Ha corrido el rumor de que Jennifer López y Ben Affleck –próximos a casarse– incluirían una cláusula matrimonial que los obliga a poner en actividad mutua la planta baja con una frecuencia mínima semanal que los medios han tasado en cuatro, algo que para sus condiciones podría resultar un poco ambicioso.
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Llama la atención que tal exigencia sobre la cama no haya trascendido en términos de calidad y esté, al parecer, determinada por la cantidad que, a mi modo de ver, podría ser contraproducente frente a la intención que supuestamente se persigue de impedir “que se les apague la chispa del deseo”, en razón a que aquí el asunto dejaría de ser un gusto para convertirse en una obligación.
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Ahora, de ninguna manera puede ponerse en duda que este par de famosos en las primeras de cambio (aunque ya son reincidentes en la relación) podrían superar este promedio. Pero de ahí a mantenerlo por secula seculorum resulta poco creíble y más si no se habla de vacaciones, descansos, o de cómo se supliría esta condición en caso de que tengan que separarse por cualquier circunstancia.
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Por supuesto que hay que variar cualquier intento por mantener vivas las ganas, pero de ahí a ponerles número a las encamadas no deja de ser otra jugada publicitaria de estos hollywoodenses que, dicho sea de paso, casi siempre tienen más dinero que sexo, sin dejar de lado historias acumuladas de uniones, separaciones e infidelidades que –según se dice– son las que soportan, en este caso, este tipo de “compromisos legales”.
Para la muestra está que hace algún tiempo trascendió que Justin Timberlake y Jessica Biel tienen un compromiso legal que penaliza con 500.000 dólares solo a Timberlake por cada infidelidad.
Ponerles número a las encamadas no deja de ser otra jugada publicitaria de estos hollywoodenses que, dicho sea de paso, casi siempre tienen más dinero que sexo
Otra excentricidad de este tipo fue la protagonizada por Nicole Kidman cuando se casó con el músico Keith Urban, en el cual se acordó que el músico, que además era adicto, recibiría 600.000 dólares de bonificación por cada año que se mantuviera firme en el matrimonio, siempre y cuando no recayera en las drogas.
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En fin, bobadas de los actores, que si bien, en el caso de JLo y el inquieto Affleck está cuantificada en términos sexuales, vale la pena recordar el acuerdo entre Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones, que pedía un millón de dólares para ella por cada año que permaneciera unida al actor, siempre y cuando no ganara un peso mayor a diez kilos en el mismo periodo. Hasta aquí, cosas de los famosos. Sin duda, los demás mortales no pueden pasar mejor yéndose a la cama cuando tengan verdaderas ganas y sin notarías de por medio. Hasta luego.
ESTHER BALAC
Para EL TIEMPO
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