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Salud

¿Por qué nos da miedo envejecer?

El temor a envejecer está asociado a un conjunto de prejuicios y discriminaciones culturales y sociales frente a los ancianos.

El temor a envejecer está asociado a un conjunto de prejuicios y discriminaciones culturales y sociales frente a los ancianos.

Foto:123RF

Culturalmente existe un temor que se convierte en fobia. Consejos para asumir esta etapa.

Juan Carlos Rojas
“La idea de envejecer no me gusta, me agobia: arrugas, canas, sobrepeso, enfermedades. ¡Yo no quiero eso!”. Decenas de pacientes de distintas edades llegan a mi consultorio con ese temor. El miedo a envejecer es el centro de la consulta.
Estando en un almuerzo le pregunté a una amiga de 43 años si temía envejecer y me contestó que no. No le creí mucho, pero creo que la pregunta puso a reflexionar a quienes estaban en la mesa.
Su papá, de unos 77 años, me dijo que no era miedo lo que sentía, “pero sí esa desmotivación de saber que uno pierde ciertas facultades, que a la gente no le gusta compartir con los viejos, que se agota la gracia, que se estanca mentalmente, que empieza la debilidad, que disminuye el interés por desarrollar proyectos que impliquen esfuerzos. Las experiencias negativas lo vuelven a uno reservado, prudente, cauteloso”.
¿Qué te anima? le pregunté. Y me respondió: “Disfrutar de mis hijos y nietos, compartir con amigos, viajar, el golf, la bicicleta, estudiar francés, la afición a los carros viejos y nuevos. Eso me pone contento”.
¿Qué tan elementales resultan las cosas que él enuncia? Compartir con la familia y los amigos, hacer ejercicio, poner a trabajar la mente, activar el cerebro, alimentarse bien, tener algo que hacer. Si son puestas en práctica desde temprana edad, todas esas actividades permiten mejorar la calidad de vida y lograr una buena vejez.
Pero la gente no es consciente de ello. No se les enseña a nuestros niños a repetir actos buenos y saludables con disciplina para que luego se conviertan en hábitos y virtudes. Los jóvenes arrancan proyectos saludables y los abandonan a mitad de camino; mujeres y hombres siguen mirándose al espejo y a la menor señal de una arruga buscan la manera de disminuir las líneas de expresión que delatan la edad. Y si es una cana, o tres, corren de inmediato a pintarlas y lo hacen una y otra vez.
Pero ¿por qué nos da miedo envejecer?
Esta fobia o temor que altera la calidad de vida se denomina gerantofobia o gerascofobia y está asociada con la dimensión cultural de cada persona.
Aunque todos envejecemos, existe un conjunto de prejuicios y discriminaciones culturalmente arraigadas frente a los ancianos. Somos ‘viejistas’.
Los prejuicios negativos dicen que los viejos son enfermos, deprimidos, pobres; que no tienen sexualidad. Los positivos dicen que son buenos, sabios y amables.
Los prejuicios contra la vejez, como todos, son adquiridos durante la infancia y, con el paso del tiempo, se van desarrollando y asentando.
De ahí la importancia de que papá y mamá, y en general toda la familia, cuiden conductas y den ejemplos positivos durante el proceso de identificación que tiene lugar entre el niño y el adulto, pues es en la infancia cuando se crean respuestas emocionales concretas e inconscientes a estímulos determinados, las cuales se van incorporando y asentando a lo largo del proceso de maduración del niño hacia la adultez hasta convertirse en rasgos propios de su personalidad.
Envejecer es universal, irreversible, intrínseco y progresivo. Es el proceso de agotamiento o desgaste celular producido por los cambios genéticos y las lesiones en el ADN.
A medida que pasa el tiempo, el ADN –elemento que le dice a nuestro cuerpo cómo funcionar– se va dañando.
En esta etapa, la fragilidad se hace ver y sentir. Aparece un síndrome que se caracteriza por la pérdida de la función motora, la fuerza, la reserva fisiológica y la función cognitiva, y se presenta una mayor vulnerabilidad a la morbilidad y a la mortalidad. Intervienen factores endocrinos, inmunológicos, neurológicos y comorbilidades crónicas. De hecho, las enfermedades neurodegenerativas están influenciadas por el daño en el ADN.
Si logramos desarrollar estrategias para un envejecimiento saludable, tendríamos viejos llenos de juventud. Recordemos que la juventud es un ingrediente que trasciende el concepto de edad.
Lograrlo es tan sencillo que a veces ni lo creemos y nos complicamos encontrando excusas para no hacer ejercicio, cedemos ante los antojos no saludables y nos permitimos el estrés que enferma e incluso mata. Ya poco socializamos en la vida real, preferimos chatear, y a la hora de invertir recursos lo hacemos en todo menos en nuestra salud y calidad de vida mental, física y espiritual.
Terminando el almuerzo del que les contaba al inicio de este escrito, otro de los comensales dijo: “Mi vida fue muy agradable. Miedo a la vejez no me dio y no tengo miedo a estar más viejo. Ya se me pasó la vanidad. Siento incertidumbre. La vejez trae algo importante y es no tener más deseos de poseer, acaparar o de aparentar. Eso sí, lástima estar viejo porque me fascinó viajar. Ya no puedo hacerlo, los pies no me dan, las filas son largas, no me gusta el ruido ni el soroche. Estoy conforme con mi vida y los achaques los acepto con paciencia. ¡Qué afán tengo! No puedo comer o beber como antes, no puedo bailar como antes, no puedo hacer el amor igual que antes, pero sigo disfrutando de la vida y eso ya es sinónimo de juventud!”.
Entonces, el papá de mi amiga, a manera de conclusión, dijo: “No me gusta que se me están gastando las facultades y que estoy perdiendo la destreza física, pero lo acepto y eso me permite no sufrir. Y sigo preparándome para la vejez, hago cosas interesantes para que no llegue tan rápido esa decadencia irreversible y que cuando llegue la vejez me coja lleno de juventud!”.

