Nada angustia más que un dolor en el pecho, pues cualquier anomalía se relaciona con la fatalidad. Aunque todo pasa en décimas de segundos, el solo hecho de tener que llevarse la mano al pecho genera una pregunta silenciosa: “¿Me estaré infartando?”.
Sin embargo, estadísticamente es poco probable que todos los dolores en el pecho desemboquen en algo dramático; y si bien es claro que es necesario descartar algún problema, sobre todo si hay factores de riesgo como tensión alta, grasas altas, licor o cigarrillo, vale la pena conocer las distintas causas de estos dolores.
Inflamación costocondritis. O la inflamación de los cartílagos que se unen a las costillas. Es intensa y, por estar en el centro del pecho, genera alarma. Es común en personas que no hacen ejercicio, con malas posturas, sobrepeso o estrés. Se identifica porque puede empeorar al apretar la zona afectada.
Dispepsia o acidez. Uno de cada cinco adultos puede padecer este síntoma, producido por la relajación o debilidad de la entrada al estómago, lo cual hace que el ácido se devuelva y ocasione quemazón por detrás del pecho o justo por encima del estómago. Se alivia con antiácidos.
Tensión muscular. La mala condición muscular, por falta de ejercicio, puede promover dolor propagado al pecho, el cual empeora con el movimiento. Se acompaña de dolores en otros sitios y se calma con analgésicos comunes.
Neuritis por herpes. El herpes zóster es un virus que convive con la gente, pero que puede invadir los nervios, entre ellos, los que están entre las costillas, produciendo un dolor intenso en el pecho que incluso permanece después de que el virus se ha ido. Se identifica porque está acompañado de signos de la infección sobre la piel, como descamación.
Inflamación de vísceras. Algunos órganos abdominales, al inflamarse, pueden proyectar dolor hacia el pecho. Tal es el caso del páncreas y la vesícula biliar. Claro que en este caso sí son eventos urgentes que ameritan atención. Por lo general viene con fiebre y otros síntomas, pero no hay que dar espera.
Pericarditis. Es la inflamación de la membrana que envuelve el corazón. Produce un dolor parecido al infarto, pero se sabe que mejora cuando la persona se sienta y se empeora al acostarse.
Por último. No se puede desconocer la enfermedad coronaria, la cual se produce al taparse las arterias que irrigan el corazón, y causa un dolor conocido como angina de pecho, que, de progresar, sí produce infartos. Y claro, que existan otros dolores no quiere decir, de ninguna manera, que hay que dejar de pensar en el infarto.
CARLOS F. FERNÁNDEZ
Asesor médico de EL TIEMPO
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