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Cómo salvar una vida en la primera hora después de un infarto
Males cardiacos

En el 2015 se identificaron cerca de 5,6 millones de colombianos que padecieron al menos uno de los trastornos cardíacos.

Foto:

Jaime Moreno / EL TIEMPO

Cómo salvar una vida en la primera hora después de un infarto

El 20 por ciento de los que mueren por infartos podrían salvarse si recibieran atención oportuna.


Rara vez las personas relacionan las actividades de la vida diaria –como trabajar, salir a comer, estar en la casa o realizar ejercicio– con problemas de salud y mucho menos con enfrentar una emergencia médica y saber cómo actuar ante ella.

La verdad es que nadie está exento de presenciar, por ejemplo, un infarto cardíaco de un familiar o de otra persona, y tener que decidir qué camino tomar, sobre la base de que de eso dependerá la supervivencia del afectado.

El asunto es tan serio que Jorge Villegas, cardiólogo, hemodinamista y presidente del Colegio Colombiano de Hemodinamia, asegura que el 20 por ciento de las personas que se mueren por infartos podrían salvarse si recibieran la atención oportuna y adecuada en los primeros momentos de presentado el evento.

Es claro que el infarto, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la principal causa de muerte en el mundo y en Colombia, y si por esta razón en el país fallecen 50.000 cada año, “podríamos inferir de que al menos 10.000 podrían sobrevivir si se contara con la capacitación a la gente y la disponibilidad de recursos para actuar en cada caso de manera urgente y desde la misma comunidad”, dice Villegas.

Conocer los síntomas

Un infarto, asegura el cardiólogo Gabriel Robledo, es la condición en la cual las células del corazón dejan de recibir sangre y oxígeno por cuenta de la obstrucción de las arterias coronarias, que son las que irrigan este órgano. Si esto se prolonga en el tiempo, dice el especialista, las fibras cardiacas se mueren, se aumentan las áreas comprometidas y el órgano deja de funcionar, con desenlaces fatales.

Como un infarto no da espera, hay que estar alerta cuando se presentan los síntomas, que aunque pueden variar, por lo general se acompañan de dolor intenso en el pecho, propagado a la mandíbula, a la boca del estómago o al brazo izquierdo; sudor frío y palidez; sensación de mareo o desvanecimiento. “Y es justo en ese instante cuando la gente debe decidir rápidamente, con ayuda de las autoridades de salud”, insiste Villegas.

La hora dorada

En cardiología –enfatiza el experto– existe un periodo de 60 minutos para recuperar o abrir de nuevo el flujo de sangre por las arterias coronarias, con lo que se ha demostrado que, al menos, el 90 por ciento de las células cardíacas que han sido afectadas se pueden recuperar. “Esto se conoce como la hora dorada, y es durante ese periodo de tiempo en que el paciente debe ser trasladado a un hospital para que reciba atención especializada”, remata el experto.

Bogotá debe ser pionero

Jorge Villegas y el Colegio Colombiano de Hemodinamia que preside consideran que adecuar un protocolo específico de trombolisis para garantizar la sobrevivencia de los pacientes con infartos es una necesidad dentro del Sistema de Salud y que Bogotá por sus características debería ser pionero en implementarlo.

Con esto, en palabras de Villegas, además de salvar muchas vidas, ahorraría costos para el sistema de salud, representados en hospitalizaciones, unidades de cuidados intensivos y en incapacidades, y además evitaría la pérdida de miles de años de vida saludable generadas por las complicaciones. “Hay que tener en cuenta que casi todas las ciudades grandes del mundo tienen un plan en este sentido, y la capital tiene todo para echarlo a andar”, concluye el especialista.

Atención temprana

De acuerdo con el Colegio Colombiano de Hemodinamia, para destapar de manera efectiva las arterias obstruidas se requiere un protocolo que se inicia en el mismo sitio donde se sufre el infarto, proceso que puede resumirse en los siguientes pasos:

Ante los síntomas o las sospechas de infarto es urgente llamar una ambulancia, con la advertencia de que se requiere un vehículo con la dotación necesaria y el personal debidamente entrenado.

Despejar las vías aéreas del paciente, aflojarle la ropa y no administrar medicamentos y quedarse esperando los resultados. Esos minutos son valiosos y no se pueden perder.

En la ambulancia, conectar a un monitor cardiaco para verificar la presencia del infarto y su extensión (ojalá con la asistencia de un especialista desde una central de lectura de electrocardiogramas).

Garantizar, desde el vehículo en marcha, una vía conectada a una vena para administrar líquidos y medicamentos, de tal forma que esté lista para usar al llegar al hospital.

Trasladar al paciente a un hospital que cuente con un servicio de hemodinamia y cardiología. Esto es muy importante y hay que tenerlo claro para evitar pérdida de tiempo.

Realizar un cateterismo de manera inmediata para determinar las arterias obstruidas y en el mismo momento administrar medicamentos para destruir los trombos que tapan las arterias (trombolisis farmacológica) y determinar si esta funcionó.

En caso de no funcionar la trombolisis, en ese mismo momento se puede recurrir a la angioplastia coronaria percutánea (PTCA), un procedimiento que consiste en la instalación de balones, catéteres o stent dentro de la arteria obstruida para remover de manera mecánica el elemento que tapona y dilatarla para recuperar el flujo sanguíneo.

¿Qué son las banderas rojas?

Son indicadores que alertan sobre una atención urgente. Ellos son dolor en el pecho, que se puede irradiar o no a la espalda o al miembro superior izquierdo, acompañado de sudor frío, náuseas o vómito.

Es importante saberlo, porque la tendencia general es a minimizar síntomas pensando que se trata de males de origen gastrointestinal o esperar a que con medidas caseras mejoren.

En países como Chile y México, donde se han ejecutado programas para consulta e intervención temprana, se logró disminuir la mortalidad.

CARLOS FRANCISCO FERNÁNDEZ
Asesor médico de EL TIEMPO
Colegio Colombiano de Hemodinamia

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