros 10 días de julio se reportaron 275 fallecimientos, que representan el 60 por ciento de los 458 registrados en todo junio.
Julio César Castellanos, director del Hospital San Ignacio, concluye que si bien es trabajo arduo salvar las vidas de los bogotanos, es posible sin tener que dejar personas sin tratamiento avanzado. Y en tal sentido resalta la decisión que eliminó las barreras del aseguramiento para permitir que quienes requieran una cama de UCI sean ubicados en las instituciones que las tengan libres. Y dice que los médicos y equipos de salud basados en los principios éticos pondrán a disposición de la ciudad todo lo que esté a su alcance para enfrentar este momento.
“Bogotá puede estar segura que médicos, enfermeras y el personal de salud haremos lo que esté a nuestro alcance con todo el amor a nuestras profesiones y pacientes para salvar a nuestros pacientes, pero hay que pedirle a la ciudadanía que nos ayude con su cuidado y el del entorno”, remata.
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Ronny Suárez
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