Síntomas

Los síntomas de la gerantofobia son similares a los de un trastorno de ansiedad: Sudoración, temblores, taquicardia, dificultad para respirar o hablar y presión arterial baja. Pueden traer aislamiento social y afectar la vida cotidiana. Requiere intervención y tratamiento.

Signos de alerta

- Despego de la realidad
-Escalofríos
-Dolores y presión en el pecho
-Resequedad en la boca
-Confusión y desorientación
-Dolor de cabeza.

Tratamiento

El tratamiento de las fobias es múltiple y depende de la severidad del cuadro. Generalmente se requieren terapias cognitivas y conductuales. También pueden ser necesarios medicamentos y psicoterapia específica. El tratamiento debe realizarlo un equipo interdisciplinario encabezado por un psiquiatra o un psicólogo.

Recuerde

- En casos de gerantofobia sí hay que preocuparse y no ocuparse. Lo ideal es prepararse en la juventud y en la adultez para una vejez saludable.
- No hay una mejor etapa de la vida que otra, todas son diferentes y deben ser vividas a plenitud, enfocándose siempre en objetivos claros y constructivos.
- No hay que comparar la propia vida con la de amigos o familiares. Todas las personas son distintas.
- Aceptar el ciclo natural, no con resignación sino con plena conciencia. Cuidarse tanto mental como física y espiritualmente y tener un propósito de vida, contribuye a recibir la vejez sin estar deprimidos o achacosos y permite cambiar el chip que causa el miedo a envejecer, ayudando, hasta el último día, a tener una vida que no para de crecer y que a va a enriquecer a todos los seres queridos.

Recomendaciones

1. Alimentación saludable y balanceada.
2. Ejercicio adecuado para la edad, evitar la anquilosis física y mental. Los griegos lo enseñaron: mente sana en cuerpo sano.
3. No automedicarse.
4. Cuidado dental.
5. Cuidado con las caídas, reducir su riesgo; mirar dónde poner los pies.
6. Control médico dependiendo de las enfermedades y, en general, uno anual.
MEJIVE MAJJUL*
Para EL TIEMPO
* Neuróloga clínica
Juan Carlos Rojas
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