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Salud

¿Por qué deberíamos conocer más del alzhéimer?

Anciano

Anciano

Foto:123rf

Este tipo de demencia es un mal neurodegenerativo que afecta a cada vez más personas. 

Sharon Duran
El alzhéimer, según define Catalina García, médica especialista en psiquiatría de la Clínica Shaio y el Instituto de Rehabilitación y Habilitación Infantil Emanuel, es una enfermedad neurodegenerativa en la que, por múltiples factores genéticos, ambientales, nutricionales y enfermedades crónicas, se generan placas seniles, que consisten en la acumulación anormal de alguna proteína en el cerebro. Esa sustancia destruye lo que hay a su alrededor, ocasionando la muerte de las células, deteriorando la conexión neuronal y disminuyendo la masa cerebral.
Por lo general se piensa que los compromisos concomitantes con el alzhéimer responden a un deterioro únicamente de la memoria. Pero no siempre es así.
De hecho, “esta enfermedad afecta las funciones mentales superiores, es decir la inteligencia, la memoria, el lenguaje y la capacidad de entender y aprender. Lo que termina causando disfunción en las actividades de la vida diaria de la persona”, explica Lina María Ariza, neuróloga de la Clínica Shaio.
Una vez las funciones cerebrales se ven afectadas, serán más notorias otras alteraciones como las emociones, la orientación, atención, planeación de tareas y las funciones ejecutivas. Según García, “los pacientes antes de olvidarse de los detalles de su vida pueden presentar síntomas de depresión, alteraciones en el sueño o se vuelven agresivos”.
Para las dos expertas, estos síntomas son más comunes en mayores de 65 años porque a partir de esa edad se disminuyen muchos factores protectores a nivel cerebral, lo que aumenta el riesgo de demencias. Esto no excluye que la enfermedad de Alzheimer se presente en poblaciones menores, especialmente en aquellas con predisposiciones genéticas y que hoy se detectan con más facilidad.
El abordaje de esta enfermedad es hoy un reto para las comunidades científicas y médicas debido a que aún se desconocen, según García, los componentes etiológicos (causas) y la fisiopatología de la enfermedad, aunque cada vez la investigación para encontrarse cerca de estas respuestas.

Algunas cifras

Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane) y su más reciente censo del 2018, el 9,2 por ciento de la población son adultos mayores, lo cual evidencia un crecimiento demasiado rápido de este segmento, que 30 años atrás era de apenas de 3,98 por ciento. Lo cual se traduce en un aumento de la expectativa de vida y, por consiguiente, un mayor riesgo para desarrollar esta enfermedad.
Y es que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) ocho de cada 10 adultos mayores presentan factores relaciones o diagnósticos concretos de alguna enfermedad neurodegenerativa, entre las cuales la enfermedad de Alzheimer es la más común, tanto que, según la propia agencia, su prevalencia se duplicara al finalizar esta década.
Por esa y otras razones, los sistemas sanitarios ven con preocupación estas cifras si se tiene en cuenta que este grupo de males “causan un mal funcionamiento del cerebro, lo que implica la pérdida de células neuronales, deterioro de las conexiones que hay entre ellas y conllevan una disminución acelerada del tamaño del cerebro”, dice García.
En ese sentido, apunta la especialista, además de la investigación en tratamientos se requiere un aumento del conocimiento de estos males por los equipos de salud, la comunidad en general y de los familiares o cuidados que, en últimas, son los más afectados con esta situación que tiende a convertirse en una de las principales causas de años de vida perdidos y un gran peso dentro de la carga global de la enfermedad a nivel mundial.

El tratamiento

Aunque se habla de esta enfermedad desde 1906, en la actualidad no hay un panorama claro sobre la cura. No existe un tratamiento ni un medicamento que revierta la neurodegeneración. Sin embargo, se ha comprobado que hay medidas que bien aplicadas atenúan el deterioro, identifican tempranamente su aparición y hacen la vida más llevadera a quienes la padecen.
Las investigaciones en búsqueda de la cura han demostrado la efectividad que tienen los antidemenciales. Se trata de unos medicamentos que vienen en diferentes presentaciones, como parches o píldoras, que tienen potencial para disminuir la progresión de la enfermedad.
“Sin embargo, su efectividad depende de qué tan avanzada esté la enfermedad. Si se detecta a una edad temprana, los pacientes se benefician de las bondades de los antidemenciales. Pero si están en una fase tardía, no tienen la misma efectividad”, explica la psiquiatra García.

En la mayoría de casos, los pacientes pierden por completo la independencia, y son los familiares quienes notan con mayor facilidad los cambios de ánimo y las consecuencias de la enfermedad

En caso de que la enfermedad se descubra en una etapa muy avanzada, se debe dar tratamiento a la mayoría de sus síntomas. Es decir que si el paciente tiene problemas para conciliar el sueño, se le envía medicación para que duerma; si se vuelve agresivo, se atiende su agresividad, por ejemplo.
Estos tratamientos no siempre incluyen fármacos, también se implementan programas de rehabilitación integral con soporte médico, terapias de diferente índole, soportes emocionales y asistencia con la participación de la familia.
La base de estos tratamientos, claro está, debe ser la multidisciplinariedad ejercida a través de equipos dentro de los cuales la participación de la familia y de la comunidad es cada vez más valorada, sin dejar de lado que hasta último momento el paciente, mientras tenga algún tipo de autonomía, es el centro de cualquier intervención.
Después de un diagnóstico de alzhéimer, que siempre es un diagnóstico clínico –dado que para validarlo es necesario realizar una biopsia–, cambia la vida del paciente y de su familia.
“En la mayoría de casos, los pacientes pierden por completo la independencia, y son los familiares quienes notan con mayor facilidad los cambios de ánimo y las consecuencias de la enfermedad”, remata García.

Consulte si...

  • La persona está depresiva, psicótica o tiene alucinaciones.
  • Hay cambios drásticos de comportamiento y lenguaje.
  • No recuerda qué medicamentos consumió o dejó de consumir.
  • Hay dificultad para encontrar palabras, para formar frases o para recordar algo que sucedió hace poco.
  • Hay una alteración de la orientación.
  • La persona crea confabulaciones, es decir que inventa historias para llenar el vacío de memoria que tiene.

‘Tips’ para evitar el alzhéimer, sin importar la edad

  • Evite el cigarrillo, el alcohol y los alucinógenos.
  • Mantenga una dieta saludable, idealmente la mediterránea.
  • Realice actividad física.
  • Duerma el tiempo suficiente, preferiblemente en horarios fijos.
  • Piense en su salud mental, asista a una psicoterapia, trabaje en sus habilidades sociales.
  • Manténgase activo mentalmente: lea, escriba y tenga una vida social; tenga conversaciones y discusiones constantes.
  • Si considera que su funcionamiento cognitivo no es igual que antes, consulte a un médico.
SHARON DURÁN E.
PROYECTOS ESPECIALES
Sharon Duran
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